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México D.F. Jueves 9 de septiembre de 2004

Carlos Montemayor

El tiempo según Fox

Han pasado más de cuatro años de aquel atractivo eslogan de Vicente Fox: "šhoy, hoy, hoy!" La primera vez que lo dijo fue en un encuentro de tres de los entonces candidatos a la Presidencia de la República. A la derecha de la mesa se hallaba Vicente Fox, después Cuauhtémoc Cárdenas, luego el director de la Cámara de la Radio y Televisión, y después, ya en el otro extremo de la mesa, Francisco Labastida. La exclamación surgió del empecinamiento de Fox por realizar esa noche un debate entre los candidatos en las instalaciones de Televisión Azteca.

Después fue una expresión ampliamente explotada en su campaña para afirmar que los cambios y la transformación de México debían darse inmediatamente, y que él estaba listo para trabajar por el país, elevar el crecimiento económico a 7 por ciento, eliminar la corrupción y la pobreza, echar de Los Pinos todo tipo de alimañas y víboras, acabar con el PRI e invadir de empleos el país.

Más decidido y con menos tiempo del "šhoy, hoy, hoy!", consideró también que 15 minutos serían suficientes para resolver el conflicto en Chiapas. Claro, nunca aclaró en qué día, de qué semana, de qué mes, de qué año o en cuál década debían situarse esos 15 minutos. Pero el manejo tanto del "šhoy, hoy, hoy!" como del cuarto de hora daba un mensaje contundente: los hechos no tienen su propio tiempo, sólo obedecen a la voluntad de quien gobierne; los hechos no son procesos sociales complejos, con historia y dinámicas diversas, sino una especie de mercancías y objetos canjeables que se ordenan de acuerdo con una decisión ejecutiva, es decir, eficaz: una decisión de empresa y de cálculo mercadotécnico.

Este desdén por la realidad ha sido una constante en los discursos de campaña y de gobierno de Vicente Fox. Pero si antes podíamos confundir ese desdén con la enjundia de propósitos futuros, ahora sabemos que el desdén por la realidad fue abriendo las puertas de la fantasía a los discursos y a diversas decisiones de gobierno del presidente Fox. Esta fantasía va a contracorriente de los propios hechos de su administración.

Por ejemplo, suele insistir en la recuperación del número de empleos cuando el INEGI demuestra la pérdida de ellos. Convierte en desarrollo de la economía nuestro crecimiento nulo. Se empeña en que veamos como ahorro el retiro voluntario de miles de pequeños burócratas cuando el dispendioso crecimiento de los sueldos y plazas de mandos medios y superiores demuestra lo contrario.

Su desdén por la realidad lo ha llevado a otros tropiezos. Por ejemplo, no le importó adelantar ni retrasar en dos años la fecha de la expropiación petrolera ni, particularmente, confundir el proceso social, político y económico de la expropiación misma con un "capricho de papi", en alusión al progenitor de su contrincante Cuauhtémoc Cárdenas. Acaso por esa reducción extrema prefiere ver los contratos de servicios múltiples como una modernización del país y no como un proceso de desmantelamiento de Pemex. Quizás por ello confunde la inconstitucionalidad de esos contratos con la falta de certidumbre jurídica para las trasnacionales que exigen la tajada del león de los energéticos de México.

El "hoy, hoy, hoy" y "los 15 minutos" se erigían como un espectacular conjuro ante los 71 años de gobiernos priístas, un espectacular cambio ante los 71 años de una historia inservible o equivocada. Por esa exaltación de lo inmediato vaticinó que los nombramientos en el gabinetazo eran sólidos contratos por seis años. Nada sería como antes.

Ahora, cuatro años después, han ido quedando enterrados infructuosamente muchos "hoy, hoy, hoy" y muchos "15 minutos". Cancelada y demagógica la inmediatez, el pasado primero de septiembre por la tarde enderezó Vicente Fox sus baterías hacia el futuro y expresó: "Iniciamos la tercera etapa de nuestro gobierno. Hemos sentado bases firmes. Tenemos la solidez y la energía para seguir adelante. Lo mejor está por venir".

Ya no estamos en la tradición nostálgica de que todo tiempo pasado fue mejor, ni en el enjundioso discurso de campaña política por el hoy inmediato o los cuartos de hora. El discurso se desplaza al futuro. Ya toca el turno a los dos años que vienen, a los dos años que restan. Pero la pasión por la fantasía no augura algo bueno para ese periodo. Sobre todo porque la realidad se compone de múltiples procesos sociales que tienen su propio tiempo, dinámica y memoria. Procesos sociales integrados por individuos, gremios, corrientes ideológicas, pueblos, regiones, fuerza de trabajo y fuerza desempleada.

Procesos a los que tenía que haberse acercado esta administración con estudio, diálogo, inteligencia, disposición a cambios y a negociaciones, y no solamente con los manuales del Banco Mundial ni con las asesorías inflexibles de las empresas trasnacionales que sofocan el campo, la banca y los recursos energéticos y naturales del país.

En el enrarecido ambiente de manuales "modernos" de aplicación piramidal y la fantasía, no creo que haya mucho espacio en los años que quedan para que la realidad pueda filtrarse aunque sea "šhoy, hoy, hoy!" o por lo menos 15 minutos.

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