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México D.F. Jueves 8 de julio de 2004

MEMORIAS DE LA CIUDAD /CADA VEZ MAS PROFUNDA

Imperceptible para los capitalinos, la ciudad se ha hundido 10 metros

JORGE LEGORRETA ESPECIAL

Durante el siglo XX la ciudad de México se hundió 10 metros, es decir, un metro cada década o 10 centímetros por año. La solución del fenómeno, imperceptible para la mayoría de sus 20 millones de habitantes, representa uno de los más grandes retos tecnológicos del siglo XXI.

angel-2En efecto, la ciudad de México es la única megalópolis del mundo que extrae 70 por ciento del agua que consume de su subsuelo por medio de 5 mil pozos, algunos de hasta 450 metros de profundidad. El área de extracción no se circunscribe al Distrito Federal, comprende también los vastos territorios de la zona conurbada. Rescatemos aquí, de la memoria de la ciudad, el proceso histórico de los hundimientos de tierra que esta metrópoli ha padecido.

Los primeros hundimientos, de cinco centímetros por año, se registraron desde la última década del siglo XIX, aunque no existían aún evidencias científicas que demostraran la asociación directa con la extracción del agua que por ese entonces se hacía ya mediante 90 pozos no domésticos.

Durante las primeras décadas del siglo XX, y a pesar de la existencia del moderno acueducto de Xochimilco que condujo hasta la Condesa las aguas subterráneas de los antiguos lagos del sur, se continuó extrayendo el agua del subsuelo. La facilidad para obtener el líquido fue tal que cualquier industria, comercio o nuevo fraccionamiento porfiriano se abasteció del subsuelo. Para 1930, ya se habían perforado 350 pozos y 20 años más tarde, en 1950, ya eran 700, con una profundidad que oscilaba entre los 12 y los 45 metros. Sin disminuir esa tendencia, para mediados del siglo XX la situación llegó a límites preocupantes. Por ejemplo, entre 1938 y 1948 los pozos más profundos habían provocado hundimientos en el centro de la ciudad de 16 centímetros por año (Mazari, l990). El más drástico ocurrió entre 1948 y 1952; el Centro Histórico registró en 1951 el mayor hundimiento de su historia: 46 centímetros por año.

Fue el doctor Nabor Carrillo, experimentado investigador en mecánica de suelos y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien a mediados del siglo XX alertó sobre el fenómeno: "El preocupante hundimiento de la ciudad en algunas partes centrales, de hasta 46 centímetros por año, se debe a la excesiva extracción de agua del subsuelo". Igualmente advirtió: "Los edificios en pilotes (...) se asientan mucho menos que la superficie del suelo. Por consiguiente (...) tienen un movimiento hacia arriba". Efectivamente, el Angel de la Independencia había "emergido" de la tierra casi dos metros desde su inauguración en 1910.

Sin embargo, el problema más crítico se presentaba en los drenajes, las estructuras de los edificios y las grietas del subsuelo. Hace más de 50 años, Carrillo dijo: "Las consecuencias de esta situación son que el drenaje de la ciudad en ciertas zonas está perdiendo eficiencia progresivamente (...) los edificios construidos con pilotes se están agrietando; hay agrietamientos en edificios coloniales, tuberías de agua, drenaje y en la misma capa superficial del suelo". El Gran Canal del desagüe empezaba a perder su pendiente y se reducía su capacidad de desalojo por quedar arriba del nivel de la ciudad. Las consecuencias obvias fueron las espectaculares inundaciones de 1950 y 1951.

angelSe buscaron entonces nuevos abastecimientos de cuencas lejanas, en 1952, la de Lerma, y en 1980, la del Cutzamala, pero aún así, la extracción del agua en el valle de México no cesó y, por tanto, los hundimientos tampoco.

Entre 1950 y 1980 la zona lacustre del ejido de San Gregorio, ubicada entre el canal de Chalco y Xochimilco, se había hundido cuatro metros, es decir de 14 centímetros por año. Entre 1983 y 1992 continuaron los hundimientos de 15 y 25 centímetros en los alrededores del Aeropuerto Internacional, y de 10 y 15 centímetros en Tláhuac (Lesser y Cortés 1996).

