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México D.F. Lunes 24 de mayo de 2004

Octavio Rodríguez Araujo

Falsas igualdades

Después de escribir Izquierdas e izquierdismo (Siglo XXI Editores, 2002), Octavio Rodríguez Araujo se quedó con la inquietud de explorar ''la otra cara de la moneda: las derechas y las ultraderechas''. Por entonces en Francia el ultraderechista Frente Nacional había obtenido en la primera vuelta electoral casi el mismo porcentaje de votos que el candidato fuerte de la derecha, Jacques Chirac. Paralelamente, sobre todo a partir del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de George W. Bush en Estados Unidos ''revelaba un rostro más ultraderechista que sus antecesores''. Al mismo tiempo, por primera vez en México gobernaba un presidente que hacía abierta prédica de sus creencias religiosas y sus filias empresariales. Rodríguez Araujo vio en ese contexto motivos de preocupación, ''sobre todo porque ha estado de moda hablar de la sociedad posideológica, en la que referirse a las izquierdas y a las derechas era, en el mejor de los casos, un asunto del pasado''. El tema de moda era ''la democracia'', a la que se presentaba como ''una panacea: si hay democracia se resuelve todo. Y, obviamente, no es así''. En el debate contemporáneo sobre el significado de ''las izquierdas y las derechas'', el analista, profesor emérito de la UNAM, se dio a la tarea de demostrar que se ha utilizado a la democracia como pantalla para ocultar la hiriente desigualdad; desigualdad claramente asociada al nuevo auge de las derechas. De todo ello se ocupa Octavio Rodríguez Araujo en su libro más reciente, Derechas y ultraderechas en el mundo, de próxima aparición y del cual ofrecemos un adelanto por cortesía de Siglo XXI, la casa editorial que lo publica.

La díada izquierda-derecha ha querido ser sustituida por la oposición democracia-totalitarismo. Los ideólogos "del liberalismo y del capitalismo triunfantes", con más recursos propagandísticos que los del socialismo, han querido ocultar, con las ventajas indiscutibles de la democracia sobre el totalitarismo, que esta oposición se ubica en una dimensión diferente a la oposición igualitarismo-no igualitarismo.

La creencia generalizada de que la Unión Soviética y otros países eran socialistas, llevó a pensar, con pocas excepciones, que al fracasar aquélla el socialismo perdía vigencia, que el socialismo había sido derrotado. Al revelarse, para todos los que quisieran verlo, que en los países llamados socialistas la democracia ha sido un bien limitado (cuando no ausente), se estableció una igualdad aparentemente lógica, pero inexacta: socialismo igual a totalitarismo, y de aquí se dedujo otra igualdad también aparentemente lógica pero igualmente inexacta: capitalismo igual a democracia.

En este razonamiento se han ocultado cinco realidades que quisiera resaltar: 1] El socialismo no ha existido, por lo que no ha podido fracasar ni, para el caso, ha sido totalitario. No debe confundirse el socialismo, como aspiración no realizada, con lo que se ha querido presentar como tal y que, ciertamente, ha tenido innegables características de totalitarismo. 2] El liberalismo, como ideología fundacional del capitalismo, sólo acepta la igualdad de los seres humanos en el ámbito formal de la ley y la política: todos los ciudadanos son iguales, cuando ha sido ampliamente demostrada su falsedad en la práctica, es decir en la aplicación real y concreta de la ley y en la exclusión histórica -incluso de la política- por razones de pobreza, analfabetismo, raza, género o religión (bastaría recordar que, por ejemplo, el voto femenino -que es equivalente en número al masculino- fue acordado en Gran Bretaña y en Estados Unidos en 1918 y 1920, respectivamente, en Francia y en Italia en 1945, en Argentina en 1951, en México en 1953, y en Suiza a partir de 1971. Asimismo, que en 1965 se les concedió, por primera vez, el derecho de voto a los afrodescendientes del sur de Estados Unidos). 3] El capitalismo ha generado desigualdades sociales y económicas, no sólo entre los seres humanos sino entre naciones, y estas desigualdades han aumentado a pesar de la democratización extendida en los últimos años. 4] Si bien es cierto que en los países de orientación socialista, llamados socialistas, el totalitarismo ha existido y es frecuente, y que en los países capitalistas la democracia formal es en la actualidad una categoría más o menos generalizada, no siempre ha sido así: el fascismo en sus diferentes versiones y las dictaduras militares han sido recursos del capitalismo para sostenerse, y el fascismo en cualquiera de sus versiones ha sido totalitario y capitalista a la vez; 5] Democracia, autoritarismo, dictadura y totalitarismo, en su expresión formal, son categorías que corresponden, típicamente, a la dimensión política; igualitarismo y desigualdad sociales son categorías que, en este contexto, están más determinadas por la economía que por otras circunstancias, aunque teóricamente dependan de decisiones políticas de "gobiernos comprometidos".

