México D.F. Lunes 5 de abril de 2004
Los críticos del mandatario lo acusan
de "abrir demasiados frentes a la vez"
La forma en que Kirchner enfrenta los problemas da
nuevo perfil a Argentina
Con alianzas internacionales ha logrado sortear embates
de empresarios y acreedores
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 4 de abril. Recién llegado
al gobierno, el presidente argentino, Néstor Kirchner, manejó
un discurso fuerte frente a industriales locales y extranjeros, dueños
de las grandes empresas privatizadas, quienes continuaban demandando aumentos
a tarifas y otras medidas a pesar de las grandes ganancias que obtenían,
de las ventajas de contratos tramposos y del escaso cumplimiento en las
inversiones necesarias.
Había que avanzar en demasiados frentes. Por ejemplo,
renegociar la deuda externa "en condiciones que permitan invertir excedentes
de presupuesto en la producción, realizar una reforma fiscal y conseguir
que las compañías internacionales radicadas en el país
acepten regulaciones, controles y tasas de ganancia normales en los países
serios", analiza el periodista Carlos Gabetta.
Resalta que al gobierno se le "suele acusar -generalmente
por el temor de verlo fracasar- de abrir demasiados frentes a la vez, en
alusión al descabezamiento de la cúpula de las fuerzas armadas,
a la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final,
al impulso para renovar la Corte Suprema, a la intervención de la
obra social para jubilados, a su dureza en las negociaciones con el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y a su decisión de renegociar todos
los contratos establecidos con las 61 trasnacionales que adquirieron las
empresas del Estado en la década de los 90".
Gabetta
y otros analistas estiman que esas medidas se justifican en Argentina por
"la corrupción, la ineficiencia, el clientelismo y los malos hábitos
tan generales y profundos, pues para transformar al país no hay
otro remedio que enfrentar todos los problemas a la vez, porque están
imbricados. Por ejemplo, sería imposible acabar con la corrupción
sin cambiar la composición de la Corte Suprema y luego desplazar
a una buena cantidad de jueces".
Esto es visible ya que la impunidad en muchos hechos graves
posdictadura, como los crímenes de gatillo fácil,
los asesinatos entre mafias, que aún no se han esclarecido, las
amenazas a los fiscales y jueces que investigan a las mafias y la corrupción,
dan cuenta de la necesidad de ir mucho más a fondo en el sistema
judicial. También las leyes de reforma laboral del año 2000,
votadas en medio de una increíble corrupción, ante las exigencias
del FMI y la debilidad o complicidad del ex presidente Fernando de la Rúa,
que debieron ser derogadas sin miramientos, conservan elementos de claudicación
al poder y abren una gran cantidad de frentes.
Grupos de analistas del peronismo progresista estiman
que en las actuales circunstancias "la forma directa como Kirchner enfrentó
la realidad de algunos hechos, como las privatizaciones y las medidas que
fue tomando en ese sentido, son logros que no se muestran como espectaculares
pero dan un nuevo perfil al país".
Desde estos sectores se reprocha a algunos grupos de izquierda
su falta de reconocimiento a acciones muy importantes en la lenta recuperación
de "todo lo destruido". Tampoco se reconocen acciones de lenta reactivación,
como el reinicio de la comunicación ferroviara, después del
cataclismo menemista en el que las líneas férreas fueron
vendidas a empresarios privados y se desactivaron los servicios que unían
estratégicamente a todo el país, hundiendo a pueblos y ciudades
en la soledad. Un logro es la decisión de poner en marcha los talleres
ferroviarios de Tafí Viejo en Tucumán y otros del país,
así como la restauración de tramos en distintas provincias.
Otras acciones, como las obras rurales y urbanas, apertura
a diálogar con distintos sectores, proyectos que abarcarían
fábricas recuperadas, una de las mayores creaciones de la imaginación
popular en la crisis, o el aliento a las pequeñas y medianas empresas,
son pasos que apenas comienzan a reflejarse en la baja del desempleo y
una leve reactivación económica.
La situación laboral
Los dirigentes de empresas recuperadas estiman que necesitan
una fuerte acción gubernamental para agilizar sus proyectos y crear
nuevos empleos. Para los líderes de la Central de Trabajadores Argentinos
se deben dar pasos firmes en la legislación laboral para desbaratar
"las relaciones esclavas de trabajo", reimplantando las ocho horas, que
eran una conquista de años de lucha.
El temor es que con el paso del tiempo los desocupados
y la falta de educación técnica para los jóvenes produzcan
lo que algunos llaman "analfabetos laborales". La situación es abrumadora
para más de 2 millones de desempleados, ya que más de 50
por ciento de la población vive en la pobreza.
En tanto, es poco difundido por la prensa gubernamental
el trabajo "hormiga" de la Secretaría de Desarrollo Social, la cual
ha logrado modestos éxitos que resultan enormes para los sectores
beneficiados. Como señala Alicia Kirchner, hermana del mandatario,
"la situación social excede los límites de todo lo que uno
podría imaginar".
