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México D.F. Jueves 1 de abril de 2004

Las medidas del presidente Néstor Kirchner ahondan la crisis del peronismo

Una cáscara vacía, el Partido Justicialista

Derechistas y progresistas se enfrentan por el control de la dirigencia de la organización

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 31 de marzo. Las decisiones del presidente Néstor Kirchner, orientadas a poner fin a la impunidad en los delitos de lesa hu-manidad de la anterior dictadura militar, incluidos sus actos del pasado 24 de marzo durante la 28 conmemoración del golpe de Estado de 1976, fueron además el detonante de una crisis no asumida en el gobernante Partido Justicialista (JP, peronista).

El mandatario habló ayer por primera vez desde el congreso del PJ del 26 de marzo, marcado por una gran tensión, y expuso: "si nos dejamos seguir intermediando por al-guna dirigencia que no quiere que cambie nada, la tristeza seguirá rondando a Argentina (...) hay algunos que quieren volver al país que terminó con el 20 de diciembre de 2001, y hay otros que con el trabajo y la producción queremos volver a la Argentina donde cada uno pueda solventar sus propios ingresos con dignidad y esfuerzo".

En esos momentos se había avanzado mucho en la casa presidencial para salir de la crisis originada en el consejo nacional del PJ, cuyos recién elegidos dirigentes comenzaron a renunciar mayoritariamente para encauzar un llamado a elecciones internas, que cuenta con el apoyo del ex presidente Eduardo Du-halde y sirve para frenar el intento de avance de la ultraderecha justicialista.

Duhalde también actuó como mediador, ante el disgusto que llevó a algunos gobernadores a una protesta pública después de ser juzgados por organismos humanitarios, por lo cual no asistieron al acto en el que la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) fue transformada en Museo de la Memoria, reivindicación esperada desde hace años por los familiares de desaparecidos y víctimas.

Aunque ya estaba en marcha, la crisis partidaria y, como dijeron algunos dirigentes, el justicialismo era un cáscara vacía, las posiciones asumidas por Kirchner en distintas materias y su claro mensaje el pasado 24 de marzo, al hablar como presidente de to-dos los argentinos y no como representante del partido, fue también clarificador.

"El histórico avance presidencial sobre el principal centro de torturas de la dictadura (Esma) dejó un tendal de heridos: la inquietud militar, la guerra que estalló con los go-bernadores, cuyas batallas más arduas están por venir", analizan Edi Zunino y Diego Rosemberg en la revista TXT.

Ninguno de estos analistas ni Kirchner o los organismos humanitarios piensan que está todo dicho, y sobre cada paso se esperan siempre hechos contundentes para llegar a la justicia negada durante tantos años.

Es el tema nunca debatido profundamente al interior del justicialismo y menos aún después de los indultos del ex presidente Carlos Menem a los jefes de la dictadura.

Lo mismo sucedió con su actitud de utilizar al PJ para llevar adelante los proyectos del neoliberalismo más rampante, que ya había destruido todos los elementos doctrinarios y las conquistas sociales del antiguo peronismo, uniéndose a las derechas liberales que protagonizaron el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955, y acompañaron a la dictadura instaurada en 1976.

Nuevos protagonistas

Desde que Kirchner era gobernador de Santa Cruz, su esposa, Cristina Fernández, combativa legisladora enfrentada al menemismo, siempre tuvo la idea de unir a los militantes más progresistas. Por eso sus llamados a la transversalidad sólo podían ser sorpresa para quienes olvidaron la pasada década política y los que nunca se interesaron por el discurso kirchnerista, cuando empezó a andar solo el camino para disputar la presidencia y los ojos estaban puestos en otras figuras partidarias.

Pero la derecha peronista sí sabía lo que esto significaba. Las traiciones de muchos dirigentes a los programas prometidos llevaron a la rebelión de finales de 2001 y al surgimiento de nuevos protagonistas sociales, y también a un permanente monitoreo de la sociedad en general, que ya aprendió a esperar más que las palabras.

El peronismo ya estaba partido. Hace tiempo, en una reunión de militantes de los primeros tiempos, en un homenaje a un sobreviviente de la resistencia peronista, Sebastián Borro, algunos advirtieron: "en los piqueteros, cartoneros, luchadores sociales está lo que queda del mejor peronismo. Ellos ganaron las calles a los traidores del partido".

El detonante del 24 de marzo hizo asomar las verdaderas caras. El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, quien siempre quiso dar una imagen de "progresista", dejó ver un lado oscuro que mereció la respuesta de la organización Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.

En su enfrentamiento con Kirchner, sostuvo que "es necesario hacer una autocrítica de lo que pasó, los partidos políticos, los padres y madres de los chicos desaparecidos, que tienen que pensar si realmente los cuidaron como correspondía".

La respuesta de las madres no se hizo esperar: "a 28 años de la búsqueda y lucha infatigable por conocer la verdad sobre lo sucedido a nuestros hijos y reclamar justicia, nos sentimos agraviadas por sus dichos (...) le decimos: sí los cuidamos, nos preocupamos por su salud y su entrega de vida al prójimo. Hoy las madres reivindicamos sus ideales, orgullosas de ellos, de su militancia, siempre despojados de egoísmo para obtener el bienestar de su pueblo".

La teoría de los dos demonios (igualar te-rrorismo de Estado con la guerrilla o la disidencia), que intentaron imponer los dictadores, es uno de los que más enerva a Kirchner, y eso se vio claro en el consejo del PJ, donde las patotas y otros de mayor nivel no pudieron ocultar sus simpatías con ese concepto, por lo cual las aguas se separaron del aceite. Reflotaron personajes como el sindicalista Luis Barrionuevo, ligado al poder mafioso.

En el acto fue muy evidente el intento de vendeta de la derecha peronista, la misma que abucheó a la senadora Fernández. El PJ mostró allí que no aceptaba el debate. Fue asombroso observar que ni siquiera era po-sible un asomo de crítica o autocrítica.

La cáscara vacía no podía ser llenada en ese ambiente donde el actual gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo, fue acallado a gritos cuando intentó recordar la responsabilidad que tenían dirigentes sindicales en el proceso de precarización de las relaciones laborales, o de la dirigencia en el endeudamiento y destrucción nacional que significaron las privatizaciones y las medidas que llevaron al país a la mayor crisis de su historia. 

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