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México D.F. Jueves 8 de abril de 2004

A 10 años de la tragedia, presenta un plan que pretende evitar matanzas en el futuro

Annan reconoce el fracaso de la ONU para impedir el genocidio en Ruanda

El presidente Kagame denuncia la actitud "vergonzosa" de la comunidad internacional

DPA, AFP Y REUTERS

Ginebra, 7 de abril. Al conmemorarse el décimo aniversario del genocidio en Ruanda, que dejó cerca de un millón muertos, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Kofi Annan, reconoció el fracaso del organismo y de la comunidad internacional para evitar la tragedia, y presentó un plan de acción para evitar en el futuro matanzas similares.

En una reunión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, Annan declaró que este fracaso no podrá ser reparado nunca. "El genocidio en Ruanda nunca debió ocurrir, pero pasó y ni el secretariado de Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, los países miembros, o los medios internacionales pusieron suficiente atención a las señales que anunciaban el desastre", resaltó.

Llamó a combatir con mayor efectividad las causas de este tipo de crímenes, entre las que, dijo, destacan el odio, el racismo, la intolerancia y la tiranía. "El mundo debe estar mejor preparado para prevenir un genocidio y actuar de manera decisiva para detenerlo si la prevención falla".

Presentó un plan de cuatro puntos que en términos generales apela a la prevención de conflictos armados y a la protección de civiles en caso de un enfrentamiento.

Hace exactamente 10 años ocurrió en Ruanda una de las peores tragedias del siglo XX. En cien días, una décima parte de la población del pequeño país de Africa central, en especial tutsis, pero también hutus moderados, perdieron la vida en matanzas planificadas por el poder extremista hutu, etnia mayoritaria.

En Nueva York, la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU también recordaron el fracaso de la comunidad internacional. El presidente de este último órgano, Gunter Pleuger, destacó que el consejo aprendió la lección de los terribles acontecimientos en Ruanda y desde entonces ha ampliado las posibilidades de intervención de tropas de paz de la ONU.

Ruanda también recordó los 10 años del genocidio en presencia de seis jefes de Estado o de gobierno, y entre los principales actos estuvo la inauguración, por parte del presidente ruandés, Paul Kagame, de un monumento en Kigali, la capital del país.

El acto culminante de la jornada se celebró en el estadio nacional, en la capital, donde Kagame -que dirigió la rebelión tutsi del Frente Patriótico Ruandés (FPR), que puso fin al genocidio en julio de 1994- denunció una vez más la actitud "vergonzosa" de la comunidad internacional, y criticó el papel de la ONU, y de Francia en particular. La presencia de cascos azules en Ruanda en 1994 dio a la población la idea de que no tenía nada que temer, pero "lo que ocurrió fue una vergüenza", subrayó.

La misión de mantenimiento de la paz de la ONU (Minuar), se desplegó en Ruanda precisamente mientras se sucedían los enfrentamientos, pero fue incapaz de parar el genocidio.

En cuanto a los franceses, añadió el presidente, "entrenaron y armaron a las fuerzas gubernamentales y a las milicias que iban a cometer el genocidio".

A su vez, el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, único dirigente occidental presente en Kigali, reconoció: "Todos fracasamos en nuestra misión, en vez de quedarnos y asumir nuestra responsabilidad, preferimos ignorar el horror. Incumplimos nuestro más elemental deber de humanidad".

Tras la muerte de 10 cascos azules belgas en Kigali, el 7 de abril de 1994, Bruselas, antigua potencia colonial de Ruanda, retiró a sus efectivos, que estaban mejor equipados que la Minuar.

Alain Juppé, presidente del oficialista partido Unión por una Mayoría Popular (UMP), en Francia, reconoció igualmente que su país tuvo parte de responsabilidad en el genocidio ruandés por no haber reaccionado a tiempo, pero rechazó que haya apoyado al régimen.

Sobre la acusación de que Francia entrenó a ruandeses de la etnia hutu, Juppé, quien entonces era ministro de Asuntos Exteriores, descartó que hubiera ocurrido algo así.

Como parte de los actos de conmemoración, unos 20 féretros con los restos de varios cuerpos exhumados fueron enterrados simbólicamente en una de las fosas del Monumento de Kigali, mientras Kagame encendió una llama que permanecerá encendida cien días, el tiempo en el que se realizaron los asesinatos.

En relación con otro conflicto en Africa, Annan señaló que podría ser necesario mandar una fuerza militar internacional a Sudán para detener la limpieza étnica en la región de Darfur, sacudida por los conflictos. Sin embargo, el canciller sudanés, Mustafá Osman Ismail, dijo que el país no necesita ayuda militar externa, aunque sí solicita asistencia humanitaria.

Grupos de milicianos árabes realizan una campaña de limpieza étnica para expulsar a los africanos negros de la región de Darfur, y el gobierno hace poco por detenerlos, dijo en días pasados Jan Egeland, coordinador de ayuda de emergencia de la ONU.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, condenó las atrocidades cometidas en Sudán y demandó a las autoridades a ponerles fin de inmediato.

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