Nota bene a propósito de la realidad número 4: El totalitarismo en la URSS, sobre todo en el stalinismo, tuvo orígenes distintos al de la Alemania nazi, señala Enzo Traverso. En términos de su genealogía, dice, "si el antisemitismo y el imperialismo constituyen etapas esenciales en el proceso de formación del nazismo, no jugaron prácticamente ningún papel en el nacimiento del stalinismo". En otro texto, Michael Löwy, citando a Martine Leibovici, hace notar que "se pueden comparar Kolimá y Buchenwald, pero no el Gulag y Treblinka". Y tiene razón: los primeros fueron campos de concentración en Siberia y en Alemania, respectivamente; el Gulag era un sistema de campos soviéticos de trabajos forzados en tanto que Treblinka fue un campo de exterminio masivo de judíos polacos -por medio de gases (monóxido de carbono)- instalado por los nazis como parte de la Operación Reinhard. Por brutales que hayan sido ambos sistemas, que lo fueron, no podemos igualar el ejercicio de la violencia mediante trabajos forzados en una prisión (Gulag o campo de concentración, para el caso), con el ejercicio de la violencia mediante el exterminio masivo de quienes fueron calificados como razas inferiores por quienes se creyeron superiores.

Nota bene a propósito de las realidades números 3 y 5: El coeficiente de concentración o índice Gini (IG) mide el grado de desigualdad en una sociedad. Es un índice que permite hacer comparaciones entre países y en diferentes momentos, sujeto a la veracidad de los datos y al método utilizado para constituir los indicadores. Los criterios varían. Por ejemplo en Europa occidental suele usarse una medida estándar de ingreso deflactada mediante una escala común para todos los países, mientras que en América Latina suele trabajarse con base en encuestas metodológicamente no estandarizadas. Sin embargo, el IG permite hacer comparaciones suficientemente confiables de desigualdad. Un índice de 0 (cero) significaría igualdad total y un índice de 1 (uno) desigualdad total; es decir 0.20 significaría una sociedad casi sin desigualdades, 0.40 nos indica una mayor concentración de ingresos (mayor desigualdad) y un índice de 0.60 nos habla de una sociedad muy desigual donde unos cuantos tienen muy altos ingresos y el resto vive en condiciones de límite de pobreza. El Banco Mundial explica muy bien el uso de este índice. "En el Brasil y Hungría, por ejemplo, los niveles de PNB per cápita son bastante similares, pero en el Brasil la incidencia de la pobreza es mucho más alta [...] En Hungría, el 20% (quintil) más rico de la población recibe aproximadamente 4 veces más que el quintil más pobre, mientras que, en el Brasil, el porcentaje que obtiene el quintil más rico supera en más de 30 veces al que recibe el quintil más pobre [...] Esa relación es, como promedio, del orden de 6:1 en los países de ingreso alto. En el mundo en desarrollo, la desigualdad, medida de la misma manera, varía según la región: es de 4:1 en Asia meridional; 6:1 en Asia oriental y Oriente Medio y Norte de África; 10:1 en África al sur del Sahara, y 12:1 en América Latina." Estos últimos datos los usaré más adelante en referencia a América Latina.

Por países (en números redondeados a dos decimales y en diferentes años), Suecia tenía un índice de 0.25, Estados Unidos de 0.40, México de 0.52, Brasil y Sudáfrica de 0.59, Sierra Leona de 0.63, Laos de 0.37, Jordania de 0.36, Burundi de 0.33, Moldavia de 0.41, Turquía de 0.42, Vietnam de 0.36, China de 0.40.67 Laos, Jordania, Burundi, Vietnam o China, suelen ser considerados como países no democráticos, y algunos definitivamente no lo son por ser gobernados por autócratas. Como puede observarse, la democracia no tiene nada que ver con la desigualdad en un país, ni tampoco con tendencias al igualitarismo. Si se observa históricamente el índice de Gini queda claro que en Estados Unidos la desigualdad ha aumentado de 1967 a 1992, mientras que en Indonesia, que no es un país caracterizado por su democracia, la desigualdad ha disminuido de 1978 a 1990. En 1999 Indonesia tenía un IG de 0.32 (igual que en 1990) y Estados Unidos de 0.40 en 1997, como ya se mencionó.

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