Sin embargo, la situación no ha variado desde finales del siglo XX y principios del XXI. Actualmente, el Centro Histórico se hunde casi tres centímetros por año; Xochimilco, 18, y Ciudad Netzahualcóyotl, 24. La parte de la ciudad asentada en lo que fueron los antiguos cinco lagos se hunde en promedio siete centímetros anuales. Sergio Saldívar, uno de los más experimentados conocedores del fenómeno en 1991 aseguró: "La Catedral Metropolitana se ha hundido nueve metros desde su construcción, iniciada a finales del siglo XVI, de los cuales 7.5 fueron registrados en el siglo XX". En 1900 el nivel de la ciudad se encontraba dos metros arriba del lago de Texcoco y cinco del Gran Canal del desagüe; hoy está siete metros abajo.

Varios son los sitios donde se pueden comprobar los hundimientos de la ciudad. El más visible es el monumento a La Independencia que tiene 14 escalones más de los nueve originales de 1910, debido al hundimiento de la zona. Otro, es el monumento a la Revolución, donde existe un tubo que en realidad fue un pozo de agua utilizado para la edificación del inmueble. El piso actual se encontraba en 1934 en la parte superior de dicho tubo, es decir, siete metros arriba. En la fuente de la Cibeles existe, junto a la placa de inauguración, otro enorme tubo de pozo por medio del cual se puede medir el hundimiento registrado. La simple comparación de fotografías de ese lugar, tomadas entre julio de 1993 y octubre de 1996, muestra hundimientos de cuatro y cinco centímetros por año, respectivamente.

Consecuencias y riesgos

Algunas de las consecuencias de ese problema han sido la pérdida de pendiente de una parte del Gran Canal, lo que provoca que las aguas negras, en lugar de salir, regresen a la ciudad y, por tanto, se obligue a contar con mayores plantas de bombeo, como la reciente en el kilómetro 18 del Gran Canal. Otras son las fracturas ocasionadas en las estructuras de edificios, como el Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana, el Arzobispado y el Antiguo Ayuntamiento, donde se encuentran actualmente las oficinas del Gobierno del Distrito Federal; agrietamientos del suelo, como los registrados en 1985 a raíz del sismo en la zona agrícola y chinampera de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, y la de julio de 1996, al lado de Canal Nacional.

hundimiento-1Otras más son las fracturas en las tuberías subterráneas del drenaje, cuyas aguas negras estarían afectando los mantos freáticos del subsuelo; las roturas en las tuberías de agua potable, que incrementan los altos volúmenes de fugas y desperdicios en el sistema, calculados en 30 por ciento del total, y la más crítica es la posible presencia de hidrocarburos en el subsuelo y en los mantos freáticos superficiales, producto de las fracturas en las tuberías generales de hidrocarburos y en los depósitos subterráneos de las gasolinerías. Durante 1996 se hizo público en algunos medios de información el descubrimiento de hidrocarburos a tres metros de profundidad y fugas de gasolina en estaciones del Metro y drenajes domiciliarios. La presencia comprobada de hidrocarburos en el subsuelo y mantos freáticos debido a los hundimientos de la ciudad alertaría sobre una posible y lamentable catástrofe por su elevada explosividad.

Hace 22 años, en 1982, se leía en un documento oficial del entonces Departamento del Distrito Federal lo siguiente: "en una ciudad que se hunde bajo su propio peso (...) ya no es posible posponer la reducción de la sobrexplotación de los acuíferos del valle de México. Mientras más puedan reducirse (...) más durables serán las soluciones que se apliquen a los problemas del drenaje".

Todavía hay tiempo para actuar. Aunque desde hace años se llevan a cabo programas de ahorro y reinyecciones de agua al acuífero, habrá también que pensar en otras opciones, como la utilización, a gran escala, del agua pluvial en actividades domésticas; un mayor tratamiento del agua residual en las grandes industrias y fraccionamientos, o bien en traerla de lugares externos sin dañar sus recursos agrícolas, como se hace en otras grandes ciudades del mundo.

Mientras eso se logra no hay más. Entre más agua necesitemos, más seguiremos extrayéndola del subsuelo y, por tanto, más nos hundiremos e inundaremos.

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