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México D.F. Sábado 4 de septiembre de 2004

Enrique Calderón Alzati

A cuatro años de los Juegos Olímpicos

Sí, faltan cuatro años para los Juegos Olímpicos de Pekín, un tiempo que puede parecer largo, pero que no lo es, sobre todo a la luz de lo que nos ha sucedido en Atenas.

La experiencia está fresca y hoy tiene sentido analizarla, porque si queremos cambiar de resultados, es desde ahora que debemos empezar a construir ese nuevo escenario, tomando en cuenta que en el mundo globalizado en que vivimos los Juegos Olímpicos tienen una importancia quizás bastante mayor que la que como nación les hemos dado.

De un primer análisis de lo ocurrido, es posible identificar varios hechos: 1) Las dos grandes potencias mundiales, Estados Unidos y China, obtuvieron precisamente los dos primeros lugares de la gesta deportiva, de acuerdo con el número de medallas de oro logradas. 2) Los cinco lugares siguientes fueron ocupados por las siguientes potencias dominantes de la economía: Rusia, Australia, Japón, Alemania y Francia. 3) Agrupadas por bloques económicos, resaltan las posiciones de los países asiáticos, con 80 medallas de oro, seguidos por la Comunidad Europea, con 76 medallas de oro, y Europa del Este, con 74.

Muy atrás estuvieron las naciones africanas (ocho de oro), las latinoamericanas (exceptuando Cuba), con 12 medallas de oro, y las naciones árabes, con seis. ƑQué tanto estos resultados reflejan por sí mismos la geopolítica del siglo XXI? ƑCómo explicamos que siendo supuestamente una de las principales potencias económicas a escala mundial, termináramos en el lugar 60 de la tabla, y sin ninguna medalla de oro?

Estas preguntas nos llevan a pensar que el problema es no sólo de México sino de todos los países latinoamericanos, y que ello refleja la ausencia de una política nacional para el desarrollo del deporte o, peor aún, la existencia de una estrategia de alcance continental para impedir el desarrollo de atletas de alto rendimiento en nuestros países.

Esto que parece una exageración quizás no lo sea tanto, en virtud de que los esquemas de dominación siempre han impedido que las sociedades dominadas tengan sus propios héroes; la pérdida de la autoestima entre los miembros de una sociedad es la mejor arma para asegurar su sumisión.

La aparición de un artículo en el diario Reforma el domingo pasado, en el que se sugiere que México adopte una estrategia deportiva igual a la de Estados Unidos, basada en el patrocinio de atletas triunfadores por empresas privadas, sin la participación del gobierno en su formación, sin tomar en cuenta las dramáticas diferencias que existen entre las sociedades de ambos países, apunta en la dirección de acabar de destruir el escaso apoyo al deporte.

El caso de Cuba, con sus nueve medallas de oro, que son más de la cuarta parte de las obtenidas por Estados Unidos, nos llama a reflexionar por varias razones. ƑQué hizo posible que este país pequeño y pobre alcanzara tal nivel de éxito? ƑSe trata acaso de la confirmación de nuestra hipótesis, en tanto que Cuba no es una nación dominada? ƑSe debe a un plan de gobierno aplicado cuidadosamente, para preparar a todos sus jóvenes y luego seleccionar a los mejores? Sea cual fuere la motivación subyacente, nos debe quedar claro que se trata de un proyecto accesible por su bajo costo y extremadamente rentable por sus resultados.

Un aspecto fundamental de los Juegos Olímpicos (y esto lo supieron los griegos hace más de 25 siglos) es su capacidad natural para generar héroes y heroínas locales, para demostrar a un pueblo que en ellos hay casta de triunfadores. Pronto cada triunfador es un ejemplo a seguir para su comunidad y un motivo de seguridad de que los objetivos se pueden cumplir.

Hoy Belem Guerrero es nuestra heroína, aun sin la medalla de oro; ella se convertirá en el motor de un movimiento que habrá de generar cientos de jóvenes dispuestos y deseosos de seguir ese ejemplo. Lo mismo sucederá con Ana Guevara y con los otros tres jóvenes que fueron premiados; los beneficios sociales serán seguramente cientos de veces mayores que los costos que su preparación requirió.

Hoy, más que nunca, México necesita salir del escenario de derrota, de incapacidad personal, de inseguridad y de pérdida de autoestima al que nos han empujado las políticas de los cuatro últimos gobiernos, incluido el actual. Una posibilidad real está en construir una generación nueva de triunfadores. Los Juegos Olímpicos de Pekín pueden constituir el objetivo y el momento para un cambio real de nuestras actitudes actuales de conformismo y derrota.

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