LETRA S
Septiembre 2 de 2004
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En memoria de Felipe Rodríguez

Luis Manuel Arellano

El pasado viernes 13 de agosto murió por complicaciones de sida el profesor Felipe Rodríguez, quien durante tres años escribió para Milenio diario la columna "VIH Diario". Salvo la cobertura informativa que dicho periódico realizó de su fallecimiento, resulta sintomático que nadie --o casi nadie-- de quienes realizan trabajo en VIH/sida se haya referido a su deceso. Independientemente de que su talento literario no ofrecía la agudeza crítica e irreverente de otros espacios destinados a abordar la problemática del sida en primera persona, como la excepcional columna "Crónica Sero" de Joaquín Hurtado que publica desde hace varios años el suplemento Letra S, Salud, Sexualidad, Sida del periódico La Jornada, el hecho de que Felipe Rodríguez hablara de su enfermedad y las múltiples complicaciones que enfrentó para atenderse y que lo hiciera en un corporativo periodístico como el grupo Milenio, constituye una aportación harto significativa que debería seguirse impulsando, en el esfuerzo por dar visibilidad a las penurias que miles de mexicanos con VIH/sida aún enfrentan para empoderarse de su salud.

A Felipe sólo lo conocí a través de su columna y en un par de emisiones televisivas en Canal 2 (en Milenio Televisión y durante un testimonio que ofreció a los concursantes de la fallida Operación Triunfo). Debido a la información que vertió en sus textos y en las emisiones señaladas, identifiqué un hombre con muchas dificultades para enfrentar el estigma que el sida generó en su vida, así como la percepción fatalista que le inyectó a sus deseos de salir adelante. Me sorprendió que un profesionista universitario como él tuviera dificultades para asumir con una visión menos dolorosa su enfermedad o que no se hubiera relacionado con las organizaciones civiles y los grupos de autoapoyo existentes. Oriundo de Monterrey, vivió sus últimos años en Guadalajara, atendiéndose en una clínica del IMSS de la que con frecuencia se quejó por el trato recibido. Coincido con el investigador Luis González de Alba cuando señala que las expectativas de vida de Felipe eran elevadas (Milenio diario, 16/08/04) "siempre y cuando hubiera tenido un seguimiento apropiado para su infección", lo cual evidentemente no sucedió y de ello el propio Felipe ha dejado su testimonio publicado en la columna "VIH Diario".

Entiendo que su muerte, su pasión, su dolor y su testimonio no deban perderse. Fuera del ámbito de la lucha contra esta epidemia, donde se llega a pensar que el acceso a los tratamientos ha resuelto la vida de quienes viven con VIH/sida, la experiencia pública de Felipe nos recuerda que falta mucho camino por recorrer en la construcción de los climas sociales y médicos que permitan vivir esta situación de salud con calidad de vida y sin miedos. Descanse en paz.

Periodista.