Adolfo Sánchez Rebolledo

Rectificación y justicia

Finalmente, la esposa del Presidente de la República declaró enfáticamente que no será candidata a las elecciones de 2006, a las presidenciales, se entiende. Se ha cerrado así un largo y tortuoso capítulo que a querer o no marcará para siempre el sexenio de Vicente Fox. Pero, en rigor, aún falta que el Presidente y el PAN, su partido, den a la ciudadanía una explicación lógica y convincente sobre esta sucesión adelantada, ofreciendo cuentas claras con respecto al funcionamiento de la administración y los usos de la política en este gobierno.

Ciertamente muchos malentendidos se habrían disipado de manera indolora si la decisión que la señora tomó apremiada por una avalancha de críticas y presiones no desestimables (Financial Times, The New York Times) se hubiera producido cuando la especulación comenzó a subir de tono, pero la verdad, hay que decirlo, esa posibilidad jamás estuvo en la perspectiva de la pareja presidencial. Y no solamente por terquedad de ambos, pues me rehúso a creer que todo este embrollo se origine, al menos exclusivamente, en las ambiciones personales de una y/o la dejadez del otro, aunque eso es lo que dejaron ver todo el tiempo.

ƑAfán de poder? Puede ser, aunque prefiero tomar en serio a Marta Sahagún cuando se refiere con insistencia a la existencia de "un proyecto" que en verdad trasciende a la "pareja presidencial" (léase: atributo metaconstitucional que arruina la Presidencia). ƑCuál es ese proyecto? Que no es ni por asomo el "proyecto" panista es tan obvio que el propio vicecoordinador de la bancada blanquiazul en la Cámara de Diputados acaba de decir, como si fuera suya la frase, que ahora con Felipe en pie de campaña, "meterían al PAN a Los Pinos". Y, aunque hay un tufillo oportunista en esos deslindes de última hora, lo cierto es que inclusive antes de que Fox hiciera oficial su propia candidatura, ya entonces el llamado neopanismo tenía su propia agenda para ganar el poder, "iniciar la transición" e inaugurar una nueva época donde los partidos tradicionales, inclusive el PAN, ocuparían un lugar subordinado frente a la iniciativas de sociedad civil, reacias siempre a todo lo que huela a Estado, a partidos, es decir, a dejarse representar por otros en la vida pública, aunque su primera exigencia sea una regencia fuerte, garante del orden y la libertad de empresa, donde la política social deviene caridad cristiana en auxilio de los más desamparados.

Hay en Fox, en el grupo que vio en él al hombre providencial para cambiar a México, una idea fundacionista de la democracia que no se compagina fácilmente con la tarea de tejer cada día la trama de la que depende su fuerza. El activismo de la esposa del Presidente responde a esa visión mesiánica, a ese "proyecto" que es por necesidad transexenal, pero la realidad les jugó una mala pasada disipando una a una las mayores expectativas. El descubrimiento de los negocios oscuros de los llamados Amigos de Fox quebrantó la unidad interior y algunas fuerzas, desesperadas por la falta de resultados, tomaron distancia de la coalición de la alternancia. Muchos abandonaron el barco a toda prisa antes de que terminara la travesía. La coalición no cuajó: se hundió junto con el proyecto transexenal que había fabricado para cambiar la historia. Aunque no fuera por eso, doña Marta tenía que decir que no. Probablemente, el señor Muñoz podría informarnos qué sigue en Los Pinos.

Con la ley en la mano

Al referirse a las posibles consignaciones del fiscal Carrillo Prieto contra el ex presidente Echeverría y otros coacusados, el abogado Juan Velásquez ha repetido la misma cantinela: "No hay ninguna prueba, absolutamente ninguna (...) el expediente de 15 tomos está integrado por textos de revistas, periódicos y libros. Es un documento que carece de validez probatoria". Sin duda se trata de una afirmación temeraria, pero apunta hacia un problema grave: Ƒcómo se pueden juzgar con "la ley en la mano" los crímenes de la guerra sucia si los culpables son los mismos que confeccionaron las pruebas existentes o destruyeron las evidencias, sin dejar rastro? "... estamos hablando de autoridades que tenían un poder absoluto, durante periodos prolongados, no sólo sobre la muerte de quienes caían en sus manos, sino también sobre la manera en que esto quedaba o no registrado" (Hirales, Nexos, núm. 319). En rigor, aunque no se diga con esas palabras, estamos ante casos extraordinarios que también ameritan actuaciones extraordinarias del Poder Judicial. En ese sentido, entiendo, van las actuaciones de la Suprema Corte.

En rigor, no se puede "hacer justicia" sin cuestionar al aparato judicial que toleró la impunidad con que se llevaron a cabo las desapariciones, sin someter a proceso a los responsables de las instituciones que dictaron las órdenes para que no se aplicara la ley, para que al margen de cualquier consideración legal o humanitaria se asesinara en nombre de la patria y el derecho. Si en verdad no queremos que las instituciones paguen lo que hicieron sus representantes, es urgente que no se conceda perdón por anticipado a quienes ni siquiera han sido juzgados por jueces inviolables. Estamos esperando que el Poder Judicial y el Ejército limpien su casa, que es la nuestra. Sin revanchas. En nombre de la justicia.