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México D.F. Domingo 18 de abril de 2004

Antonio Gershenson

Tarifas eléctricas: Ƒlas entiende el consumidor?

Se está dando un proceso de revisión del sistema de tarifas eléctricas. En el entendido de que no es el único elemento a discutir en la materia, considero que es muy importante que los consumidores comprendan por qué se les está cobrando la cantidad que se les cobra. Y el sistema vigente es de tal manera complicado, que es prácticamente imposible que esto suceda, por lo menos en la gran mayoría de los casos.

Las tarifas domésticas incluyen tres sistemas sobrepuestos entre sí, uno para cada rango de consumo. La aplicación de cada uno no se basa simplemente en el consumo del recibo que incluye ese cobro, sino que hay una especie de elemento acumulativo. Si trazamos una curva del aumento del precio por kilovatio-hora (la unidad de energía usada para los cobros) de febrero de 2002, veremos una especie de letra "M" (eme), con casi todos sus trazos curvos. Eso quiere decir que el porcentaje de aumento tiene altas y bajas, aunque en promedio es más cara la electricidad para quienes consumen más, pero en algunos rangos de consumo es mayor para consumos más bajos. En cambio, hay consumos en los que hay un "salto" hacia arriba. Es posible que un aumento en el consumo relativamente pequeño se traduzca en un aumento en el cobro de alrededor del doble.

El usuario afectado, en general, no va a saber a qué se debe ese aumento repentino, y podrá buscar cualquier explicación, desde un error hasta intenciones malévolas. Y, dependiendo del clima, habrá otras seis tarifas domésticas, cada una con sus saltos.

Las tarifas llamadas de uso general, cuando la electricidad se recibe a menos de mil voltios, que es el caso de muchos pequeños usuarios no domésticos, varían de otro modo, y de manera distinta entre sí dependiendo de si el consumo es más alto o más bajo (tarifas 2 y 3).

Las tarifas de uso general aplicables a tensión media (cuando la electricidad se recibe a un rango que va de los mil voltios a los 35 mil) tienen otro tipo de complicaciones. Se cobra una cantidad por el consumo máximo, otra por la energía consumida y, en las tarifas llamadas horarias, diferentes cantidades dependiendo de la hora del día y de la noche en que se consumió cada kilovatio-hora.

También existe una gran cantidad de tarifas si la electricidad se recibe a lo que se llama alta tensión, superior a 35 mil voltios. Las tarifas varían según el voltaje de alimentación, la región del país, la época del año, la hora del día o de la noche y la demanda máxima.

Además de las llamadas tarifas generales, las hay específicas para el bombeo de aguas en los servicios municipales, para el agua de riego, para el alumbrado público y para servicios temporales como los de las ferias de temporada.

Como vemos, el sistema tarifario es de tal manera complicado que hace imposible su comprensión, por lo menos para la gran mayoría de los usuarios. Esto a su vez reduce sensiblemente el efecto que una tarifa más alta pueda tener en la reducción de consumos excesivos, el uso más eficiente de la electricidad, o inclusive en inversiones que determinen un menor consumo de energía. Además, contribuye a generar descontento y oposición a políticas del sector eléctrico.

Un sistema alterno debe ser más accesible para los consumidores a los que se aplica. Por ejemplo, debe haber una sola fórmula para las tarifas domésticas. Está muy bien que se cobre más al que más consume, pero de una manera fácil de captar. Es más, en el recibo o factura del consumo eléctrico deben llenarse espacios para los pasos del cálculo de modo que sea visible, transparente, cómo se llegó del consumo en kilovatios-hora al monto a pagar en pesos.

En las tarifas para consumidores mayores, el mismo criterio general debe aplicarse, pero contarán también otros elementos. Por ejemplo, el consumo en las "horas pico" es problemático para quienes prestan el servicio público de energía eléctrica. Debe quedar claro cuánto se pagó, o cómo se reflejó, la demanda máxima que alcanzó a tener en cualquier momento ese consumidor, de modo que esto induzca no sólo medidas de uso eficiente de la energía, sino otras encaminadas a "suavizar" los picos de consumo.

Las tarifas, como dice la ley vigente, deben ser suficientes para mantener el servicio y para continuar su crecimiento, su desarrollo. Pero al mismo tiempo implica que la Secretaría de Hacienda quede fuera de su administración, que no pueda seguir manejando desde fuera a esa industria con propósitos recaudatorios, ni para jueguitos macroeconómicos, ni menos aún para mantener subsidios a sus amigos banqueros.

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