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E C O N O M I A
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México D.F. Viernes 30 de abril de 2004

ECONOMIA MORAL

Julio Boltvinik

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

Consecuencias de la desnutrición

Lectores refrendan que es subestimada

HOY VOY A DEJAR que hablen mis lectores. Tendré el privilegio de dar la palabra a tres amables lectores que reaccionaron a las dos entregas anteriores de mi columna dedicadas al tema de la desnutrición (9 y 16 de abril) enviándome textos muy sustantivos con aportaciones y uno con una crítica. Son tan ricos que en lo sustancial me limitaré a citarlos.

EN PRIMER LUGAR cedo la palabra a María Dolores Cervera, quien es profesora asociada del Departamento de Ecología Humana del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional, en su unidad de Mérida. Ella se dedica, desde hace más de 20 años, al estudio de la desnutrición en niños mayas yucatecos menores de 5 años. El Cinvestav es uno de los centros de investigación más prestigiados del país. En primer lugar, la investigadora señala que, puesto que lo planteado en las entregas referidas "no es más que la punta del iceberg del gravísimo problema de la desnutrición y de sus consecuencias, me gustaría compartir mi conocimiento y experiencias sobre una parte del resto del iceberg".

REFIRIÉNDOSE A LA POLEMICA teórica que relaté en mis entregas entre el paradigma del potencial genético y el de la adaptación y ajuste, ella dice (por razones de espacio he tenido que omitir las numerosísimas referencias bibliográficas que incluye y, además, citar extractos de su texto):

Efectivamente, hacia principios de la década de los 80 se propuso la llamada small but healthy hypothesis (hipótesis de "chaparros pero sanos"). Desde entonces, la hipótesis ha sido motivo de controversia, pues, si bien es cierto que el organismo realiza una serie de ajustes y es capaz de adaptarse a una ingesta deficiente en cantidad y calidad, lo hace a expensas de su deterioro. El ajuste y la adaptación, aunque son relevantes para la supervivencia de la población como conjunto, tienen un costo a nivel individual que, finalmente, repercutirá en la propia población.

PASA LA AUTORA al tema de las consecuencias de la desnutrición:

Los costos de la desnutrición, no sólo de la severa, sino también de la leve y moderada, están bien documentados en la literatura. En primer lugar, la muerte. Puffer y Serrano y Escudero documentaron la existencia de un subregistro de desnutrición como causa de muerte, ya sea directa o asociada a enfermedades infecciosas en Latinoamérica, incluyendo México. Así, los primeros reportaron que la desnutrición se asociaba a 60.9% de las muertes debidas a infecciones y parasitosis intestinales. En otras palabras, más del 60% de las muertes de niños de ese grupo de edad podían haberse evitado si no hubieran estado desnutridos. Esto porque la desnutrición y las infecciones actúan de manera sinérgica deteriorando, aún más la salud de los niños. La desnutrición debilita el sistema inmunológico y, por tanto, indirectamente incrementa el riesgo de padecer infecciones. Estas, especialmente las intestinales que se presentan con diarrea y vómito, pueden provocar desnutrición si se trata de episodios largos o recurrentes. Más recientemente, la OMS (Organización Mundial de la Salud) calculó que, de manera directa o indirecta, la desnutrición está relacionada con 49% de los 10 millones de muertes anuales de niños menores de 5 años en el mundo, que son debidas a enfermedades prevenibles (infecciones fundamentalmente). Peor aún, Pelletier y colaboradores reportaron que en la mayoría de estos casos se trata de desnutrición leve a moderada.

PERO LAS CONSECUENCIAS, muestra la investigadora, no se agotan en sus efectos directos en la mortalidad:

En cuanto a las consecuencias cognoscitivas y sobre el comportamiento, los niños son especialmente vulnerables a la desnutrición en los primeros dos años de vida, ya que es una etapa de acelerado crecimiento del sistema nervioso central. Se ha documentado que la desnutrición en todos sus grados causa apatía, mayor irritabilidad, reducción de comportamientos exploratorios y de juego, reducción de actividad motriz, cambios en la interacción cuidador-infante, retraso de desarrollo, menor aprovechamiento escolar, menor coeficiente intelectual y problemas de atención e impulsividad similares a los que presentan niños con desorden o trastorno por déficit de atención (antes conocido como hiperactividad). Más aún, está documentado que los déficit presentados por individuos que sufrieron desnutrición severa en los primeros años de vida, continúan hasta la edad adulta.

