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México D.F. Jueves 15 de abril de 2004

Se ha pasado 40 por ciento de su administración en retiros de descanso

Bush, al rescate de su imagen ante un creciente coro de críticas a su gobierno

Su administración atraviesa una coyuntura grave, como la de Irak, dice el New York Times

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

bag26-104437-pihWashington y Nueva York, 14 de abril. El presidente George W. Bush fracasó esta semana en el rescate de su imagen de comandante en jefe de la "guerra contra el terrorismo", ante un creciente coro de críticas a su manejo de esta amenaza antes y después del 11 de septiembre de 2001, y la falta de un plan para resolver la crisis de la ocupación de Irak.

Obligado a presentarse frente a las cámaras y reafirmar su posición ante el público por lo que recientes encuestas registran como un mayor cuestionamiento de su liderazgo y el manejo de la guerra en Irak, Bush intentó subrayar su visión misionera como el defensor del mundo civilizado y promotor de la libertad concedida a cada humano por Dios.

Advirtió que un fracaso en Irak, donde se juega el destino del "mundo civilizado", sería celebrado por los enemigos de Estados Unidos en todo el mundo, y afirmó que su país no es "un poder imperial... es un poder liberador..."

Con la guerra en Irak, insistió, "estamos cambiando el mundo". En los próximos días se sabrá si esta grandilocuente presentación logró cambiar la opinión de los estadunidenses, que al parecer están cada vez más preocupados por su estilo de liderazgo y los costos de su política exterior.

La revelación de que el presidente decidió permanecer de vacaciones jugando golf durante un mes, después de haber recibido un informe en el verano de 2001 advirtiendo que Al Qaeda tenía intenciones de atacar a Estados Unidos no ayudó la imagen de Bush como comandante en jefe atendiendo los asuntos de Estado y las amenazas a la seguridad pública. De hecho, al evaluar su itinerario, algunos medios informaron que Bush se ha pasado casi 40 por ciento de su presidencia fuera de la Casa Blanca en retiros de descanso presidenciales (su rancho en Texas, Campo David y el retiro de la familia Bush, en Maine).

En su conferencia de prensa del martes trasmitida en vivo por todas las cadenas nacionales de televisión, Bush no calmó las preocupaciones en el sentido de que Irak se está convirtiendo en otro Vietnam. Descartó toda comparación y hasta señaló que sugerir tal analogía pone en peligro a las tropas estadunidenses. Pero una encuesta de Newsweek de la semana pasada registró que la mayoría de los estadunidenses cree ahora que Irak podría convertirse "en otro Vietnam en donde Estados Unidos no cumpla con su objetivo, a pesar de años de involucramiento militar".

Su discurso "no convenció"

Bush dio la impresión de que se necesitarán más tropas, que se mantendrá la presencia militar más tiempo y que se requerirá más dinero, y no pudo ofrecer ninguna respuesta específica sobre cómo resolver la crisis de Irak. William Kristol, analista ultraconservador, declaró al diario Los Angeles Times poco después del discurso de Bush: "estuve deprimido. Obviamente apoyo la guerra y por tanto no necesito que me convenzan. Pero para aquellos que tienen dudas o están preocupados, no creo que haya ofrecido argumentos para convencerlos. No explicó cómo vamos a ganar allá".

El New York Times, en su editorial principal de hoy, concluyó que el presidente simplemente "falló" al abordar las dudas que más preocupan al público en esta coyuntura. A la vez, en este país, donde cada día menos gente lee periódicos o ve noticias en televisión, es difícil medir el impacto de las palabras de Bush. Pero muchos aliados republicanos del presidente que trabajan en favor de su relección en noviembre comienzan a expresar su preocupación y a solicitar que la Casa Blanca haga más para comunicar de manera efectiva las acciones del presidente ante el electorado.

En un análisis de su presentación, el New York Times señaló que la sensación en este país "no es que sólo Irak esté en una coyuntura crítica, sino también la presidencia de Bush".

Parte del problema es la creciente percepción de que este presidente no es muy activo. Cuando empeoró la situación de seguridad en Irak la semana pasada, permaneció de vacaciones de Pascua en su rancho en Texas, a miles de kilómetros de la Casa Blanca. Sus funcionarios insisten en que Bush tiene un "estilo administrativo" diferente al de sus antecesores, ya que no intenta manejar todos los detalles del Ejecutivo y delega más responsabilidades a sus subordinados, lo que resulta en un jefe de Estado más eficiente.