La sobrecogedora miseria en un país rico y despoblado
es otro frente en el que se necesita actuar. La demanda social continúa
en los sectores menos críticos con el gobierno o los que han aceptado
iniciativas para recuperar la cultura del trabajo.
"Todo es muy difícil. Nosotros hemos adoptado una
política responsable. Apoyamos y destacamos lo positivo del gobierno,
pero incluso, más allá de las críticas y demandas
que tenemos, mantenemos la movilización como forma precisa de sostener
los verdaderos pilares de la participación ciudadana, que es base
de la democracia", señala a La Jornada Jorge Cevallos, dirigente
de Barrios de Pie.
Hay otros movimientos que han optado por un enfrentamiento
abierto. Los dirigentes de éstos no hacen diferencia alguna entre
el menemismo y el actual gobierno y se están convirtiendo en referentes
para los medios de la derecha conservadora.
El peronismo progresista, cercano al mandatario, destaca
la forma en que Kirchner actuó frente a las empresas privatizadas
en los momentos más difíciles, como cuando "amenazaron con
cortes de luz, agua y otros servicios" a mediados de 2003.
A finales del año pasado los cortes de luz, que
inclusive afectaron a ministerios y a la Casa Rosada, hicieron salir al
presidente a pedir apoyo y advertir que su gobierno no se dejaría
extorsionar.
Ante la crisis energética, se comprobó que
la integración con Brasil y otros países logró aliviar
el problema. La reacción de Brasil, proveyendo energía eléctrica,
y de Venezuela, para enfrentar las amenazas de empresas privatizadas, demostraron
que eran válido acelarar la unión regional.
El pasado 17 de marzo Kirchner y su homólogo brasileño,
Luiz Inacio Lula da Silva, mostraron con resultados concretos la profundidad
de la alianza estratégica que están realizando, pese a todo
tipo de presiones. El compromiso da seguimiento al llamado Consenso de
Buenos Aires, de octubre de 2003 (en oposición al Consenso de Washington
de los años 90), en el que ambos países acordaron coordinar
sus negociaciones con el FMI.
Así, surge la idea base que es "convencer a los
países que mandan en los organismos financieros para que las pautas
exigidas a los emergentes no comprometan el crecimiento y la inversión
social".
Son distintas las situaciones en ambas naciones pero se
parte de "posiciones comunes", como aclararon en su momento el canciller
brasileño, Celso Amorim, y el jefe del gabinete argentino, Alberto
Fernández, al anunciar el resultado de la negociación. Una
alianza con Brasil, que podría extenderse a otros países
de la región, puede ser decisiva a la hora de fijar con el FMI las
metas fiscales del futuro, ya que el organismo demanda metas inalcanzables.
"Para nosotros, 3 por ciento es piso y techo", replicó Kirchner.
También destaca lo sucedido durante la pasada reunión
en Cancún, México, con el surgimiento de grupos rebeldes,
lo actuado en Monterrey en enero pasado y en las reuniones de los 15 (países
latinoamericanos y de Asia y Africa) que muestran la importancia de esos
cambios.
Aunque para quienes demandan cambios profundos éstos
son pasos menores, en el marco internacional, en América Latina,
resulta un gesto importante y rememora tiempos en los que se buscaban salidas
como en el Movimiento de Países No Alineados.
El jaloneo político
Para la derecha, esto es una "movida de la izquierda internacional".
Para la izquierda, es algo más en los juegos del capitalismo. Frente
a los acreedores privados, dipuestos a ir hasta los extremos, se ha logrado
una fórmula que ha ido obligando a revelar la naturaleza de los
"fondos buitres".
Hay severas demandas de la derecha para que Argentina
se pliegue a Estados Unidos y obedezca sin debatir al FMI. La izquierda
y el centro critican que se haya aceptado al Club de Bancos como mediador.
En este sentido, la demanda de los organismos humanitarios
y de izquierda es no pagar la deuda, no entrar al Acuerdo de Libre Comercio
de las Américas, no permitir el ingreso de tropas extranjeras y
no claudicar ante las presiones.
En estas horas los casos de un secuestro y un crimen impactante
han puesto de relieve el tema de la seguridad nacional y muestran el poder
del manejo mediático de la derecha, más allá de la
demanda de justicia. "Una eficiente política nacional de seguridad
no depende, por supuesto, del volumen y el rigor de las penas. Los partidarios
de la mano dura desearían hasta la pena de muerte, a pesar
de que sobran las evidencias para probar que ni aún esa pena máxima,
ahí donde se aplica, reduce el crimen. Tampoco son responsables
del auge criminal los defensores de la garantía de la ley para todos
los acusados ni es cierto que defienden los derechos humanos de los bandidos,
en vez de defender los de sus víctimas. Pero la crítica se
vuelve razonable cuando se reclama a las instituciones democráticas,
a los organismos de derechos humanos y a la izquierda que contribuyan sin
reticencia con todo el peso de sus experiencias en la elaboración
colectiva de políticas públicas en favor de la convivencia
pacífica y en pluralidad. De lo contrario estarían aceptando
la leyenda, según la cual, la seguridad es un asunto exclusivo de
las derechas".
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