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México D.F. Viernes 9 de abril de 2004

ECONOMIA MORAL

Julio Boltvinik

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

La desnutrición, ideologizada

Paradigma que busca minimizar la realidad

ƑChaparros por deficiencia nutricional o por etnia?

ENTRE MUCHOS CIENTIFICOS sociales, particularmente entre economistas, prevalece la idea de que si hay algún aspecto del estudio de la pobreza, de las carencias humanas, en el que existe un sólido fundamento científico es el de la alimentación. Por eso los economistas suelen inclinarse por medir la pobreza a través de la variante del método de línea de pobreza a la que he llamado de la canasta normativa alimentaria (CNA). Con este procedimiento sólo es necesario definir normas sobre los requerimientos nutricionales del ser humano, definir una canasta de alimentos que satisfaga esos requerimientos, calcular su costo y, por último, multiplicar éste por un factor para "tomar en cuenta" las necesidades no alimentarias, sin tener que definir normas sobre ellas, lo que evitan porque consideran que no hay fundamentos científicos sólidos para hacerlo. Sin embargo, cuando uno se acerca a la bibliografía sobre el tema, se percata de lo endeble que son los supuestamente sólidos fundamentos. Me propongo hoy analizar algunos problemas involucrados en el estudio de la desnutrición.

LOS ELEMENTOS CONCEPTUALES básicos sobre la desnutrición son los siguientes. En primer lugar, la identidad energética: el gasto de energía es siempre, por definición, igual a las fuentes de energía, que son dos: la proporcionada por los alimentos consumidos y el cambio en el peso corporal. Si alguien "ingiere" más energía que la que utiliza, su peso corporal aumenta; si "ingiere" menos energía que la que utiliza, su peso corporal desciende. Cuando la ingesta y el gasto energético coinciden, el peso corporal permanece constante y se dice que la persona está en equilibrio energético. Pero, como señala Peter Svedberg, el equilibrio energético no significa nutrición adecuada:

"Estará bien nutrida sólo si su equilibrio energético se logra a niveles de peso corporal y nivel de actividad física consistentes con la salud y la capacidad funcional. Si su equilibrio energético ocurre a un nivel muy bajo (aunque constante) de peso corporal y/o de nivel de actividad física (NAF), con consecuencias funcionales y en la salud negativas, la persona está desnutrida. Encontrarse en equilibrio energético debajo de los niveles críticos de peso corporal y de nivel de actividad física, se conoce usualmente como desnutrición crónica"1

Y A LA INVERSA, si el peso de una persona está disminuyendo no necesariamente significa que esté desnutrida, mientras su peso y su nivel de actividad física (NAF) sigan siendo adecuados. Si alguno de estos indicadores baja por debajo del punto de corte o umbral normativo (peso mínimo o nivel mínimo de actividad), entonces la persona en desequilibrio energético entra a un estado de desnutrición aguda.

HASTA AQUI, DICE SVEDBERG, llegan los consensos, mientras los disensos empiezan al definir los umbrales de peso y de actividad física mínimos. Según este autor, hay dos enfoques teóricos para la caracterización de la desnutrición: el paradigma del potencial genético (PG) y el paradigma de la adaptación y ajuste (AA). En el primer enfoque se parte de la idea que el cuerpo es un sistema que no sólo se autorregula, sino que se auto-optimiza. Por tanto, para cada individuo existe un estado preferido, caracterizado por un conjunto único de valores de las variables que describen los componentes del sistema (peso, altura, niveles de sangre, etcétera). Este estado preferido es óptimo para este individuo en todas las dimensiones funcionales.

