La Jornada Semanal,   domingo 5 de septiembre  de 2004        núm. 496


"NO SOMOS ÁNGELES"


 
GABRIELA VALENZUELA NAVARRETE
Carlos Fazio,
En el nombre del Padre.
Depredadores sexuales en la Iglesia
,

Océano,
México, 2004.

En 1958, en su libro México: una democracia bárbara, José Revueltas decía que "es natural que la religión católica del mexicano sea una religión triste, desgarradora y llena de nostalgias, pues se trata de una religión destinada a sustituir algo que se ha perdido y que ya no se sabe qué es". Aunque él hace referencia, principalmente, a la sustitución de credos consecuencia de la Conquista española, la calificación que hace del cristianismo como una "religión triste" ha vuelto a tener más validez que nunca antes. En los últimos años del siglo xx y los primeros del xxi, la Iglesia católica se ha visto de cara a una crisis que cuestiona sus principios no sólo en México, sino en todo el mundo.

Parte de esos cuestionamientos ha tenido que ver con temas que ya casi se han vuelto lugares comunes en la discusión sobre la religión -como la ordenación de mujeres, la aceptación de las uniones homosexuales o el uso de métodos anticonceptivos-, pero también, y particularmente, con los casos de abuso sexual de niños por parte de algunos sacerdotes.

Aunque los "capítulos" estelares de estos escándalos tuvieron lugar sobre todo en 2002, el asunto está lejos de haber terminado, como lo demuestra Carlos Fazio en su libro En el nombre del Padre. Depredadores sexuales en la Iglesia. Quizá el título haga pensar de entrada en uno más de tantos volúmenes amarillistas que aprovechan el momento o su tema sensacional para vender miles de ejemplares, pero afortunadamente este no es el caso. El también autor de Juan Pablo II. El guerrero de Dios busca alejarse, tanto como el tema se lo permite, del simple escándalo para documentar con pruebas sólidas la validez de todos esos cuestionamientos que han hecho temblar a la "transnacional más antigua del mundo".

Cuando los primeros casos de curas pederastas, especialmente norteamericanos, empezaron a acaparar los titulares de los diarios, se llegó a especular que se tratara de una campaña orquestada desde la Casa Blanca que buscaba hacerse de un poderoso bastión en su estrategia de control mundial: "Ya no más Juan Diegos o vírgenes de Guadalupe", cita no sin humor Fazio un editorial de la revista Siempre!, "lo mejor es que Superman -a sus 50 años de existencia- o el Hombre Araña -aunque sin Torres Gemelas- se conviertan en los santos del nuevo milenio".

No obstante, como el autor lo muestra, el germen de la crisis actual en la Iglesia viene desde mucho antes, desde los siglos en los que las autoridades eclesiásticas satanizaron el ejercicio de la sexualidad entre sus súbditos por ahí del siglo xvi, en el famoso Concilio de Trento. Antes, los sacerdotes podían casarse: Fazio no sólo hace mención de papas como Rodrigo Borgia, padre de César y Lucrecia Borgia, sino incluso de sacerdotes de los años 800 d.C. y de los propios discípulos de Jesús, como San Pedro y San Pablo. Según sus deducciones, el celibato se impone con una sola razón, que vista a ojos actuales es más que lógica: el único fin era conservar los títulos de propiedad de la Iglesia sin tener que dividirlos entre los herederos (esposas e hijos) de los clérigos.

Las historias de los curas violadores de niños o de mujeres casi terminan convirtiéndose en un pretexto para dejar ver una teoría todavía más punzante: la Iglesia está dispuesta a cualquier cosa con tal de conservar el enorme poder que dos milenios de existencia le han dado. Incluso sus jerarcas más altos, es decir, el papa, violan sus propios mandamientos -como el de "No levantarás falso testimonio ni mentirás"- cuando de proteger a sus miembros se trata, como se expone en el caso que quizá resulte el más cercano para el lector mexicano, el del padre Marcial Maciel.

Fundador de la orden de los Legionarios de Cristo (la que dirige instituciones tan renombradas como la Universidad Anáhuac), la pedofilia de Maciel ha sido denunciada una y otra vez no sólo en los medios de comunicación nacionales (La Jornada, cni Canal 40 y hasta Televisa le han dado un seguimiento especial al caso), sino ante el mismísimo Vaticano, ante los colaboradores más cercanos de Karol Wojtyla... y la respuesta más contundente recibida ha sido que Juan Pablo ii nombrara en 1994 a tal personaje su "consejero personal en asuntos de familia" y el "guía de la juventud en América".

En el nombre del Padre... tampoco es un libro en contra de la religión cristiana. Más bien, está a favor de aquello de "dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (San Mateo 22:21). Y como todo el que se acerque a sus páginas, no está de acuerdo en que la Iglesia intente recuperar el poder político de Estados declarados laicos, como México, aunque esto moleste a personajes que se han vuelto harto conocidos: se dice que, por ejemplo, Girolamo Prigione, el ex nuncio apostólico (quien también está en la mira por sus escándalos sexuales al tener a una monja
-Alma Zamora, después candidata a diputada por el PRI en 2000- como concubina), declaró al llegar a México, país regido por "la Constitución más anticlerical del mundo", que "no sólo tendría que luchar contra las leyes, las ideologías y los prejuicios, sino también contra la historia".

Y si se pone suficiente atención, esa historia a la que se refiere no es tan antigua (apenas la Guerra de Reforma hace 150 años)... Pero Carlos Fazio pone frente al lector la realidad de la pugna Iglesia-Estado en nuestros días: no sólo los niños y las mujeres están en peligro, sino que también está amenazada nuestra libertad política como nación con un gobierno que ostentosamente hace gala de su práctica religiosa sin importarle los mandatos de la Carta Magna y con una cúpula político-social (empresarios y políticos) que parece justificar a clérigos como Maciel o Prigione con las palabras de José Guadalupe Martín Rábago, obispo de León y vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, quien, al aceptar casos de abuso en México, dijo simplemente: "No somos ángeles." Sin comentarios.