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México D.F. Martes 18 de mayo de 2004

Marco Rascón

La lucha por el registro del PRD

Hoy es conocido que algunos grupos sabotearon el registro del PRD en 1989 con el propósito de que el nuevo partido tuviera que optar por el registro del PMS. Cientos de miembros del PMS hicieron de este gesto una muestra de generosidad, pero otros sabían que eso les daba la posibilidad de seguir administrando los recursos, las prerrogativas y la administración del registro del nuevo partido surgido del amplio movimiento democrático de 1988.

Esto provenía del error en que cayó el PMS al retrasar su sumatoria al amplio movimiento democrático, mediante argumentos formales. Los que hoy controlan el partido son fundamentalmente el núcleo del viejo PST fundado por Rafael Aguilar Talamantes, maestro a su vez de Jesús Ortega y Graco Ramírez, que durante la campaña de 1988 presionaron a Heberto Castillo a no unificar su candidatura, lo cual le costó al PMS, por aquella tardanza, ser el partido de menor votación de los que integraban el Frente Democrático Nacional.

Al ser convocados a la formación del PRD, mediante el llamamiento al pueblo de México que hizo Cuauhtémoc Cárdenas, para la burocracia del PMS y en particular los grupos de Ortega, Graco, Navarrete, Gilberto Rincón Gallardo, Alcocer, Amalia García, Raymundo Cárdenas, Ramón Sosamontes y René Bejarano se trataba de establecer su acceso a las prerrogativas y el control del aparato del nuevo partido. Hay que recordar que tanto en el interior del país como en el DF estos grupos prácticamente fueron borrados por la movilización popular y su primera tarea fue establecer un cerco cortesano en torno a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. En gran medida las discrepancias entre las dos figuras principales del movimiento democrático fueron profundizadas mediante la intriga sistemática de este entorno sectario y burocrático que coadyuvaba con el salinismo para romper la unidad del movimiento democrático.

Otros agrupamientos como la "trisecta" se formaron en respuesta reactiva a esta idea y por eso el PRD nace inoculado de sectarismo, prácticas, pleitos de grupos y vicios burocráticos.

En aquellos momentos el enemigo a vencer era todo aquello que fuera identificado como Corriente Democrática, la identidad de Cárdenas, Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, más el movimiento popular, campesino, sindical, universitario y democrático que hubiese establecido relación con la Corriente Democrática, sin pasar por los intereses de la vieja burocracia asentada en el PMS.

En este sentido, la idea de que el PRD no tuviera registro propio era fundamental para estos grupos que luego se pusieron alegremente el mote de "corrientes", con la meta de establecer una condición de control y beneficio a cambio de permanecer.

Ya para el segundo Congreso del PRD éstos logran algo fundamental: legitimar las corrientes mediante el estatuto y la elección por planillas, mismas que no fueron tocadas en este ilegal octavo congreso de finales de marzo.

Estos mismos grupos son los que hoy, ante los escándalos y el desprestigio al que llevaron al PRD, han propuesto ya el cambio de nombre al partido del sol azteca y por tanto continuar su obra depredadora con nuevas siglas y el mismo registro del que se apoderaron.

Ante esto, el proceso de la convención y el octavo congreso democrático del 20 y 21 de marzo se ha propuesto no sólo recuperar al Partido de la Revolución Democrática como identidad política nacional que representa valores desechados por la burocracia, sino iniciar la lucha por el registro, pues hoy el deslinde es un proceso de organización profunda.

Ayer, se ha presentado ya ante el IFE la demanda contra el octavo congreso espurio y su naturaleza ilegal, demanda que, frente a la idea de cambiar las siglas del PRD, es la posibilidad de recuperar íntegramente los principios del partido y sus responsabilidades, llevando el deslinde a fondo y recuperando la posibilidad de un registro propio del PRD obtenido con plena legitimidad y no por concesión de algún grupo.

Las tareas son complejas; algunas de las principales son la reconstrucción del proyecto de nación y ver al país en la perspectiva no de 2006 solamente, sino de los próximos 25 o 50 años, reconstruir el debate ideológico, hacer de la vida partidaria un lugar abierto a las ideas, el espacio natural de la intelectualidad y las convicciones nutridas por los movimientos y los temas actuales.

En principio se requiere unificar el partido en torno a principios y programas. Paralelamente es necesario luchar por el registro propio para el PRD, hoy identificado con los colores originales, pues la labor es fundamentalmente política y no administrativa.

El gran error de los burócratas es que han realizado una labor de administradores (por cierto malos) del registro, y para ellos el capital son votos que convierten en prerrogativas, dando origen al pragmatismo más grosero, al cual le llamaron "izquierda avanzada".

Esta lucha por el registro es parte del debate jurídico, ideológico, organizativo y político que tenemos enfrente para recuperar al PRD como instrumento de formación y combate.

La tarea interrumpida hace 15 años debemos hacerla. Es lo justo y lo necesario para recuperar la independencia del PRD.

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