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E S P E C T A C U L O S
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México D.F. Domingo 11 de abril de 2004

Realizan en Zacatecas la tradicional procesión, acto solemne que data de 1590

''Cuando la Cuaresma se duerme... despiertan los pasos, el silencio''

Muestra la tristeza de la Iglesia al ver al Cristo yaciente, señala el padre Juan Pereyra

''Lo bajaron de la cruz a las seis de la tarde, pero se ignora la hora exacta de la resurrección''

ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO

Zacatecas, Zac., 10 de abril. Jesús de Nazareth estuvo muerto desde las tres de la tarde de un viernes hasta la madrugada del domingo, de hace más de 2000 años -"no se sabe la hora exacta", expuso el rector de la Catedral de esta ciudad, padre Juan Pereyra, en entrevista posterior al final de la Procesión del silencio, solemne acto litúrgico realizado en calles del Centro Histórico de la tierra de Ramón López Velarde, que en uno de sus versos vaticinó la visita papal para que oyera las campanas catedralicias.

Cuarenta días estuvo de nuevo en la tierra, hablando con sus discípulos, aunque la primera persona con la que habló después de resucitar fue María Magdalena, precisó el sacerdote, mientras a su lado el obispo de Zacatecas, monseñor Fernando Chávez, daba la bendición a todo aquel se acercara a saludarlo.

La Procesión del silencio es una de las manifestaciones de la fe cristiana más importantes. Comienza a las ocho de la noche y tiene similares en San Luis Potosí y en España. La fe señala: "Cuando la Cuaresma se duerme... despiertan los pasos, los costaleros, los tambores, despiertan los cirios, las túnicas, los capirotes, despiertan las calles... despierta el silencio".

Es un acto libre y doliente donde se muestra la tristeza de la Iglesia al ver al Cristo yaciente. En las parroquias las imágenes son cubiertas con velos, "para que toda la atención se centre en la figura de Cristo", agregó Pereyra. El recorrido en Zacatecas es por las calles Juan de Tolosa, Genaro Codina, Fernando Villalpando, avenidas Juárez e Hidalgo, para reunirse en la Plaza de Armas, donde recibirán -unos 300 fieles, en esta ocasión- la bendición del obispo Chávez.

Las aceras están repletas de gente, quienes se persignan y callan al paso de las imágenes, de los nazarenitos y macarenitas, del divino preso -Cristo atado de manos, sangrante-, de la Virgen de Fátima, del Señor de la Columna, de La flagelación, la Verónica, del Cristo Negro Roto, del Santo Encuentro, hasta la Virgen de la Soledad, que remata el contingente.

Son 12 las parroquias y los colores predominantes en medio de la noche son el negro, gris, azul, blanco, rojo y café. Adelante, los tambores y cornetas entonan una melodía fúnebre. El paso es lento, cansino, como si los pies estuvieran encadenados por los tobillos.

Mujeres enlutadas caminan silentes, los costaleros cargan pesadas ofrendas sobre sus hombros. Todo para recordar y solidarizarse con el dolor y la angustia de María, la madre de Jesús. María no tuvo palabras, sólo el silencio la rodeó. La procesión es así, un acto de condolencia. El Viernes Santo, el día en que Jesús fue arrebatado a su madre. El pueblo acompaña al Cristo muerto y a su madre en señal de duelo.

Este acontecimiento, esencialmente religioso, constituye una de las tradiciones más importantes en Zacatecas y de las más antiguas de México en su género. Tiene sus antecedentes más remotos en una procesión de Viernes Santo en Sevilla, que salía por las calles desde el siglo XIII, así como en las llamadas procesiones de sangre y pasos de la Pasión, que se realizaban de manera formal en Sevilla en el XVI. Pasó de tierras ibéricas a americanas.

Esta costumbre fue promovida e instituida en Zacatecas por los franciscanos, a finales del siglo XVI. En el monasterio de esta ciudad se fundó la Cofradía del Santo Entierro de Cristo Nuestro Señor, el 9 de abril de 1590, para que cada Viernes Santo se hiciera memoria de los dolores de María a causa de la muerte de su hijo.

La procesión comienza con el descendimiento de Cristo de la cruz, continúa con el camino a su entierro y concluye con el pésame a la Virgen. Durante los siglos XIX y XX se interrumpió por diversas causas -la Revolución Mexicana, entre otras-, pero reinició desde hace 15 años, en lo que la Iglesia llama "nueva época".

Jesús muere, según la Iglesia, pero resucita. Mientras el cuerpo de Jesús yace, "el alma se va a Dios", dijo el padre Pereyra. "Su alma estaba en el Cielo. El alma vive, el cuerpo es el que muere, pero ni el cuerpo ni el alma separaron de su divinidad. Tanto el cuerpo como el alma quedaron vivos en la divinidad, porque es verdadero Dios y verdadero hombre. Ese es su misterio. Nadie supo la hora exacta en que resucitó; los evangelios no lo dicen. Se cree que con la primera persona que habló fue su madre María, pero que sepamos realmente estuvo primero con María Magdalena. Luego estuvo con Pedro y los demás apóstoles, durante 40 días. Se les aparecía y se les desaparecía, en diferentes lugares. Lo bajaron de la cruz como a las seis de la tarde. Estuvo enterrado desde la noche del viernes, el sábado, hasta la madrugada del domingo".

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