EN CAMBIO, EN EL PARADIGMA AA, que es muy reciente, no existe un conjunto que sea óptimo en todas las dimensiones, sino más bien un rango amplio de pesos corporales y niveles de actividad física (NAF) compatibles con la salud y con diferentes capacidades. El peso óptimo depende de factores externos, tales como el tipo de actividad. Un supuesto esencial de este enfoque es que el individuo puede ajustar sus requerimientos energéticos mediante cambios en su peso corporal y en su NAF, de acuerdo con cambios en el medio externo, sin efectos dañinos en la salud o en las funciones. Pero la tesis más controversial de este paradigma, dice Svedberg, no es este ajuste, con el que están de acuerdo casi todos los académicos, sino la de la adaptación permanente al estrés nutricional sin daño funcional o a la salud (p. 20).

LA IDEA QUE ESTA DETRAS de este paradigma ha sido explicada por Partha Dasgupta, quien explica la expresión más radical del paradigma de ajuste y adaptación de la siguiente manera:

La tesis es que una buena parte de la variabilidad en las ingestas de energía captadas en encuestas entre personas similares que en promedio mantienen su peso corporal, está ocasionada por un mecanismo autorregulatorio, u homeostasis, que responde cambiando la eficiencia del metabolismo de la energía. Hay más que un poco de ironía en el hecho que esta tesis, que ha tenido mucha influencia entre los científicos sociales, no se base en ninguna evidencia fisiológica. 2

ESTA TESIS LLEVA A sus promotores a sostener que, por ejemplo, la eficiencia metabólica de la energía (proporción efectivamente aprovechada de la misma que se manifiesta en trabajo interno del organismo y trabajo externo al mismo) en una persona que ingiere mil 900 kilocalorías por día es de 0.5, mientras alguien que ingiere 3 mil 200 kilocalo-rías puede tener una eficiencia de sólo 0.3 y la eficiencia sería de 0.37 para quien ingiere 2 mil 550 kilocalorías. Como podrá comprobar el lector, al multiplicar las tres ingestas por su eficiencia, se obtiene prácticamente la misma cifra de energía efectivamente aprovechada: alrededor de 950 kilocalorías. Esto lleva a Dasgupta a expresar: "Esta coincidencia en valor refuerza la sospecha que la tesis de Sukhatme-Margen (los promotores principales de este paradigma) está basada sólo en una corazonada" (p. 449). El autor muestra evidencias de estudios metabólicos que rechazan esta tesis. Además añade: "Sucede que no hay virtualmente ninguna evidencia fisiológica que el cuerpo humano pueda operar con eficiencia variable en el metabolismo de la energía".

LA TESIS DE SUKHATME y coautores tiene una consecuencia que él mismo elabora: reducir sustancialmente los requerimientos nutricionales contra los cuales se compara la ingesta energética de una persona, con lo cual la estimación de la proporción de población desnutrida bajaría (en India la desnutrición bajaría de 40 por ciento a 20 por ciento). Aunque Dasgupta no lo expresa, me parece que se trata de una operación ideológica orientada a minimizar la prevalencia de la desnutrición.

CUANDO LA INGESTA ENERGETICA es menor que el gasto, como dije al principio al presentar la identidad energética, el ajuste tiene que venir por el lado de la pérdida de peso. Así lo muestran todas las evidencias, desde la personal de muchos de nosotros al adoptar una dieta baja en energía, hasta el más famoso de todos los experimentos sobre la biología del hambre: el experimento Minnesota (realizado en 1949). A un grupo de 32 hombres se les mantuvo, por 6 meses, con una dieta de semi-hambre de mil 570 kilocalorías diarias, 45 por ciento de la energía que ingirieron en los primeros tres meses durante la etapa de control (3 mil 492 kilocalorías al día) y que los mantenía en equilibrio energético sin cambios de peso. Dasgupta describe así los resultados:

"El peso corporal cayó y se estabilizó hacia el final de periodo de semi-hambre, cuando un equilibrio energético se había vuelto a establecer. La pérdida de peso medio fue de 24 por ciento y la grasa corporal bajó de 14 a 6 por ciento. El desempeño en la prueba de adecuación (Harvard Fitness Test) bajó al 30 por ciento de los valores del periodo de control. Los sujetos sufrieron una marcada pérdida de fuerza y de resistencia a medida que el periodo de semi-hambre avanzaba. Los hombres comentaron que sentían que estaban envejeciendo rápidamente. Se sentían débiles y se cansaban con facilidad. Se movían con cautela, subiendo escaleras escalón por escalón, y reduciendo movimientos innecesarios al mínimo" (p. 459).

