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México D.F. Jueves 5 de agosto de 2004

Miguel Marín Bosch*

Hiroshima

Mañana se cumplen 59 años del lanzamiento de la primera bomba atómica. Fue en Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Tres días más tarde estallaría en Nagasaki la segunda (y última) bomba.

Nadie sabe a ciencia cierta cuántas bombas nucleares se han construido desde 1945. Algunos expertos en la materia han calculado que los ocho estados poseedores de dichas armas (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, Israel, India y Pakistán) han producido un total de alrededor de 130 mil bombas, cuyo poder destructor es inimaginable. Sin embargo, los primeros dos de esa lista han fabricado 98 por ciento de todas las bombas: Estados Unidos con 70 mil y la Unión Soviética (ahora Rusia) con 55 mil. Lo increíble de la era nuclear, que nació en 1945, es que tan pocos países hayan producido tantas bombas, de las cuales sólo dos se hicieron estallar.

La situación relativa a la no proliferación de las armas nucleares es hoy bastante complicada. Se han registrado mejoras significativas tanto en su diseño y fabricación, y lo que fue un monopolio de una, luego dos, tres y eventualmente ocho naciones ahora está al alcance de muchas otras. Lo que uno inventa hoy para mejorar su seguridad luego tiende a reaparecer en otra parte como amenaza. El desarrollo de nuevos y más sofisticados armamentos y sistemas de armas suele tener el efecto de un bumerán. Parecen ofrecer seguridad hasta que otro los desarrolla. Y luego el ciclo se repite.

Suele olvidarse que el mundo fue una vez una zona libre de armas nucleares. Y la meta debería ser volver a ese estatus cuanto antes. ƑCómo ocurrió que seres humanos al parecer racionales acabarían por justificar la adquisición, el uso y el desarrollo continuo de estas armas de destrucción en masa?

Hacia 1940 los gobiernos del Reino Unido, Canadá y Estados Unidos acordaron emprender en Londres la ingente tarea de construir una bomba atómica. Decidie-ron reclutar científicos de todo el mundo, sobre todo europeos, mismos que, a raíz de los bombardeos alemanes, se trasladarían a Los Alamos, Nuevo México. El proyecto Manhattan fue mantenido en secreto al grado que el vicepresidente Truman sólo se enteró del mismo en abril de 1945, cuando asumió la presidencia tras la muerte de Roosevelt.

Se sabe que Alemania también trataba de fabricar una bomba atómica. En efecto, a mediados de los años 40 los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados por construir una bomba atómica fueron vistos en el contexto de una cruzada contra las potencias del eje. Para el verano de 1945, sin embargo, la guerra había terminado en Europa y estaba por concluir en el Pacífico. No obstante, la bomba fue ensayada en julio y utilizada en agosto. En ese momento la relación con el "arma máxima" cambió en Estados Unidos y en otros lados. Aunque parezca increíble, la bomba se convirtió en algo aceptable para los dirigentes de muchas naciones. La guerra fría sólo serviría para ofuscar el argumento moral. Pero, Ƒqué hubieran dicho si el primero en conseguir la bomba hubiera sido la Alemania nazi en vez de Estados Unidos? Probablemente, "arma del mal en malas manos". Tan sólo recordemos la reacción de Occidente al primer ensayo de la Unión Soviética en 1949. En suma, no hubo entonces justificación legal o moral para adquirir y usar las bombas atómicas, y no la hay hoy en día.

En sus memorias Truman confesó que nunca tuvo dudas acerca de la necesidad de emplear las bombas atómicas para acelerar la rendición japonesa. Pero más de uno de los científicos del proyecto Manhattan criticó su uso en Japón cuando se habían fabricado para hacer frente a la amenaza alemana. Es más, cuando se supo que Alemania había fracasado en su intento de fabricar una bomba atómica, hubo científicos en Los Alamos que abogaron por abandonar el proyecto Manhattan.

Durante años ha habido mucha discusión sobre la legalidad de las armas nu-cleares. Hace más de tres décadas que la Asamblea General de la ONU empezó a examinar esta cuestión y ha venido considerándola desde entonces. Existe, por ejemplo, una resolución anual pidiendo que la Conferencia de Desarme en Ginebra inicie negociaciones sobre un proyecto de convención que prohíba el uso de las armas nucleares en cualquier circunstancia. Más aún, en 1993 la Organización Mundial de la Salud solicitó una opinión consultiva a la Corte Internacional de Justicia sobre la legalidad del uso de dichas armas en vista de sus efectos sobre la salud y el medio ambiente. En 1994 la Asamblea General de la ONU solicitó otra opinión a la Corte sobre la cuestión más amplia, "ƑEl uso o amenaza del uso de las armas nucleares está permitido en alguna circunstancia conforme el derecho internacional?" Y la opinión consultiva que la Corte emitió el 8 de julio de 1996 ha proporcionado nueva base jurídica para cuestionar la amenaza o el uso de las armas nucleares y, por ende, la posesión misma de dichas armas.

Hace 200 años el mundo enfrentó un dilema moral parecido. La odiosa institución de la esclavitud, a pesar de que muchos la apoyaban y defendían, se convirtió en el objeto de crecientes ataques y al final del siglo XIX había sido abolida casi por completo. Hoy nadie osaría defenderla; parece tan ajena a nuestros valores compartidos. Pero la esclavitud fue apoyada por dirigentes políticos, al igual que hoy hay quienes defienden la posesión de las armas nucleares y su posible uso.

*Ex subsecretario de Relaciones Exteriores y presidente de Desarmex, AC

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