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México D.F. Domingo 13 de junio de 2004

REPUBLICA DE PANTALLA

Jenaro Villamil

En la ruta del escándalo /I

Los secuestros, el desafuero y la polémica GDF-Televisa
La parcialización de la justicia

EL MARTES 8 DE junio una desafortunada declaración de Alejandro Encinas, secretario general de Gobierno capitalino, desató los demonios de la crispación mediática. Ese día, el funcionario reaccionó así a la pregunta sobre la ola de secuestros y las protestas de un grupo de ciudadanos a la entrada del centro comercial Perisur:

"YO CREO QUE hay que diferenciar lo que es una situación que tenemos que enfrentar con responsabilidad, de lo que es una campaña orquestada por el Partido Acción Nacional, el grupo Yunque y algunas televisoras que se han sumado, particularmente Televisa, a esta campaña".

ESE MISMO DIA, el noticiario estelar de Televisa respondió en voz de Joaquín López Dóriga durante una larga editorialización de 20 minutos: "Esta noche quiero decirle al secretario Encinas que lo que dice es mentira, y que él miente... Televisa no forma parte de esa ni de ninguna otra campaña". Y lanzó un duro contragolpe ironizando el tema del complot: "Para el gobierno capitalino, todo lo que no es como él quiere que sea, es un complot; todo lo diferente a lo que dice, es un complot; cualquier crítica forma parte de un complot y los críticos reciben el cargo de conspiradores, lo que es inaceptable".

SI ENCINAS EXAGERO, Televisa no se quedó atrás al atribuirle a la administración capitalina la responsabilidad de toda la política de seguridad pública y de los secuestros en el país: "la existencia de los secuestros se prueba, dolorosamente, todos los días, mientras evaden su responsabilidad fundamental: dar seguridad a todos los mexicanos. Por eso digo que la afirmación del secretario del Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, es falsa y miente". Sólo hasta el viernes 11 de junio, Televisa y el gobierno capitalino disminuyeron su escalada de confrontación.

HUBIERA BASTADO EL deslinde o la aclaración de Televisa frente al gobierno capitalino, pero en la ruta del escándalo y de la crispación -en ascenso desde que René Bejarano presentó cuentas bancarias apócrifas que incluyeron a Bernardo Gómez, vicepresidente del consorcio, en la red de Carlos Ahumada- lo importante no es ubicar la información sino mantener el pugilato por la credibilidad y la confianza entre la posición del GDF y la de Televisa.

EL VIERNES 11 de junio, después de una semana de información y polémica por la política del secuestro, todos los medios electrónicos destacaron el impresionante operativo de 500 elementos de la Agencia Federal de Investigación para rescatar a un niño de cinco años secuestrado en Tlalpan desde hace tres meses. "Es una buena noticia, pero se trata de un caso aislado", apostilló López Dóriga en su noticiario estelar.

La gestión del escándalo


MEDIATICAMENTE, EL TEMA esta semana no ha sido sólo el secuestro como un grave desafío de la política de seguridad pública en todos sus niveles, sino la gestión del escándalo. Importa más saber finalmente quién vence en esta ruta que ha dominado el fenómeno político y comunicativo durante los últimos cuatro meses de videoescándalos, de denuncias de una ahumada red de sobornos, de politización y partidización de la Procuraduría General de la República, que ubicar las dimensiones del problema y asumir responsabilidades compartidas por los distintos niveles del Estado mexicano. De hecho, el round entre Televisa y el GDF por el asunto de los secuestros dejó en segundo plano la información sobre el nuevo citatorio ministerial a López Obrador por parte de la PGR.

POR SUPUESTO, EN la gestión de los escándalos mediáticos de esta semana -incluyendo el performance del gobernador oaxaqueño José Murat contra la PGR- se matizó o minimizó la denuncia contra la directora de la Lotería Nacional, Laura Valdés Ruiz, quien fue acusada por senadores del PRI de desviar 200 millones de pesos a instituciones y fundaciones que, curiosamente, coinciden con los mismos beneficiarios de la fundación Vamos México. Las oscuras cuentas de Vamos México, denunciadas por The Financial Times a principios de este año, detonaron un escándalo que a lo largo de este periodo se fue diluyendo en la medida que creció el acoso al gobierno de López Obrador.

LA CENTRALIZACION DEL escándalo por los secuestros también amortiguó el impacto del duro comunicado que el jueves 10 de junio leyó el jefe de Gobierno capitalino, con su gabinete en pleno, para responder así a la sección instructora de la Cámara de Diputados que busca su desafuero:

"TENGO LA CERTEZA absoluta de que no se me juzga por violar la ley sino por mi manera de pensar y por lo que pueda representar, junto con otros mexicanos, para el futuro de nuestra patria.

"UNA CONSTANTE -AFIRMO López Obrador- es que cuando existe un gobierno mediocre y cuando la gente empieza a cuestionar y exigir explicación de sus actos, el recurso más fácil es refugiarse en el autoritarismo o pretender eliminar al adversario retorciendo las leyes, con la complicidad de algunos que se hacen pasar por jueces o se hacen llamar representantes populares."

