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México D.F. Lunes 19 de abril de 2004

En tres meses la autoridades cambiaron su estado de salud

La esquizofrenia, salida para el atacante de Díaz Ordaz

Afirmaron que su hermano pidió que lo enviaran al hospital

GUSTAVO CASTILLO GARCIA /III

El primer diagnóstico siquiátrico de Carlos Francisco Castañeda de la Fuente lo declaraba sano. Tres meses después lo declaró enfermo mental el entonces director del Servicio Médico Forense del Distrito Federal, Miguel Gilbon Maitret, el mismo que el 2 de octubre de 1968 "certificó" para la Procuraduría General de la República (PGR) que en la Plaza de las Tres Culturas sólo hubo 26 muertos.

Poca es la información que se tiene acerca del proceso jurídico que se le siguió a Castañeda de la Fuente, pero se sabe que la juez segundo pupilar (luego se convirtió en juzgado familiar) de la ciudad de México, Dea Esperanza Velasco Jiménez, aceptó, en combinación con autoridades de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que mediante un juicio sumario se le declarara enfermo mental y quedara internado en el Hospital Siquiátrico Samuel Ramírez Moreno, "para su examen y tratamiento".

Ahí sirvió hasta de conejillo de indias. Con él se ensayaron "una amplísima gama de medicamentos. Propiamente todos los neuropilépticos, ataráxicos y antisicóticos conocidos, e inclusive formó parte del lote de pacientes donde se realizó el estudio clínico farmacológico de investigación".

La referencia médica de Castañeda de la Fuente es similar a los dictámenes que se han hecho de Mario Aburto Martínez, homicida de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI en 1994 a la Presidencia de la República.

La única diferencia es que mientras Castañeda pasó 23 años recluido en un hospital siquiátrico, Aburto lo hace en una prisión de máxima seguridad.

Castañeda de la Fuente habría alcanzado una pena máxima de cinco años por intento de homicidio.

El 7 de marzo, pese a que pasó un mes sometido a prácticas de tortura en la DFS, a Castañeda de la Fuente le fue aplicado su primer examen siquiátrico, y el doctor José Pérez Ares, jefe de la Oficina Médico Criminológica, declaró: "en la actualidad no presenta una patología siquiátrica evidente" y desechó "una sicosis paranoide".

Para el 5 de junio de 1970, el doctor Gilbon Maitret, jefe del Servicio Médico Forense, dictaminó en una diligencia ministerial realizada en el Hospital Siquiátrico Samuel Ramírez Moreno que Castañeda de la Fuente "sí padece una enfermedad mental, se trata de un débil mental con un estado paranoico cuyo núcleo patológico relevante es un delirio idealista reformador, situación que corresponde de modo evidente a un proceso de anormalidad síquica [...] presenta un índice de peligrosidad social y por tanto requiere de internamiento en un lugar especializado".

La resolución judicial con la cual fue internado supuestamente se hizo a "petición de su hermano (Pedro) y del agente del Ministerio Público", indica el oficio elaborado por José Sánchez Torres, director del referido nosocomio, y el cual fue enviado en 1993 al que en ese entonces y hasta ahora funge como titular de los Servicios de Salud Mental de la Secretaría de Salud, Salvador González Gutiérrez.

Sin embargo, Pedro Castañeda de la Fuente aseguró que la aceptación del internamiento de su hermano Carlos en el hospital siquiátrico se hizo "para que ya no hubiera más nada. Se dijo que era lo mejor y se aceptó para que pagara su error".

Pedro Castañeda, al igual que sus hermanos Jorge y Aurelia, y los amigos de Carlos, Alberto Bedolla, otro de apellido Castillo y Noé Angeles, permanecieron una semana detenidos y sujetos a tortura, para que confesaran si habían tenido alguna responsabilidad en el atentado. Salieron libres.

Castañeda de la Fuente llegó al siquiátrico "con un diagnóstico presuntivo de proceso sicótico ezquizofrénico paranoide de curso crónico e incurable", según un dictamen elaborado para la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en 1993, por el doctor Marco Antonio Cupich, tratante directo de Castañeda.

En 1974, el doctor Luis Antonio Gamicchipi Carbajal informó al doctor Rafael Velasco Fernández, entonces director general de Salud Mental, que Castañeda de la Fuente "llegó a este hospital procedente de la DFS, con oficio de la juez segundo de pupilar de la ciudad de México, la licenciada Dea Esperanza Velasco Jiménez, expediente 408-7, en el que se indicaba que en el juicio sumario de interdicción seguido en favor de Carlos Francisco a petición de su hermano y del agente del Ministerio Público se disponía quedara internado en este hospital para su examen y tratamiento".

