ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Danzones y otras danzas

EN LA MEMORABLE corrida inaugural de la Feria de Tlalnepantla, el domingo pasado, con un bravo encierro de Barralva y un enjundioso despliegue de afición e imaginativa competitividad por parte de los jóvenes diestros, durante la lidia del cuarto de la tarde, Clavelito, ocurrió algo insólito.

YA EL TLAXCALTECA Uriel Moreno El Zapata, había veroniqueado y banderilleado muy bien a ese toro, por lo que el ambiente creció en cuanto comenzó su faena con suaves doblones en tablas, para luego embarcarlo en templados, cadenciosos derechazos.

EN ESE MOMENTO la banda de música inició los acordes no de un paso doble, como es lo convencional, sino del incomparable danzón Nereidas, muy probablemente para conmemorar los 125 años de existencia de tan delicada y sensual danza de origen cubano.

DESAFORTUNADAMENTE EL JUEZ de Plaza Eduardo Delgado, acertado en lo taurino pero inflexible en lo que a la índole de la música durante el festejo se refiere, ordenó de inmediato al conjunto, con una fuerte rechifla del público, volver a los cauces de la tradición, por lo que el bien afinado grupo interpretó entonces La macarenita, uno de los pasodobles mexicanos más bellos y sentimentales, si no el que más.

DANZON Y TAUROMAQUIA, sin embargo, contra lo que pudieran suponer los puristas de una y otra expresión, van bastante más de la mano, y en los escasos compases que de Nereidas se escucharon los asistentes pudieron comprobar la similitud de tempos entre un atemperado pase de muleta, no un trapazo aprovechando el viaje, y el ritmo cachondísimo de esta danza urbana, basada en el típico cinquillo, no por poco difundida menos viva y seductora.

EN TODO CASO el danzón exige, para ser bailado como lo mandan los cánones, una contenida y gozosa serenidad ante la riesgosa proximidad, igualito que en el arte de lidiar reses bravas, pues. Lástima que el celo inoportuno de un juez de plaza impidiera corroborarlo esa inolvidable tarde.

Y COMO EL arte de la lidia en nuestro país casi se ha reducido a protagonismos de escritorio entre cumplidos funcionarios y falsos empresarios, continúan las conversaciones para modificar el Reglamento Taurino del Distrito Federal. Más que un debate de altura se trata del jaloneo entre los partidarios de la autorregulación a ultranza, aquella que justifica inclusive la ineptitud cuando alguien dice arriesgar su dinero, así sea sin el menor rigor de resultados, y quienes consideran que el espectáculo taurino no es ni invento de Televisa ni menos propiedad de empleados de confianza de algunos poderosos, tan ricos como ignorantes del compromiso que entraña salvaguardar una tradición como la taurina.

ƑMANTENDRA EL GOBIERNO del DF su decisión de que el Derecho de Apartado sea a perpetuidad para su poseedor o le seguirá otorgando un voto de confianza a quienes llevan ya 11 años esquilmando al público mientras hunden el espectáculo?