Olga Harmony

Producción ejecutiva

Es bienvenido cualquier texto práctico o teórico que apoye a los teatristas en sus tareas. La Dirección de Capacitación Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes inicia una nueva colección, Intersecciones, dirigida a los promotores y gestores culturales que sin duda será de utilidad en estos momentos en que los grupos están a la espera de la decisión acerca de los apoyos que ofrece el Fonca a través de la convocatoria que ya fue lanzada y en que se pide que haya un encargado de las tareas de promoción y difusión de los proyectos a realizar. Los que alguna vez hemos tenido, por razones de trabajo y en especial la de ser jurados, solicitudes para algún concurso abierto, podemos constatar que los teatristas no siempre saben presentar una carpeta con todos los requisitos establecidos en la convocatoria, aunque esta situación ha mejorado bastante en los últimos años gracias a becas y apoyos que se ofrecen y que los obligan a cumplimentar del mejor modo lo que se les solicita. Es en los estados en donde todavía se advierten algunas deficiencias que esta colección puede solventar.

La colección se inicia con Espectáculos escénicos, producción y difusión, volumen en que Marisa de León recoge sus experiencias de 20 años como promotora y como productora ejecutiva. No se trata de un texto teórico, sino de un manual en que la autora detalla y ejemplifica los pasos que se deben dar en una producción ejecutiva y en la difusión de un hecho escénico, a través de ejemplos y cuestionarios que tanto el productor ejecutivo como el publicista se pueden hacer para encontrar las características del espectáculo. Al final del volumen la autora da 14 anexos y una útil guía de los sitios en Internet del extranjero que pueden consultarse para la promoción de giras, capítulo que se ha tratado en el cuerpo del libro, tanto para giras en la República como en el extranjero. Es, pues, un manual de utilidad práctica para aquéllos que se dedican a la producción y la difusión de las artes escénicas, dado que estas cuestiones no se imparten en las escuelas públicas o privadas.

En lo personal, yo hubiera deseado un mayor contexto teórico, con lo que el libro sería interesante para todo aquel que se dedique a alguna de estas artes, no sólo los que promueven o se dedican a la producción ejecutiva, o bien a los grupos que hacen propuestas en búsqueda de apoyos. Por ejemplo, me hubiera gustado un seguimiento histórico de la figura de productor ejecutivo, que es bastante reciente en nuestro teatro, y al que no se le debe seguir confundiendo con el productor que aporta los medios económicos. Si bien la autora traza un perfil bastante completo del productor ejecutivo y del promotor o difusor del hecho escénico, muchos ignoramos -y a mí me gustaría saberlo- el momento en que en los montajes requirieron de este personaje, sin duda importado de teatros de otras latitudes.

Una gran objeción que hago al volumen de Marisa de León es esa diferencia que hace entre creadores o creativos como se han dado en llamar, y artistas. Para la autora son ''creativos" tanto el dramaturgo, el director y los diseñadores, como los productores ejecutivos y los publicistas. Son ''artistas", actores, actrices, músicos y cantantes; en este rubro encuadra a los artistas plásticos. Y allí es donde encuentro una gran falla. Sin dudar que todo trabajo cultural entraña alguna creatividad, no pondría en el mismo nivel a un dramaturgo que a un difusor, a un director que a un productor ejecutivo, porque sus rangos de creatividad son muy diferentes. Y luego, me pregunto: si un director o un escenógrafo no son artistas, no se entiende que Héctor Mendoza, Alejandro Luna y Ludwik Margules obtuvieran el Premio Nacional de Bellas Artes. Nadie más capaz de crear algo que un artista. Y, por otra parte, muchos artistas plásticos han creado escenografías, si es que a los escenógrafos se les regateara esta categoría.

Las palabras son las grandes definitorias de un contenido. Los señalamientos anteriores vienen al caso, para evitar confusiones, y en el otro extremo, actores y actrices son creadores, aunque el Sistema Nacional no los contemple como tales y cualquiera que haya asistido a las Mesas de actores convocadas hace poco tiempo por la Academia Mexicana de Arte Teatral, AC, debe haber salido con tal convicción.