<-- regresar a la portada

LA CHISPA DE LA COMPETENCIA 31 de mayo de 2004

Karla Torrijos

El rápido crecimiento de Big Cola en el mercado refresquero nacional no fue del agrado de los involucrados en el sector, pues a tan sólo dos años de su arribo a México, esta empresa peruana ya cuenta con una participación en el comercio de 5 por ciento.

Esta situación ocasionó que las embotelladoras de las trasnacionales líderes del sector, Coca-Cola y Pepsi, con una participación en el mercado de 45 y 30 por ciento, respectivamente, plantearan una serie de denuncias y quejas contra la refresquera.

Las embotelladoras acusan a Ajemex, empresa productora de Big Cola, de competencia desleal, ya que, según las refresqueras, no paga licencias de marca; utiliza nuevos puntos de venta, como tortillerías; ofrece menor precio, no cuenta con flotilla propia de distribución y los salarios de sus empleados están por debajo de lo que pagan las otras empresas.

La presentación de 2.5 litros de Coca-Cola cuesta 12 pesos, mientras que la de 3.1 litros de Big Cola vale tan sólo nueve, cifra que representa poco más dos tercios del costo de la primera.

bigcolaBNLa reducción en los precios al consumidor permitió que la firma peruana incrementara paulatinamente su participación en el mercado mexicano.

Estas cuestiones, según los denunciantes, permiten que Big Cola disminuya sus costos de producción y, por tanto, ofrezca menor precio a los consumidores de bebidas de cola, lo cual los pone en gran desventaja.

El sindicato de la industria embotelladora de refrescos también se quejó. La organización denuncia que las presuntas prácticas ilegales del grupo Ajemex generaron la pérdida de 3 mil empleos, así como una disminución de 3 por ciento en las ventas en todo el país.

Para Ajemex las acciones de sus competidores constituyen una campaña de desprestigio. Señala que sus ventajas radican en no pagar licencias de marca y gastar sólo en publicidad dirigida al actual mercado meta: los jóvenes.

Big Cola no cesa en su intención de captar más consumidores. Planea duplicar en 2009 su participación dentro del mercado refresquero mexicano, así como construir una planta embotelladora en algún estado del norte del país.

México, al ser el segundo país con mayores índices de consumo de refrescos, representa un mercado sumamente fértil y atractivo para las embotelladoras internacionales.

Datos de la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) revelan que en 2001 el consumo per cápita de refrescos en México fue de 149.9 litros, segundo más alto en el mundo, cifra apenas superada por Estados Unidos.

En ese mismo año la industria de refrescos y aguas carbonatadas representó 10.5 por ciento del PIB de la división de alimentos, bebidas y tabaco; 2.7 por ciento del PIB de la industria manufacturera y 0.6 por ciento del PIB nacional.

La refresquera peruana no ignoró estos datos y en 2002 decidió incursionar en un sector dominado por un duopolio. Hecho que, para estas dos empresas significó el principio de una fuerte competencia en el mercado refresquero nacional.

Para colocarse en el gusto de los consumidores mexicanos Big Cola optó por ofrecer el mismo producto, pero a menor precio. La estrategia ha obtenido buenos resultados al efectuarse en México, donde sus habitantes gastan anualmente 118 mil millones de pesos en bebidas de cola, revelan datos de la Procuraduría Federal del Consumidor.

A dos años de haber llegado al país, Big Cola tiene una planta embotelladora en Puebla, presencia en 26 estados de la República, cuenta con 31 centros de distribución y 160 mil puntos de venta §


<-- regresar a la portada