Carlos Bonfil

La sensualidad de Olga

Esta semana dio inicio la edición 11 del Festival Cinematográfico de Verano de la Filmoteca de la UNAM. El evento arrancó el 4 de junio y culmina el 29 de julio, e incluye ocho largometrajes de siete países, que se proyectan alternadamente en siete salas capitalinas y una en Cuernavaca. Los títulos: El ojo, de Danny y Oxide Pang Chun (Hong Kong, 2002); Bar El Chino, de Daniel Burak (Argentina, 2003); Koktebel, de Boris Khlebnikov (Rusia, 2003); šQue te calles!, de Francis Veber (Francia, 2003); El rastreador, de Rolf de Heer (Australia, 2002); Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín (España, 2003); La sensualidad de Olga, de Jérôme Bonnell (Francia, 2001), y Un filme hablado, de Manoel de Oliveira (Portugal, 2003).

Destaca en la selección un primer largometraje francés, La sensualidad de Olga (Le chignon d'Olga), realizado por un joven de 23 años, Jérôme Bonnell. Una historia de seducción en el marco de un duelo familiar. La muerte de la madre ha sumido a una familia en un estado de consternación e impotencia. Gilles, el padre, escritor de libros infantiles, padece un bloqueo severo y es incapaz de producir más cuentos; Julien, su hijo, tampoco puede retomar su afición por el piano y se abandona a la indolencia y al flirteo inútil con Olga, vendedora en una librería. Emma, la hija del novelista, se divide entre la confusión sexual que le provoca su amistad con la amiga lesbiana que la corteja, y el celoso cuidado que dedica a su padre viudo, cortejado a su vez por una vecina. Julien mantiene una relación compleja con su confidente y amiga Alice, quien sufre de un amor mal correspondido. Este laberinto afectivo, la temporada del año en que transcurre la historia (un verano casi canicular), y el carácter bucólico de los encuentros y desencuentros sentimentales, todo evoca la influencia del veterano Eric Rohmer y sus cuentos y proverbios. Incluso el título original, El moño de Olga, semeja una prolongación de otro, igualmente sugerente, La rodilla de Claire. Un admirador de Rohmer apreciará en esta cinta la delicadeza de las situaciones, el tono aletargado de la actividad veraniega, y el candor de los protagonistas, lamentando tal vez las precipitaciones de algunas escenas pretendidamente cómicas muy a distancia del rigor y la malicia del autor de La coleccionista. Por otro lado, quien no guste del cine de Rohmer quedará, con lo anterior, suficientemente advertido.

Lo innegable en esta película es la destreza con que el debutante Bonnell dirige a su grupo de actores y la manera inteligente en que lleva su relato desde el duelo inicial hasta las opciones afectivas con que cada protagonista intenta superarlo. Domina aquí el tema de la iniciación sexual (incompleta para los dos hermanos, postergada tal vez para otro verano), aunado a una sensación de pérdida y orfandad. La figura del padre es fascinante, como lo es también su lenta transformación en cómplice, camarada de penas afectivas, vulnerable como todos los demás, y como ellos atento a toda posible compensación amorosa. Hay el recurso a la fantasía y al humor como gratificaciones vicarias, el gusto también por la poesía (Lautréamont), y una fuerte afición por el cine de Chaplin, en particular por la película El circo, referencia recurrente.

La sensualidad de Olga es una experiencia intimista, a un paso del relato autobiográfico, realizada con pocos recursos y un reparto de actores poco conocidos. A Julien lo interpreta un estupendo Hubert Benhadmine en su primera aparición fílmica, y a su progenitor, un Serge Riaboukine en una prestación memorable, a lo Maurice Pialat. Cabe señalar que pese a la evidente influencia del realizador de Un cuento de verano (Rohmer, 1996), Bonnell elabora una voz propia y un estilo muy sólido. Nada más alejado de la comedia romántica en boga, de sus planteamientos rutinarios y soluciones previsibles, que esta observación en filigrana de los entusiasmos juveniles en contraste con la experiencia serena, a ratos desencantada, de adultos como Gilles, el padre, o la sensual Olga, también madre de familia. Una película fresca, con un encanto especial, que seguramente augura expresiones de madurez aún más refinadas.

La sensualidad de Olga se exhibe esta semana en el cine Lumiere Reforma.

[email protected]