337 ° DOMINGO  6 DE JUNIO DE  2004
Historias de Maquilatitlán
El sindicalismo dócil
de la frontera

TANIA MOLINA RAMIREZ

Un sindicato que no representa a los trabajadores, vacaciones que impiden las visitas familiares y bonificaciones que reducen el salario son algunas de las denuncias de los empleados de Delphi, la segunda empleadora del país, con plantas en Reynosa, Tamaulipas

  
Trabajadoras de Delphi
Fotografía: Comité Fronterizo de Obreras
VIRGINIA GOMEZ ROSETE, de 48 años, se plantó frente al secretario general de la CTM en Reynosa, Javier Hernández Salas, le mostró un recibo de salario por 60 centavos y le pidió una explicación del descuento.

Junto al líder sindical, una mujer comenzó a dar explicaciones y la veracruzana Virginia Gómez, trabajadora de Delphi –la segunda empleadora del país–, no la dejó terminar:

–Le estoy preguntando al señor.

Y el señor dijo:

–No puedo contestar aquí, tengo mi oficina.

Y “se dio la vuelta y se fue casi corriendo”, cuenta Gómez, en entrevista telefónica con Masiosare.

Ese día, el pasado primero de mayo, no le fue nada bien al líder sindical de las seis plantas de Delphi en Reynosa (Delnosa).

Tras el desfile del Día del Trabajo, al llegar a la plaza con un contingente de delegados sindicales, los trabajadores recibieron a Hernández Salas con gritos de “¡Fuera líder corrupto! ¡Vendido!” A los empleados de Delphi se unieron voces de obreros de otras maquiladoras.

Javier Hernández “se puso blanco”, cuenta Gómez.

Fue entonces cuando ella se le acercó y lo cuestionó. Y fue entonces que el dirigente sindical puso pies en polvorosa.

“No hemos vuelto a saber de él”, dice la obrera.

Bueno, no directamente. El pasado 27 de mayo, Virginia Gómez fue despedida. Un empleado de Recursos Humanos le dijo: “La empresa ya no quiere nada con usted”.

Ese mismo día, despidieron a Raúl Acevedo y Rodolfo Alegría, de la planta seis. A este último, Pablo Magaña, de Recursos Humanos, le dijo que la sugerencia de que lo despidieran había llegado del sindicato.

Gómez, Acevedo y Alegría eran de los más activos en la lucha laboral en Delnosa (donde se producen al día más de 200 mil radios, antenas, alarmas, tableros y controles de aire condicionado para automóviles, además de velocímetros para motocicletas Harley Davidson). Faltaban pocos días para que pidieran asambleas en las que nombrarían a dos delegados sindicales (para un turno nuevo y para sustituir a un representante que los tiene inconformes). “Sabían que los obreros iban a proponer a alguno de nosotros”, dice la veracruzana.

A los tres, la empresa les aseguró que los van a liquidar conforme a la ley (“es la primera vez que lo proponen”, dice Gómez).

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En marzo pasado, un delegado sindical de la planta seis se reunió con un grupito de trabajadores para exponer los acuerdos recién tomados con la empresa.

–¿Nos está avisando o pidiendo nuestra opinión? –preguntó Virginia Gómez.

–Avisando. El acuerdo ya está firmado.

–El sindicato somos todos, nos deben de informar primero para que votemos.

En grupitos, no en asamblea, fue como los delegados sindicales notificaron a los 6 mil 271 trabajadores de las plantas de Delnosa de los acuerdos.

Los delegados, dice María Elena García –ex trabajadora de Delnosa y activista sindical–, son todos impuestos por Javier Hernández. Y los acuerdos son tomados entre Javier Hernández, los delegados y la empresa. En ningún momento se consulta a los obreros.

Entre lo acordado, lo que despierta mayor oposición es:

• Los bonos de despensa se dejaron de entregar en forma de vales. A partir de marzo se dan en efectivo, lo cual incrementa los pagos al Infonavit.