ESTA DURA RESPUESTA ya no está en el terreno de la polémica democrática sino en la ruta del escándalo, que ha ensombrecido el debate y la dinámica informativa. Ha habido un auténtico secuestro virtual del quehacer político y mediático, que está en camino de provocar en la ciudadanía lo que distintos especialistas denominan la "fatiga del escándalo".

La naturaleza del escándalo


EL PUNTO IMPORTANTE es que la ruta del escándalo en México no constituye un hecho aislado o temporal sino la desembocadura lógica de una cultura política que se ha metido de lleno a la teleguerra sucia, a la precarización de la política y a la contrarreforma en instituciones centrales que no se han democratizado: la Presidencia de la República (desgastada mucho antes del 2004 por sus propios escándalos, dislates, promesas incumplidas y la nada velada promoción de la señora Marta como heredera dinástica del cargo), los consorcios televisivos (que voluntaria o involuntariamente han pasado de medios a actores del debate y del escándalo, como ocurrió a raíz del decretazo y del asalto al cerro del Chiquihuite) y los partidos políticos (las tres principales fuerzas atraviesan por severas crisis de credibilidad y confianza ciudadana frente a la emergencia de figuras mesiánicas y carismáticas que se han impuesto en una desaforada lucha sucesoria).

EN SU EXTRAORDINARIO libro El escándalo político, el profesor John B. Thompson define los escándalos como "luchas por la obtención del poder simbólico en las que están en juego la reputación y la confianza". Thompson insiste en que en estos momentos es necesaria una "teoría social del escándalo" que entienda su naturaleza y sus consecuencias.

PARA THOMPSON, SON cinco cambios significativos los que explican la proliferación del escándalo en los sistemas políticos modernos. Cada uno de estos elementos está presente en el escenario mexicano:

A) LA CRECIENTE VISIBILIDAD de los dirigentes políticos. "La esfera política -subraya Thompson- se ha ido configurando cada vez más como una esfera mediática; esto es, como una esfera en que la visibilidad mediática de los dirigentes políticos ha ido adquiriendo una importancia creciente". Esta visibilidad "puede convertirse en una trampa", ya que fácilmente puede quedar fuera del control de los políticos y actuar contra ellos.

B) LOS CAMBIOS SURGIDOS en las tecnologías de la comunicación y la vigilancia. Si algo ha definido esta temporada en México es la presencia del videoescándalo como una de las trampas extremas de la visibilidad mediática. Thompson subraya que "las palabras o las acciones que originalmente fueron pronunciadas o efectuadas en calidad de comunicación o conducta privada pueden adquirir inesperablemente un carácter público, volviéndose visibles de un modo que ciertamente no podía haberse previsto y provocando quizá situaciones extremadamente embarazosas o incluso reveladoras de graves delitos".

C) LOS CAMBIOS REGISTRADOS en la cultura periodística. Los escándalos modernos son producto cada vez menos del periodismo de investigación que proliferó durante los años 60 y 70 y más de lo que Thompson caracteriza como "una especie de crónica lasciva en la que los ocultos aspectos del ejercicio del poder se iban a ver mezclados con los aspectos de las vidas de los poderosos".

D) LOS CAMBIOS REGISTRADOS en la cultura política. Sin embargo, ni los cambios tecnológicos ni el creciente sensacionalismo en los medios explican por sí solos la centralidad del escándalo si no tomamos en cuenta el declive de la vieja política ideológica y el ascenso de la "política de la confianza" y de la "credibilidad" que tiende a personalizar cada vez más el ejercicio del poder político. "El escándalo político se ha convertido en algo tan importante, en una especie de prueba de credibilidad para la política de la confianza", señala Thompson. Por esta razón, en la temporada de escándalos en México lo importante no ha sido tanto el debate ideológico o programático sino la insistencia en poner en duda la credibilidad y veracidad de los dirigentes políticos, en especial de López Obrador, quien encabeza las preferencias electorales y se ha vuelto rehén del fenómeno de excesiva visibilidad mediática.

E) LA JUDICIALIZACION DE la política. La creciente presencia de los mecanismos legales en la vida política explica por qué en el escenario mexicano el escándalo se ha gestionado y ha crecido en forma paralela al protagonismo de los citatorios ministeriales y los expedientes judiciales, que se han convertido en mecanismos claves para restarle credibilidad a determinados actores políticos.

EL PROBLEMA FUNDAMENTAL en la ruta de los escándalos mexicanos es que la judicialización de la política se ha implantado con altas dosis de impunidad, de manejo sesgado de la procuración de la justicia y de una falta absoluta de credibilidad y confianza ciudadanas en el estado de derecho y en los sistemas policiacos (como ha demostrado la crispación frente a los secuestros). En sí misma, la parcialización de la justicia (la misma que ignora las cuentas oscuras de Vamos México y concentra sus baterías contra el titular del GDF) se ha convertido en el mayor escándalo de nuestra temporada.

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