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E C O N O M I A
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México D.F. Jueves 15 de abril de 2004

Fred Rosen *

La nueva solidaridad laboral

El pasado jueves primero de abril, conforme a los "acuerdos laborales paralelos" del TLCAN, la Organización Administrativa Nacional (OAN) del Departamento del Trabajo de Estados Unidos empezó a revisar una petición en favor de la libertad de asociación en México. La petición -la decimoquinta expuesta ante la OAN en favor de los derechos laborales en México- fue presentada por un grupo estadunidense llamado Estudiantes Unidos en Contra de los Talleres de Explotación (United Students Against Sweatshops, USAS) en conjunto con sus socios mexicanos, el Centro de Apoyo al Trabajador, grupo independiente con sede en Puebla.

La OAN revisará las acusaciones de los estudiantes de que el gobierno mexicano no ha hecho cumplir su propia ley de protección de los derechos laborales. La petición se refiere a dos maquiladoras poblanas, Matamoros Garment, ubicada en Izúcar de Matamoros y Tarrant México, de Ajalpan. Por contrato con diversas marcas conocidas, las dos maquilas fabrican ropa que se comercializa en el mercado estudiantil de Estados Unidos. Es por ello que USAS ha enfocado su interés en el asunto.

Es un caso que nos ofrece un buen ejemplo del valor y los límites de la solidaridad laboral entre Estados Unidos y México.

La petición alega prácticas laborales con las que los activistas mexicanos están bien familiarizados, sobre todo la violación al derecho a organizar sindicatos independientes. También menciona salarios no pagados o pagados con retraso, coerción a trabajar horas extras, maltrato verbal de los patrones, falta de higiene en las instalaciones y hostigamiento a militantes sindicalistas.

Lo que los peticionarios principalmente quieren, dice Molly McGrath, una de los dos militantes de USAS que redactaron la petición, "es un compromiso serio del gobierno mexicano para que conceda registros a los sindicatos independientes sin poner los obstáculos que hemos visto en estos casos".

El 13 de enero de 2003, una clara mayoría de los trabajadores de Matamoros Garment firmaron los documentos para formar el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Empresa Matamoros Garment (Sitemag) y eligieron un comité sindical. El 20 de enero el comité presentó los documentos necesarios a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de Puebla. El 26 de marzo la junta negó el registro al Sitemag. Citó cinco errores menores en la petición (un nombre escrito incorrectamente, por ejemplo), sin dar al sindicato aviso ni tiempo para corregirlos.

De modo parecido, el pasado 7 de agosto, con la afiliación de más de 700 de los mil 100 trabajadores de Tarrant México, el Sindicato Unico Independiente de Trabajadores de Empresa Tarrant México (Suittar) entregó su petición de registro a la Junta local, misma que en octubre rechazó la petición, según el abogado Arturo Alcalde, por razones igualmente menores y absurdas.

Hay que recordar, comentó Alcalde, que el proceso de registro es un proceso administrativo. En caso de un error menor, hay que dar al peticionario la oportunidad de corregirlo. Estos rechazos son la base de la petición internacional ante la OAN.

Al aceptar la petición para su revisión, la OAN acordó llevar a cabo una sesión pública en la que todos los interesados podrían presentar sus posiciones. Si decide que hay evidencia suficiente de que los derechos laborales fueron violados, puede mandar el caso a "estudio de especialistas" y/o puede ordenar consultas entre el Departamento del Trabajo de Estados Unidos y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social de México. El poder de la OAN no va más allá.

"Sabemos que las herramientas de la OAN son débiles", nos comenta McGrath, del grupo estudiantil, "pero si podemos dar más publicidad al caso estaremos satisfechos. Hemos presionado a las marcas que contratan con las maquilas. Ahora queremos presionar al gobierno mexicano en torno al cumplimiento de los derechos laborales."

Los estudiantes están conscientes de que el gobierno actual de Estados Unidos, inclusive su Departamento del Trabajo, está muy lejos de ser "amigo de los derechos laborales", así como de estar dispuesto a hablar de protocolos internacionales. Sin embargo, dice el organizador nacional de USAS, Ben McKean, la lucha consiste en hacer presión. "Nos toca presionar a nuestro Departamento del Trabajo para que presione a sus homólogos en México". El poder con el que cuentan es la habilidad de negar a las compañías (casi todas con amigos en el gobierno) la rentable autorización de obtener el etiquetaje universitario en su ropa.

A largo plazo, el grupo intentará seguir enfocándose precisamente en esas compañías. Es ahí donde radica su poder. Aunque es cierto que las compañías contratan con las maquilas por sus costos bajos, es igualmente cierto que quieren estabilidad en México y una buena imagen ante los universitarios.

Una parte significativa del movimiento estudiantil estadunidense, además de oponerse a la guerra de Bush y luchar por sus derechos culturales, se ha solidarizado con el movimiento laboral global. Su solidaridad podría, pues, llegar a ser una palanca interesante en la lucha laboral mexicana.

* Periodista, ex director de la revista Nacla, Report on The Americas

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