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6 de septiembre de 2004


GARROTES Y ZANAHORIAS


EL CONTROL DE LA INFLACION

El dinero constituye un estímulo esencial en una economía de mercado. Es el equivalente general que hace posibles los intercambios de bienes y servicios, especialmente el trabajo. Además, permite financiar una estructura de endeudamiento de las empresas, las familias y el gobierno sobre la que se basan los circuitos de la producción y del consumo.

Así, la cantidad de dinero y del crédito, pueden utilizarse para fomentar la actividad económica con la generación de condiciones de rentabilidad para las inversiones y de creación de empleo e ingreso para la población. Pero puede usarse, igualmente, como instrumento restrictivo del nivel de la producción en aras, por ejemplo, de controlar la tasa de crecimiento de los precios.

El banco central, en este caso el Banco de México (BdeM), se encarga de definir la política monetaria que se sigue, precisamente, para administrar la cantidad de dinero y de crédito en la economía, así, incide también en la determinación de sus respectivos precios, principalmente la tasa de interés.

La Constitución, en su artículo 28, confiere el carácter de autónomo al BdeM en cuanto a sus funciones y administración, y establece como su objetivo prioritario "procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional". Esto quiere decir que la función principal que tiene es reducir lo más posible la inflación y mantenerla bajo control. El precepto legal es difuso, puesto que no se establecen rangos para evaluar la capacidad de mantener la estabilidad del peso. Vaya, ¿con 5 por ciento de inflación anual se considera que se cumple el mandato?

Además, el criterio político manifiesto en la ley, no se vincula necesariamente con los lineamientos de tipo técnico que pudieran, en un momento dado, guiar a la política económica para usar la inflación como medio de estímulo de la producción. Esto último parece ser actualmente un argumento extraño, sin embargo, las modalidades vigentes de la gestión de la economía por el gobierno no han sido las únicas aplicadas ni tienen por qué ser permanentes.

En todo caso la autonomía del banco central que se asocia con la estabilidad de los precios no ha incidido de manera favorable con la promoción del crecimiento sostenido de la producción. No hay aún correspondencia entre el control de la inflación y el aumento sostenido del producto. En este sentido, no hay automatismo que pueda asumirse en la forma en que operan los mercados. La inflación tiene causas diversas y la capacidad productiva del país tiene que ver con desajustes estructurales que limitan el aumento de la inversión y de la productividad.

El asunto es cómo puede la gestión monetaria, que diseña y aplica el banco central, contribuir de manera eficaz con el aumento del producto, del empleo y del ingreso en un contexto de creciente estabilidad. Esa fórmula aún no se encuentra en México y la vulnerabilidad de la economía es tal que una fuerte presión financiera, como la que puede entrañar la debilidad fiscal crónica que se padece, puede terminar con el control de los precios y agravarlo con la devaluación del peso, como ocurrió ya de modo recurrente desde 1982 y en especial en 1995.

El BdeM no halla aún cómo detener la inflación sin someter la economía a una escasez de dinero y de crédito. Usa un instrumento básico de control que es la restricción de liquidez que impone a los bancos para operar diariamente mediante una señal que da con la modificación del corto. No tiene, como ocurre en otros bancos centrales, como la Reserva Federal de Estados Unidos, la capacidad de establecer de modo directo la tasa de interés, o sea, el precio del crédito. Así, depende de las subastas semanales de los Cetes que hace con los bancos comerciales, o sea, que ese precio clave de la economía se asocia con la deuda interna que ha ido en aumento en los años recientes.

Con una administración monetaria centrada en el control de la cantidad de dinero y con un sistema bancario que luego de grandes cambios en cuanto al régimen de propiedad ­que devora gran cantidad de recursos públicos­, pero que prácticamente no presta a las empresas, la estabilidad de los precios es insuficiente para cumplir lo que debería ser el objetivo de la gestión monetaria: crear más riqueza y más ingreso mediante la producción  §

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