Tal vez el argumento tiene su lógica, pero la percepción es terrible cuando aparecen imágenes de Bush descansando en su rancho mientras las pantallas muestran las batallas en Irak, o cuando jugaba golf a principios de agosto de 2001 después de haber sido informado por la CIA y la FBI de que Al Qaeda estaba preparando secuestrar aviones y realizar un atentado en Nueva York.

La Casa Blanca insiste en que el presidente trabaja durante sus retiros, entre los partidos de golf, y que, al igual que en ese verano de 2001, recibe informes de su equipo de seguridad nacional todos los días. Pero para un presidente que reitera que el país está "en pie de guerra", sus largas ausencias de la Casa Blanca serán cada día más difíciles de defender durante un año electoral.

Simplemente, subrayan sus críticos, este presidente no está al mando. Sustentando esta impresión, entre otras cosas, está la sorprendente demanda de la Casa Blanca de que Bush sólo estaría dispuesto a testificar ante la comisión bipartidista que investiga los atentados del 11 de septiembre si es acompañado por el vicepresidente Dick Cheney. Anoche, Bush rehusó responder a preguntas sobre por qué necesitaba a Cheney a su lado y rehusó comparecer solo, como lo había solicitado la comisión.

Esto refuerza la impresión del presidente esbozada por su ex secretario de Tesoro Paul O'Neill después de renunciar el año pasado: Bush casi nunca hacía preguntas y parecía poco atento a detalles durante las reuniones con su gabinete.

Estas percepciones han resucitado chistes sobre la inteligencia y talento del mandatario. "Hoy la Casa Blanca admitió que el presidente Bush fue advertido en el verano de que Al Qaeda podría haber estado planeando secuestros en Estados Unidos. Claro, ahora el Congreso está demandando explicaciones", declaró el comediante Jay Leno, del popular programa Tonight Show, la semana pasada. "Quieren saber qué era lo que sabía Bush, y cuándo se lo explicó Dick Cheney". Leno agregó otro: "¿Cómo ven esta ironía? ¿Alguna vez pensaron hace dos años que Bush estaría en apuros por algo que sabía?"

A pesar de que sólo se trata de comedia y charla, resulta que este tipo de programas televisivos se han convertido en una fuente de noticias con gran impacto en la opinión pública, particularmente para el segmento de adultos jóvenes. Esto preocupa a la Casa Blanca, donde los estrategas buscan proyectar la imagen de un comandante en jefe firme y confiado.

Sus comentarios provocan nuevas dudas

Pero sus estrategas tendrán que ser muy cuidadosos con el guión de su espectáculo político. En la conferencia de prensa del martes, los comentarios durante la sesión de preguntas (o sea, fuera del discurso por escrito) provocaron nuevas dudas sobre qué tan enterado esta el presidente en su manejo del país. "Nadie en nuestro gobierno... o nadie en un gobierno anterior, podría imaginar estrellar aviones contra un edificio a una escala tan masiva", respondió Bush a una pregunta.

Sin embargo, como la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, había reconocido ante la comisión del 11-S la semana pasada, las agencias de inteligencia habían presentado varias advertencias sobre posibles atentados de Al Qaeda, incluyendo algunos que mencionaban específicamente aviones. Además del ahora famoso documento de inteligencia del 6 de agosto de 2001 encabezado "Bin Laden determinado a atentar contra Estados Unidos", la comisión ha descubierto otros documentos anteriores al 11 de septiembre sobre la amenaza de atentados planeados por Bin Laden dentro de Estados Unidos.

De hecho, estrategas del Pentágono consideraron en abril de 2001 realizar un juego de guerra para probar la respuesta a un escenario donde un avión secuestrado fuera estrellado contra el Pentágono. Al parecer, no eran pocos dentro del gobierno antes del 11 de septiembre los que estaban imaginando precisamente este tipo de atentados. El hecho de que Bush no lo sabía sólo comprueba, para sus críticos, que el comandante en jefe no tiene la mano sobre el timón.

La pregunta es: si Bush no está a cargo, ¿quién sí? Y si esa duda queda en el aire, la carta principal en el juego electoral del presidente -como líder de la defensa de la civilización misma y comandante en jefe en la cruzada contra el mal- se verá minada. Por eso hay alarmas sonando en la Casa Blanca y por eso Bush se vio obligado, por tercera vez en su presidencia, a dirigirse al público estadunidense en horas de mayor audiencia televisiva, para intentar recuperar su imagen.

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