.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario

P O L I T I C A
..

México D.F. Miércoles 1 de septiembre de 2004

Arnoldo Kraus

Derechos humanos y salud *

Los derechos humanos son una mala moda. Mucho se habla de ellos porque con frecuencia se abusa de ellos. Mucho se escribe acerca de su importancia porque poco resuelven los escritos. Mucho se pregona porque mucho se cojea. Mucho se ensalzan porque muchos son los ojos de organizaciones internacionales encargas de salvaguardarlos. No hay gobierno en el mundo sin una oficina que abogue por ellos, ni Estado democrático que no albergue incontables organizaciones no gubernamentales dedicadas a difundir, fomentar y bregar por una cultura gubernamental y ciudadana en favor de la dignidad del ser humano.

Los derechos humanos son, en efecto, una mala moda. Basta reparar en lo andado y no andado desde que en 1948 se promulgó la Declaración de los derechos humanos para cerciorarse que las condiciones de bienestar y dignidad sólo han mejorado para algunos. La masa que sobrevive en la miseria, y que en México representa entre 50 y 60 por ciento de la población, es testigo de la violación de los derechos humanos.

En el siglo XXI la salud como derecho humano debería ser condición sine qua non. Lamentablemente la realidad es otra. Los binomios miseria y salud y miseria y derechos humanos detienen, y en ocasiones impiden, que la salud florezca. En ese contexto, el trinomio salud, miseria y derechos humanos, Perogrullo dixit, representa un rompecabezas difícil de armar. Difícil porque la interdependencia de los tres elementos aludidos es inmensa. Difícil porque en el México contemporáneo no contamos con las armas suficientes para subsanar las miserias, económica, humana y vital. La suma de esos descalabros impide que muchos pacientes, sea por enfermedad o por miseria, ignoren que tienen el derecho a exigir.

ƑQué hacer cuando muchos de los enfermos desconocen que la salud es un derecho humano y no una dádiva del Estado? ƑQué hacer cuando la mayoría de los programas universitarios y por extensión los médicos ignoran que la salud es un derecho humano? ƑQué pueden hacer los galenos o los hospitales cuando la pobreza es inmensa, el analfabetismo frecuente y, por ende, la enfermedad más compleja? Recuerdo que hace muchos años un patólogo estadunidense comentó que nunca había visto tumores tan grandes como en México. El patólogo tenía razón: tumores que podrían apellidarse abandono, pobreza, ignorancia, negligencia.

Ante la caterva de desventuras que representa la salud en México, es loable que el Hospital General, recinto donde muchos médicos aprendimos algunas de las caras de la salud y albergue para muchos enfermos pobres o muy pobres, se inscriba en la Cruzada Nacional por la Calidad de los Servicios de Salud.

Al abrir sus puertas para obtener el Aval Ciudadano sobre algunos aspectos de la atención médica, e invitar a las organizaciones neutrales e independientes que conforman el Aval Ciudadano -Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia, AC, Afluentes e IPAS México, AC-, el Hospital General fomenta la crítica y la autocrítica, ejercicios tristemente petrificados y denostados en la política mexicana.

Quisiera decir que por el momento poco importan los resultados de lo que debería denominarse el Primer Aval Ciudadano. El escaso número de enfermos incluidos y la dinámica ejercida son tan sólo una aproximación de las vivencias de los enfermos; asimismo, la metodología empleada no permite concluir qué es lo que sucede en el servicio de Urgencias del Hospital General. Sin embargo, el ejercicio es una gran invitación para fomentar, inter alia, conciencia, responsabilidad y autocrítica.

Falta mucho por hacer. El camino es, sin duda, escabroso. A las mermas señaladas habría que agregar la incultura de los enfermos que en no pocas ocasiones es sinónimo de analfabetismo, la insana relación de poder entre médicos y pacientes y la vulnerabilidad de los enfermos, sobre todo la de los enfermos pobres, pues su condición los expone a todo tipo de maltrato.

Quisiera también resaltar dos facetas del Aval Ciudadano. La primera es el deseo de las autoridades de otorgar a los enfermos de los instrumentos necesarios para conocer sus derechos. La segunda es invitar a los proveedores de servicios para que reflexionen acerca de los vínculos entre salud, derechos humanos y trato digno. Ambas podrían fomentar las caras buenas de la medicina. Ambas podrían reinventar la relación médico paciente. Relación que exige replantearse e inscribirse bajo el cobijo de la ética médica, disciplina tan desdeñada como necesaria.

El Aval Ciudadano es la suma de muchas urgencias y de malas realidades. Ponerlo en marcha resolverá algunas carencias, mejorará errores y expondrá múltiples omisiones. En un principio poco se conseguirá. Quizás, en el futuro, el Aval Ciudadano logre paliar la tenue, pero presente discriminación contra algunos enfermos, así como la violación ocasional de los derechos humanos. Con suerte, en el futuro podría convertirse en norma y guía.

Para que el Aval funcione los enfermos requieren, al menos parcialmente, empoderarse de su salud. Para tal efecto, los proveedores de servicios deberán modificar algunas conductas y el Estado mejorar las condiciones de vida de la población mexicana. Difícil entramado, difícil realidad. Ante la pobreza que no ceja y amenaza, los médicos deberíamos encontrar algunos resquicios para perforar esa realidad. El Aval Ciudadano puede ser uno de ellos.

* Fragmentos del texto leído el 24 de agosto de 2004, durante la reunión para firmar el acta constitutiva del Aval Ciuda-dano para el Hospital General de México

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00 Exts: 4900 y 4104

Email
Coordinación de Sistemas
Teléfonos (55) 91 83 03 11 y 91 83 03 77

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.