SON REVERSIBLES ALGUNAS consecuencias, pero otras no:

Una revisión relativamente reciente de estudios sobre los efectos de la desnutrición, tanto en humanos como en animales de laboratorio (especialmente la rata) concluye que algunos de los cambios provocados en el sistema nervioso central son reversibles después de la rehabilitación nutricional (los anatómicos, por ejemplo), pero otros no (alteraciones en neurotransmisores y sus receptores). Estas últimas comprenden funciones relacionadas con emotividad, motivación y ansiedad, cuya alteración se manifiesta en menor capacidad para responder en condiciones de estrés. Por ello, se postula que los efectos cognoscitivos observados serían resultado de estas respuestas alteradas.

ASI CONCLUYE: "Frente a esta evidencia es, desde luego, insostenible la hipótesis de chaparros pero sanos". Posteriormente la autora se ocupa del tema de la subestimación de la desnutrición, que abordé en dichas entregas:

Ahora, con respecto a la evaluación antropométrica del estado nutricional, quisiera señalar que la subestimación a que hace referencia Peter Svedberg [autor que cité extensamente en las entregas de Economía Moral] puede ser aún mayor si consideramos dos elementos más. Primero, los índices que presentan la OMS, Unicef, FAO en sus publicaciones no son los más adecuados, ya que, como se señala en la entrega del 16 de Economía Moral, se refieren a una sola dimensión corporal, sea peso para la edad o talla para la edad. Esto contraviene la propuesta hecha en los 70 por Waterlow, quien propuso el uso combinado de los índices talla para edad (desmedro) y peso para talla (emaciación). Estudios realizados con bases de datos de la propia OMS sugieren que desmedro y emaciación son dos procesos distintos de desnutrición. Desde el punto de vista biológico, las dimensiones de peso y talla representan procesos distintos de crecimiento. Sin embargo, es necesario enfatizar la necesidad de utilizar el índice peso para la edad en conjunto con la clasificación propuesta por Waterlow, ya que es común encontrar desmedro, ausencia o mínima presencia de emaciación y presencia de peso bajo. Este es el patrón reportado para Latinoamérica precisamente y es el que he encontrado también entre niños mayas yucatecos. La probabilidad de subestimar la frecuencia de desnutrición por una selección inadecuada de índices antropométricos disminuye si se utilizan en conjunto la clasificación de Waterlow y peso para edad.

ESTA CONCLUSION COINCIDE con la propuesta de Svedberg, quien planteó (ver Economía Moral, 16/4/04) un Indice Compuesto de Falla Antropométrica (ICFA) que integra los tres indicadores de peso para la talla, talla para la edad y peso para la edad. La autora continúa su crítica a las mediciones, indicando que el punto de corte usado para separar los desnutridos de los que no lo están subestima la desnutrición también:

Por otra parte, la utilización de menos dos desviaciones estándar como punto de corte para distinguir individuos desnutridos de adecuadamente nutridos, si bien tiene una base estadística (es decir, se utiliza el extremo izquierdo de la distribución de peso y talla), carece de una sólida base biológica. Ciertamente, los niños clasificados como desnutridos presentan déficit cognitivo y de comportamiento, como muestran los muy diversos estudios ya referidos. Sin embargo, un estudio en prescolares mexicanos de una comunidad rural mostró que en el caso de los efectos de la desnutrición sobre el desarrollo, ese punto de corte no es el mejor. Se observó que los prescolares con desnutrición marginal eran menos activos, menos sociables e interactuaban menos con sus padres y otros individuos que los niños sin desnutrición marginal. El punto de corte utilizado fue menos de 1.5 desviaciones estándar, que fue seleccionado después de graficar los datos antropométricos con los de comportamien-to. Esto muestra que hay otra fuente de subestimación de la frecuencia de desnutrición y que es necesario contar con criterios de carácter funcional y no sólo estadístico para identificarla.

