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México D.F. Jueves 12 de agosto de 2004

Martí Batres Guadarrama

Reforma al IMSS: repartir la pobreza equitativamente

Si quisiéramos acercarnos al fondo ideológico, dogmático, que subyace detrás de la reciente reforma al Seguro Social, podríamos decir que se trata de igualar a los pobres hacia abajo, dejando intactos los privilegios de los de arriba.

Para el gobierno federal, como para sus asesores foráneos del Banco Mundial, verdaderos autores intelectuales de la reforma, es inadmisible que unos trabajadores tengan más que otros; para ellos es reprobable que los trabajadores del Seguro Social tengan un contrato con prestaciones sociales que protejan su empleo, sus condiciones de vida y su jubilación; para ellos éstos son privilegios desmedidos y condenables. Al parecer, en su filosofía, estos trabajadores del Seguro Social no deberían tener estas prestaciones, sino ser tan paupérrimos como el resto de trabajadores que carecen de contratos colectivos. Toda esta argumentación es una infamia, pues con toda la fuerza de los medios electrónicos, prácticamente sin excepción, se realizó a lo largo de los últimos meses una verdadera campaña para identificar a los trabajadores del IMSS como los privilegiados del país.

Si nos guiamos por la "información" aparecida en meses recientes, especialmente en las pasadas semanas, resulta que los privilegiados no son los que aparecen en la lista de Forbes, no son los que tienen sus fortunas depositadas en bancos suizos o en bancos de las islas Caimán, no son los que cobran como ejecutivos de empresa sueldos equivalentes a 200 salarios mínimos o los banqueros del Fobaproa o los latifundistas, o los industriales de Monterrey.

No, nada de eso, šlos privilegiados son los trabajadores del IMSS! Y para que dejen de ser privilegiados les van a quitar lo poquito que tienen para que sean tan pobres como los demás. En lugar de buscar que los demás trabajadores lleguen a tener prestaciones sociales elevadas.

La reforma del gobierno no toca ni incorpora en el debate el tema de los llamados pensionados plus, como José Angel Gurría, Jesús Silva Herzog, Oscar Espinosa Villarreal y otros ex funcionarios de la administración pública que cobran pensiones millonarias por los dos o tres años que dirigieron alguna dependencia gubernamental. Algunos sí tuvieron responsabilidades en varias dependencias, cobran dos o tres pensiones inclusive. No se toca tampoco el tema de las pensiones de los ex presidentes .

La reforma, sin embargo, como decíamos, es más ideológica que real. No se va a resolver absolutamente nada, ni siquiera en el sentido que quiere el gobierno federal. No se van a ahorrar recursos, no se va a mitigar la crisis financiera del IMSS. Es un sacrificio inútil de conquistas laborales, porque la crisis de las pensiones tiene su origen en otras causas, básicamente en la mala administración del Seguro Social, en el saqueo de sus finanzas por diversos funcionarios, en la disminución de las cuotas patronales, en los altísimos salarios de los directivos del instituto, en el crecimiento irracional del personal de confianza, en las fugas incontroladas de recursos en las adquisiciones de la institución, etcétera.

La aprobación de estas modificaciones abre la puerta para enmendar contratos de trabajo por vía inconstitucional, bajo la misma "filosofía" de igualar a todos en la pobreza, dejando intactos los privilegios de una minoría que sólo gana. En el fondo la finalidad es que se garantice la canalización de recursos al Fobaproa, sacrificando gasto social, institución pública y prestaciones de los trabajadores. En ese sentido lo que busca la reforma al IMSS no es tanto aligerar las finanzas públicas o garantizar las pensiones de los derechohabientes del IMSS, y menos aún terminar con algún privilegio. En términos llanos es una transferencia de recursos de los trabajadores hacia el capital financiero, pues mientras son incapaces de tocar los 70 mil millones de pesos anuales que el fisco entrega a los bancos, a los trabajadores del IMSS les quitan mil millones de pesos.

Ahora aparecen los desplegados del PRI en los que se compromete a continuar con las "reformas estructurales". Está claro que a Elba Esther Gordillo no la quitaron de la coordinación del grupo parlamentario de ese partido porque quería aprobar el IVA a medicinas y alimentos y la privatización energética, sino porque ese papel lo quería jugar Roberto Madrazo. No debe soslayarse la batalla que dieron en el Congreso los legisladores del PRD y un grupo de senadores del PRI. Esto nos muestra que más allá de las fronteras partidarias entre las cúpulas del PRI y del PAN existe plena identidad de proyecto; que el PRI no quiere que se enjuicie a los autores de los crímenes del pasado, pero Acción Nacional tampoco. Que al PAN lo único que le interesa es continuar con el desmantelamiento del Estado social y que la cúpula del PRI está imposibilitada de ser una verdadera oposición porque sólo es capaz de pactar reformas que continúen el proyecto de Salinas. Por si alguien tenía dudas ahí están dos proyectos de nación que se van a expresar cada vez que se vote o se debata alguna de las reformas salinistas de Fox.

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