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LOS CHINOS DE ULTRAMAR

28 de junio de 2004

Carlos Uscanga

China es el principal receptor de inversión extranjera directa (IED) en el mundo. En 2002, recibió más de 51 mil millones de dólares, provenientes en primer lugar de Japón y seguido por Hong Kong ­región administrativa especial de China desde julio de 1997­, Australia, Taiwán y Singapur.

Estos recursos forman parte de una gran red de flujos de capital entre cuyos principales agentes están los denominados chinos de ultramar (overseas chinese).

Aunque no existe consenso sobre su número se estima, según sea la fuente que se consulta, en rangos que van desde 31, 55 o incluso 60 millones, que viven fuera de China continental (incluyendo Hong Kong y Macao). Si se toma como referencia la última cifra citada, se calcula que su poder económico asciende a 1.5 billones de dólares representando, de manera indiscutible, una colectividad "étnico-económica" de una gran importancia situada a lo largo de la cuenca del Pacífico. Tan sólo en el área geográfica del este y sudeste de Asia se prevé que ese grupo puede llegar casi 50 millones y en el continente americano a 3.4 millones de personas.

ENTRADASDesde las corrientes migratorias históricas de comerciantes y artesanos chinos en el Pacífico asiático hasta los movimientos transpacíficos y globales contemporáneos de trabajadores, de carácter legal e ilegal, se ha formado una vasta comunidad con una visión que puede calificarse, en términos generales, de emprendedora y de gran influencia económica.

Estos rasgos particulares han generado una tendencia de integración dentro de las sociedades en que se han ubicado; pero también, la emergencia, en diferentes momentos de su historia, de tensiones y severos conflictos étnicos, sociales y políticos con diferentes expresiones de violencia y persecución. Es preciso recordar que después del escenario de la crisis asiática de 1997, comunidades de origen chino en el sudeste asiático fueron hostigadas e incluso victimadas por pobladores locales, como en Indonesia en mayo de 1998.

De acuerdo con datos presentados en la Far Eastern Economic Review, para finales de la década de los 90, los grupos de origen chino en Indonesia representaban 2.5 por ciento de la población total del país, pero controlaban 73 por ciento del mercado de capitales. En Tailandia significaban 14 por ciento y controlaban cuatro quintas partes de ese mercado, mientras que en Malasia, donde eran 30 por ciento de los habitantes, poseían 69 por ciento de capitales. Lo anterior revela de manera clara su posición económica local y su influencia en las esferas comerciales y financieras de la región.

Cuando empieza el proceso de transformación del modelo económico de China en 1978, se inicia también con la apertura el acercamiento de los flujos de capital provenientes de los chinos de ultramar. Vía Hong Kong se canalizaron entre 1979 y 1991 casi 13 mil millones de dólares (mmd) de inversiones, mismos que registraron un incremento de 125 mmd entre 1992 y 1998.

De igual forma, en Taiwán sus aportaciones aumentaron en los mismos periodos, de 200 millones de dólares (mdd) a 19 mmd. Por último, en Singapur se dio una tendencia similar: de 628 millones iniciales se alcanzó una cifra de 11 mmd. Esto refleja el dinamismo inicial de las corrientes de inversión a las que después se sumaron los flujos de capital provenientes de Japón y Estados Unidos y, más tarde, de Europa.

IEDpromAnualSegún previsiones oficiales del gobierno de Pekín, durante el undécimo plan quinquenal que abarcará el periodo 2006-2010, de manera anual podrían captarse alrededor de 100 mmd en inversiones extranjeras como resultado del ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio. Esta situación generaría un impacto severo y hasta posiblemente devastador en otras economías en desarrollo receptoras de inversiones. China mantendría su posición indiscutible como el principal polo mundial de atracción de IED.

La conformación de una gran red económica, cimentada en rasgos étnico-culturales, como catalizadores de flujos comerciales y financieros atrae una creciente atención en los centros académicos, entre los analistas del mercado y entre los responsables de distintos gobiernos.

George T. Haley, en su libro Los nuevos emperadores de Asia, identifica cinco planos diferenciados de agrupación dentro de los chinos de ultramar. El primero, relacionado con nexos de parentesco o clanes familiares; el segundo, centrado en lazos de origen compartido de una región o localidad; el tercero, a partir de la identificación de un dialecto común; el cuarto, establecido mediante lazos de asociación surgidos de prácticas y habilidades compartidas, y, por último, el plano que se sustenta en la confianza derivada de la recomendación y las experiencias previas.

De acuerdo con Haley, esta última forma ha sido fundamental para las operaciones de las corporaciones de los chinos de ultramar en que las redes de relaciones se constituyen en instrumento para facilitar el ambiente de negocios, así como la fijación de la logística y la operatividad de sus proyectos. Es más, estos planos diversos o ejes de movilidad en los que funcionan las redes repercuten más allá del ámbito estrictamente económico y abarcan igualmente los entornos político, social y cultural.

La existencia de esas mismas redes permite conformar escenarios de una mayor integración productiva y financiera hasta llegar a los circuitos de distribución de bienes y servicios en el ámbito regional y global.

Los códigos formales e informales en la cultura de negocios de los chinos de ultramar generan formas de certidumbre en los vínculos que se establecen y que han permitido no sólo ampliar sus relaciones económicas con Pekín, sino que también se han extendido en el plano regional del Pacífico asiático, incluyendo a Australia y Nueva Zelanda. Estos nexos se han convertido incluso en cierto orden transpacífico, alcanzando a Canadá y Estados Unidos y con algunas extensiones a la zona de América Latina. Una posibilidad que se ha planteado el gobierno chino es utilizar esas mismas redes para canalizar flujos de IED en áreas de alta prioridad diplomática y económica, que ya en 2002 significaban recursos acumulados de casi 30 mil millones de dólares.

Así, las prácticas y las formas de relación que conforman los chinos de ultramar están sustentadas en un conjunto de conductas y de estrategias de negocios compartidas, que operan con un sello distintivo que imponen su experiencia histórica y cultural. Estas son modalidades relevantes del reajuste de los mecanismos de operación y funcionamiento real del capitalismo en el Pacífico asiático §

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