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México D.F. Martes 15 de junio de 2004

Carlos Montemayor

Congruencia presidencial

a renuncia reciente de Felipe Calderón a la Secretaría de Energía ilustra, paradójicamente, algunos rasgos de la congruencia de Vicente Fox como gobernador de Guanajuato, como precandidato, candidato y como presidente de la República. Paradójicamente, digo, porque es posible que el Presidente no entienda a cabalidad el tipo de congruencia que ha revelado ahora y en el pasado.

En primer término, debemos reconocer que Vicente Fox ha actuado reiteradamente como un panista "incómodo". No ha participado en el Partido Acción Nacional como militante de larga carrera ni como pensador interesado en fortalecer las filas, la plataforma ideológica o las reglas de ese partido. Ha actuado fuera del PAN y fuera de los tiempos panistas en numerosas ocasiones. Podría describirse su acción política más como una toma del partido por asalto que como un militante impulsado por el partido mismo.

Inició su campaña para la sucesión presidencial a mediados de 1997; es decir, tres años antes de las elecciones de 2000, sin consulta ni manifestación alguna del Partido Acción Nacional. La organización "ciudadana" que se propuso llevarlo al poder en términos mercadotécnicos, mediáticos y económicos se autodenominó "Amigos de Fox". Esta organización avasalló al PAN en tiempos, recursos y estrategia. El PAN se sumó tarde, a grandes zancadas y en la retaguardia, a la campaña temprana y demoledora de los Amigos de Fox.

La composición heterogénea de sus bases de campaña se reflejó más tarde en el gabinete presidencial: no constituyó un arribo del PAN al poder, sino la llegada, precisamente, de los Amigos de Fox; también se reflejó en la errática, discrepante y descuidada atención a las coordinaciones de las bancadas, éstas efectivamente panistas, de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados. En otras palabras, con Vicente Fox el PAN no llegó al poder.

Vicente Fox arrancó su campaña fuera de los tiempos de su partido y fuera de los tiempos del país mismo. Entró en campaña a la mitad del sexenio zedillista en función propia, en función de sus propios tiempos. En consonancia con ello, tras su tercer informe de gobierno dio por iniciado el proceso de la actual sucesión presidencial. El sabe que ese proceso se ha iniciado ya. Pero ha mostrado una congruencia peculiar, que parecería lo contrario si no la viéramos en detalle.

Vicente Fox consideró "imprudente" en Felipe Calderón el haber procedido con la misma anticipación de campaña (horas más, horas menos) que él mostró cuando era gobernador de Guanajuato. Con los mismos tiempos adelantados el entonces gobernador no sólo consideró oportuna su anticipación electoral, sino que por ese motivo inició una confrontación abierta con el entonces dirigente nacional del PAN: precisamente con Felipe Calderón. Cuando Acción Nacional perdió las elecciones en Chihuahua y Patricio Martínez fue nombrado gobernador electo, en otra más de sus ahora acciones reiteradas y características, Vicente Fox, de "gira" por la ciudad de Roma, propuso desde allá que se adelantaran los tiempos para renovar el CEN del PAN (o sea, entre otras cosas, destituir a Felipe Calderón) y entregar la dirección del partido a él y a sus amigos, que eran, dijo en ese momento, los que "sí sabemos ganar elecciones".

Hay cierta congruencia, pues, al condenar a Felipe Calderón cuando se resistía a las acciones anticipadas de Fox en su campaña de 1997 y en condenar a Felipe Calderón ahora, cuando éste decidió repetir la misma actitud anticipada y acelerada de Fox e iniciar su campaña en 2004, otra vez tres años antes de las elecciones presidenciales próximas. La diferencia, claro, es que en el caso de Felipe Calderón fue una parte del propio Partido Acción Nacional quien lo apoyó y no los "amigos" de Fox o los "amigos" de Calderón. Fox no renunció a su condición de gobernador de Guanajuato para iniciar anticipadamente su campaña, pero sí le exigió a Felipe Calderón que renunciara a su condición de secretario de Energía para que pudiera actuar con la misma premura que él.

Finalmente, podemos decir que Vicente Fox no se fía ni defiende reglas, leyes ni necesariamente resultados legales de procesos electorales. Una demostración de esto fue su propia campaña. Otra, el arreglo supraelectoral mediante el cual Carlos Medina Plascencia y Vicente Fox "anularon" las elecciones de Guanajuato. La renuncia obligada del gobernador priísta electo y el retraso anómalo del gobierno interino en organizar las siguientes elecciones (otro cambio de "tiempos") dejó una lección política a Vicente Fox: no creer en tiempos, en formas ni en reglas. En este contexto, puede pedir la renuncia de Felipe Calderón por haberse atrevido a actuar como él lo hizo; proponerse eliminar a Andrés Manuel López Obrador sin necesidad de esperar los tiempos electorales de 2006; proteger los fondos financieros provenientes de instituciones públicas para la campaña de Marta Sahagún y alentar las posiciones electorales de Santiago Creel (destapado por el empresario Juan Sánchez Navarro hace más de un año, en una fecha que no les pareció tan "imprudente" a Vicente Fox ni al secretario de Gobernación). Mientras tanto, en este carril de la misma congruencia, para no tener tantos embrollos con reglamentos, leyes y Constitución, continúa impulsando contratos ilegales para ceder el sector energético a consorcios trasnacionales, sigue interponiendo controversias constitucionales para no auditar a bancos, y convierte a la Procuraduría General de la República en una institución desacreditada capaz de ofrecer una procuración de justicia a la carta.

La congruencia salta a la vista: no le gustan las reglas, no le gustan los partidos, no le gustan las leyes ni los tiempos prestablecidos. Le gustan sus amigos y los tiempos y suspensiones de reglas que le cuadren a él y a sus amigos. Un cambio, efectivamente. Sí, una nueva visión de las instituciones.

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