.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario

P O L I T I C A
..

México D.F. Jueves 9 de septiembre de 2004

Martí Batres Guadarrama

Los de Arriba

Mariano Azuela es un político, como lo son el resto de los ministros de la Corte, pues todo alto funcionario del Estado lo es; sin embargo, con frecuencia quiere presentar sus opiniones y decisiones como la esencia pura del derecho, desprovista de todo interés político. Empero, cada vez es más difícil disfrazar las decisiones políticas de decisiones jurídicamente puras. Sobre todo cuando el protagonista es ostensiblemente obvio en sus intenciones y propósitos.

Mariano Azuela llegó criticando soterradamente lo que llamaba el protagonismo de su antecesor. Afirmaba en corto, y en no tan corto, que en el Poder Judicial se tenían que tomar las decisiones con discreción, sin espectacularidad y con la sola publicidad que entraña el conocimiento de una resolución. No obstante, durante el lapso que lleva como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Azuela no se ha distinguido por ser un hombre discreto o menos público que sus antecesores. Se ha diferenciado, eso sí, pero en los contenidos de su discurso.

Por lo menos en dos momentos fundamentales el actual presidente de la Corte ha salido ante la opinión pública con estridencia inusual a defender posturas muy vinculadas al debate político. Se recuerda, por ejemplo, cuando apareció defendiendo la decisión del Poder Judicial de ordenar el pago de mil 800 millones de pesos por concepto de indemnización al supuesto dueño del predio Paraje San Juan.

En aquella ocasión el gobierno de la ciudad, como se recordará, impugnó la decisión del Poder Judicial y demostró ante la sociedad que el supuesto propietario del Paraje San Juan era un usurpador y un falsificador, en todo caso un litigante fraudulento. El gobierno de la ciudad evidenció tácitamente que el asunto Paraje San Juan había pasado por diversas instancias judiciales sin que ninguna pudiera advertir el tamaño del fraude que se pensaba consumar. En todo caso el gobierno capitalino hizo la investigación que correspondía al ámbito judicial y evidenció sin proponérselo las fallas de un sistema judicial que no está hecho para hacer justicia, detener la corrupción o detectar el uso indebido de las acciones judiciales. Además el gobierno de la ciudad ahorró al erario la pérdida absurda de mil 800 millones de pesos a manos de un defraudador, y por cierto de numerosos socios que esperaban llevarse una tajada de dicha indemnización. Pero este hecho fue visto como una afrenta por el presidente de la Corte, quien condenó entonces de manera abierta y ruidosa lo que llamó una "democracia populista", tomando partido en el terreno ideológico y político desde entonces.

Una segunda aparición pública estruendosa de Azuela ocurrió con el caso de El Encino. Apenas había transcurrido un día de que la PGR había solicitado el desafuero del jefe de Gobierno ante el Congreso de la Unión cuando con la sonrisa en los labios Mariano Azuela anunciaba que aparecería en todos los medios un desplegado explicando toda la historia judicial del caso El Encino. El desplegado, por cierto, no traía toda la historia judicial porque curiosamente se les olvidó mencionar que el gobierno de la ciudad había ganado a su favor el incidente sobre la violación a la suspensión provisional, en el que el juez Armando Cortés resolvió que no se había dado tal violación por parte de la autoridad capitalina. Apenas hace unos días nuevamente el presidente de la Corte en un escenario público afirmaba que no debían tolerarse más desacatos a las resoluciones judiciales.

En toda esta historia llama la atención la falta de disposición de la máxima autoridad del Poder Judicial de la Federación para la revisión autocrítica de forma y de fondo en un caso como el del Paraje San Juan y la falta de voluntad para llegar en un caso como éste a la verdad histórica, a la justicia y a la aplicación de fondo del derecho. Llama la atención que se haya dedicado un desplegado al caso El Encino, lo que no se hace como práctica común. Llama la atención también la predisposición de la máxima autoridad de la Corte para defender de manera corporativa a los funcionarios del Poder Judicial de la Federación. Esa predisposición se parece mucho a la actitud que se asumía hace años en el Poder Ejecutivo de defender como principio de autoridad a cualquier funcionario así hubiera cometido tropelías o irregularidades. En el caso de El Encino las máximas autoridades del Poder Judicial, tanto la Corte como el Consejo de la Judicatura, avalan de facto las decisiones tomadas por el juez Alvaro Tovilla, las cuales están plagadas de contradicciones, hecho por lo demás equívoco, pues ambos órganos no deberían opinar de un asunto que a la postre -tal como ocurrió- podrían estar conociendo.

Llama la atención también que para el presidente de la Corte hasta ahora sea un asunto de primera importancia evitar los desacatos a las resoluciones judiciales cuando es sabido en ese ámbito que como trámite se da vista al Ministerio Público de cientos de miles de supuestos o reales desacatos, sin que jamás haya preocupado a los órganos de justicia su eficaz sanción. En cambio, en un caso en el que no existe evidencia material alguna de que se haya desobedecido la resolución de un juez se quiere, ahora sí, castigar la desobediencia. Y llama también la atención el tono ideológico del discurso del presidente de la Corte, un discurso que, aunque pretende estar basado en la pureza del derecho, recurre a las fórmulas doctrinarias más conservadoras.

Pero lo que más llama la atención de todo es lo lejos que se encuentra el Poder Judicial de la justicia, de la sociedad, de la gente común, de los problemas del pueblo, y de los de abajo; y lo cerca y comprometido que se encuentra con los de arriba, los que tienen el poder económico y político. Mariano Azuela es un jurista, pero sobre todo es un político que ayuda a Los de Arriba.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00 Exts: 4900 y 4104

Email
Coordinación de Sistemas
Teléfonos (55) 91 83 03 11 y 91 83 03 77

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.