• Se establecieron dos periodos vacacionales: cinco días en julio y cinco en diciembre. La empresa explica que la decisión se tomó para empatar los días de cierre de los clientes (GM, Honda, Harley Davidson, Toyota, Ford, que no laboran la semana del 4 de julio) en Estados Unidos con las vacaciones. (Y, de paso, se evita pagar a los obreros 60% de su sueldo por el cierre patronal de la planta.)

Virginia Gómez argumenta que muchos obreros provienen del sur, sobre todo de Veracruz, y esta nueva disposición restringe la posibilidad de visitar a la familia.

• Cambio de turnos. En el segundo turno (16:20 a 4:50 horas, lunes a jueves) cerraron líneas. En este turno los obreros cobraban dos horas diarias de tiempo extra, lo cual “hacía que nos costeara”, dice Gómez. Ahora abrieron un nuevo turno, el noveno (21:46 a 6:40, lunes a viernes), y en vez de ganar casi 800 pesos semanales, la veracruzana ganaba hasta hace unos días sólo 630. La empresa explica: esta decisión se tomó para homologar los horarios de trabajo con los de los clientes.

La compensación por cambio de turno fue de 10 mil pesos. Al bimestre siguiente del pago de la compensación, Infonavit calculó las deducciones tomando como base 13 mil (10 mil más impuestos). El resultado fue que Virginia recibió un pago semanal de 60 centavos.

Virginia Gómez entró a Delphi hace cinco años, justo por el horario. Tomó el tercer turno (16:30-07:00, viernes; 17:00-07:00 sábado y domingo), como muchas otras mujeres, “para poder atender el hogar” entre semana. Sin embargo, en 2001 anunciaron el cierre de este turno. Hubo protestas. En la planta tres los obreros ganaron una demanda colectiva y lograron mantener el turno.

• Cambio en los números de los gafetes. Este cambio, que la empresa asegura tiene sólo el fin de eliminar los números repetidos en su nómina nacional, ha despertado suspicacias.

“Primero es un cambio y luego otro, quieren ver hasta dónde nos dejamos”, dice María Elena García, del Comité Fronterizo de Obreras.

A dos empleados, uno con 11 años de antigüedad y otro con 13, los despidieron por no aceptar el nuevo número.

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Además de Virginia Gómez, recientemente, Delnosa ha despedido a otros trabajadores, entre ellos:

• Guadalupe Ruiz. Planta tres. Despedida el pasado 9 de mayo, acusada de repartir propaganda ilícita. Participó en la marcha del primero de mayo.

• Mónica Reséndiz. Despedida un par de semanas después de que se reunió con Reynaldo Barrera, gerente de Delnosa, para discutir la situación laboral.

• Odilón García. Planta seis. Despedido el 25 de mayo, acusado de indisciplina. También participó en la marcha.

Los trabajadores han realizado unas cinco marchas y plantones en los últimos meses. Por estos días esperan que al fin se convoque a asambleas y que les entreguen copia del último contrato colectivo, firmado desde febrero por un sindicato que les cobra 20 pesos semanales por cabeza (se calculan 4 mil sindicalizados, lo que da 320 mil pesos mensuales a los líderes).

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Despidos como el de Virginia y sus compañeros, avalados o incluso solicitados por el sindicato, explican por qué un sindicalismo auténtico es tarea titánica en las maquiladoras. Son pocos (unos 40) los trabajadores que ahora siguen dispuestos a dar la batalla. Mientras, los ex compañeros de línea de Virginia siguen trabajando de lunes a viernes, con media hora para cenar a la medianoche y 25 minutos para descansar a las cuatro de la mañana. Ellos continuarán metiendo cables y diodos, “componentes pequeñísimos” en tablillas para radios. Seguirán armando las 200 tablillas que les exigen por hora. Seguirán trabajando por 630 pesos semanales para que los Honda, los Toyota y los Ford tengan sus radios.

“Como monitos de caricatura”, dice Virginia.