Para justificar que estaba trastornado, se afirmó entonces que dos miembros de su familia presentaban "datos patológicos y que el proceso sicopatológico -de Carlos- comenzó tal vez desde la adolescencia temprana con ideas de referencia a grandes conflictos intelectuales y emocionales sobre problemas políticos, sobre sus roles sexuales y su papel en la vida; graves conflictos conscientes entre la Iglesia y el Estado que corresponden, al parecer, a conflictos inconstantes entre sus tendencias impulsivas y sus normas morales desde hace cuando menos ocho años (1964).

"Aparición de un sistema delirante complejo con aspectos megalomaniacos, interpretativos, de desconfianza, contenidos místicos y políticos iniciados de manera catatímica con hechos de la vida real con evidente inadaptación al medio; fue en estas condiciones que cometió el atentado contra altas autoridades del país que no tuvo consecuencia alguna en la realidad."

El informe de Gamicchipi Carbajal reconoció, en 1974, que desde su ingreso, el 4 de junio de 1970, estuvo internado "en el pabellón 6, pequeño espacio construido expresamente para él por la Comisión Constructora de Ingeniería Sanitaria de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA), que acató instrucciones del doctor Salvador Aceves Parra.

"Su construcción está a prueba de atentados, pues es un bloque macizo de concreto con un techo cuadriculado de viguetas muy pesadas y con cerraduras especiales en cada una de las dos celdas que componen dicho pabellón, el cual tiene otra puerta de acceso al mismo, y en el exterior una alambrada de protección en todo el perímetro con dos puertas.

"Actúan como enfermeros y vigilantes de este pabellón dos personas en la mañana, dos en la tarde y cuatro en la noche, estando encargado de la atención del paciente de manera directa el jefe del pabellón de confinados, el doctor Horacio González Martínez.

"Desde que fue internado, las diversas autoridades que han intervenido en este asunto son las siguientes: de manera directa, la DFS de la Secretaría de Gobernación, por intermedio de su director, el capitán Luis de la Barreda; la juez segunda pupilar de la ciudad de México, Dea Esperanza Velasco Jiménez; el tutor del enfermo, designado por la juez, el licenciado Iván Lagunes, quien depende de la Secretaría de Gobernación y, finalmente, la Dirección de Salud Mental de la SSA, a través de este hospital, que es el encargado de su custodia y tratamiento."

Cuatro años pasó Castañeda de la Fuente en el pabellón 6. Luego de muchos informes enviados a la Secretaría de Gobernación, fue cambiado al pabellón 5, con los llamados enfermos peligrosos. Ahí pasó 18 años.

Sin embargo, el doctor Marco Antonio Cupich elaboró un informe el 17 de noviembre de 1993, en el que afirmó: "la inteligencia (de Castañeda) impresiona".

Hasta ese año, y a pesar de todas las vivencias de Castañeda de la Fuente nunca se le vio "implicado en problemas o incidentes violentos. Mayormente se le observa solo y ensimismado". El diagnóstico fue "bueno para la vida, reservado para la función".

Pero con él no sólo se ensayaron "una amplísima gama de medicamentos", sino que se le "realizó un estudio clínico farmacológico que se presentó en el quinto congreso mundial de la especialidad".

Los diagnósticos eran contradictorios y, en ocasiones, hasta increíbles. Por ejemplo, el 15 de octubre de 1978 José Antonio Talayero Uriarte, director del Hospital Siquiátrico Samuel Ramírez Moreno, informó al juez segundo de lo familiar: "adaptativamente puede decirse que (Castañeda de la Fuente) se ajusta a las circunstancias del lugar; sin embargo, no deja de mostrar cierta angustia pensando en su futuro, pues siente que proseguir o permanecer con esta medida reclusoria le impediaría algo productivo, como trabajar.

"La conclusión de su estado mental es positiva, ya que no manifiesta síntomas agudos, persistiendo residualmente algunas manifestaciones, pero no son de importancia; clínicamente es coherente y congruente, no deforma la realidad, la maneja aceptablemente, siendo su delito místico en forma atenuada, que no irrumpe en su realidad objetiva. Está ansioso por salir, como producto de los juicios valorativos de su futuro, lo cual parece lógico en su reacción. Conserva sus funciones mentales aceptablemente [...] siendo nuestros criterio médico, el que puede ser dado de alta."

Sin embargo, lo mantuvieron 15 años más en el siquiátrico.

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