PARA TERMINAR, LA BRILLANTE investigadora aborda el sentido político con el que se hacen y usan las mediciones, tanto en desnutrición como en pobreza:

Al igual que en el caso de la hipótesis de "chaparros pero sanos", la discusión que subyace para definir un punto de corte con el objeto de identificar individuos desnutridos es la distribución de los recursos para disminuir la frecuencia de desnutrición. El problema se plantea en términos de a quién dirigir la ayuda alimentaria considerando que los recursos disponibles no son suficientes para todos. Desde luego, la respuesta es clara: a los más necesitados, a los más perjudicados. El problema es: Ƒquiénes son? ƑSólo los que pueden morir? ƑO se incluye a aquellos que sin estar en grave riesgo de muerte presentarán alguna clase de déficit posteriormente? De ahí que, bajo esta racionalidad, la desnutrición siempre será subestimada. Lamentablemente, la misma racionalidad guía los programas de combate a la desnutrición, a la pobreza, etcétera. Nunca se cuestiona el verdadero problema de la desnutrición. La discusión oficial dominante se limita a verla como un problema de carencia, de producción insuficiente, cuando en realidad se trata de un problema de acceso o, más bien, falta de acceso. Amartya Sen se referiría a titularidad. De ahí que el problema se limita, en esa visión, a un problema técnico y así, una vez fracasada la Revolución Verde, ya tenemos la nueva alternativa: los transgénicos, aun cuando el acceso al alimento continuará siendo la causa principal del hambre.

COMO APRECIARA EL LECTOR, la contribución de la investigadora es sustancial. También recibí un texto de Hilario Sánchez García, quien no indica a qué se dedica y aborda la relación entre desnutrición y mielinización, concepto que estima más importante que los índices de peso y talla y que explica de manera muy didáctica:

Si la alimentación influye en el potencial de crecimiento de cada individuo aunque no se disponga de "tecnología genética" (sic) para medir este índice, la mielinización incide en el potencial de esa cosa etérea llamada inteligencia o coeficiente Intelectual. ƑSerá lo mismo? La mielina, proteína de muy elevado peso molecular, compuesta en su mayoría por grasas (lípidos) y aminoácidos esenciales, llamados así porque no los produce o genera el organismo a partir de otros nutrientes, como ocurre con los demás, cubre la inmensa red de nervios o axones -algo así como la cinta aislante de los cables eléctricos o la capa protectora de las bobinas- de cerebro, nervios craneales y periféricos. Esta protección permite la correcta conducción de impulsos nerviosos y químicos en todo el sistema nervioso, mediante el cual se potencializan funciones inteligentes como memoria, concentración y acaso capacidad de aprendizaje y, al alimón, afianza las denominadas uniones o placas neuromusculares para optimizar el tono de músculos y que éstos respondan de manera ideal a los estímulos: lo que llamamos "buenos reflejos" y potencia muscular. La formación de mielina o mielinización es un proceso fisiológico desarrollado en tiempo finito: en la gestación y desde cero a siete años. Luego de eso, nada.

HILARIO SANCHEZ LOGRA caracterizar muy bien las consecuencias de la desnutrición en el desarrollo intelectual y físico. Añade, con toda claridad, las causas económicas del problema:

Para desventura, esta proteína, compuesta por largas cadenas de aminoácidos y por ello de gran peso molecular -de enorme calidad, pues-, se produce merced a ingestión de alimentos ricos en aminoácidos esenciales, como son las proteínas de origen animal, léase carne, pescado, leche y sus derivados, aunque vegetales como trigo y aguacate, entre otros, los tienen, pero en menor escala. Utilizo desventura por ser estos alimentos, en virtud de su precio, los de menor disponibilidad para la gran masa poblacional.

POR ULTIMO, RAUL RICAÑO Bustillos me envía observaciones de carácter estadístico, que mucho agradezco y a las que daré respuesta en privado por su carácter técnico. Igualmente recibí un correo electrónico con artículos sobre el tema que agradezco (y que espero comentar pronto).

ES MUY GRAVE la subestimación de la desnutrición, así como que se subestimen sus consecuencias. Afecta, como dicen los lectores, el diseño de las políticas públicas. Es la misma actitud que asumen en el tema de la pobreza los organismos internacionales, sobre todo el Banco Mundial y muchos gobiernos, incluido el de México.

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