DASGUPTA INCLUYE UN CUADRO que muestra cómo variaron los tres componentes del gasto de energía para adaptarse a esta reducción brutal de la ingesta. Los tres componentes son: la tasa de metabolismo basal, que es el gasto de energía en condiciones de descanso completo (en cama) sin comer y en una habitación sin cambios de temperatura. Es, por tanto, la energía necesaria para sostener la acción del corazón y la respiratoria, para remplazar tejidos y mantener la temperatura corporal. El segundo componente es la energía requerida para digerir los alimentos (termogénesis dietética); y el tercer componente es la actividad física. Todos los componentes del gasto de energía cayeron: el metabolismo basal en 39 por ciento, la termogénesis, 55 por ciento; mientras la actividad física fue la que más cayó: 71 por ciento.

LAS FORMAS EFECTIVAS de adaptación al medio y a las circunstancias se pueden clasificar en genéticas, fisiológicas y de conducta. La baja estatura de los pig-meos es una disposición genética, mientras que el desmedro (baja estatura para la edad) en infantes y niños en hogares pobres es una expresión de adaptación fisiológica; y, por último, el ahorro de movimientos corporales en respuesta a ingesta energética baja es una adaptación conductual.

ƑLA BAJA ESTATURA PROMEDIO de los mexicanos se explicará por una disposición genética como la de los pigmeos o por una adaptación fisiológica a la pobreza? El paradigma del potencial genético sostiene que prácticamente toda la humanidad, con muy pocas excepciones como los pigmeos, tiene el mismo potencial genético de peso y talla. Esta teoría es la que permite medir la desnutrición mediante indicadores de peso y talla en relación con la edad para menores, en comparación con la situación prevaleciente en países donde no hay (o hay muy poca) pobreza, de tal modo que la distribución observada de estaturas y pesos se acerca mucho al potencial genético.

SVEDBERG EXAMINA sistemáticamente las evidencias disponibles. Identifica tres métodos para diferenciar las causas genéticas de la adaptación fisiológica: 1) estudiar las estaturas de las clases privilegiadas dentro de un país o un grupo étnico; 2) estudiar las diferencias de estatura en el mismo grupo étnico en condiciones diversas (negros en EU y en Africa); y 3) medir las diferencias en estaturas entre grupos étnicos diversos que comparten el mismo ambiente y las mismas condiciones económicas. Svedberg sostiene que hay más de una docena de estudios que sugieren que los niños de origen étnico sudanés o bantú (que representan la mayor parte de la población negra de Africa) que viven en EU o en Canadá tienen la misma o ligeramente superior estatura que los niños de etnias caucásicas en los mismos países. En India, un extenso estudio mostró que los niños de 5 años de clase alta tienen estaturas muy similares a niños caucásicos de EU. Al mismo tiempo, la evidencia muestra las enormes diferencias en la estatura de niños por estratos sociales en India. Svedberg concluye que el grueso de las diferencias de estaturas entre menores debe atribuirse a adaptación fisiológica (a la pobreza) y no a diferencias genéticas, validando las estadísticas de desnutrición basadas en estatura. En cuanto a la estatura de adultos, las evidencias son mixtas. Algunas apuntan al mismo potencial genético de estatura, pero otras no (especialmente entre etnias de India y Japón y los caucásicos estadunidenses).

1 Peter Svedberg, Poverty and Undernutrition. Theory, Measurement, and Policy, UNU/WIDER Studies in Development Economics, Oxford University Press, Oxford, 2000, p. 18.

2 Partha Dasgupta, An Inquiry Into Well-Being and Destitution, Clarendon Press, Oxford, 1993, p. 441. El autor discute detalladamente esta tesis, sostenida por P.V. Sukhatme, en las páginas 443-452.

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