.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
Fotografía
Cartones
CineGuía
Suplementos
Perfiles
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
La Jornada Michoacán
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
Suscripciones
Obituario

M U N D O
..

México D.F. Jueves 9 de septiembre de 2004

José María Pérez Gay/V

El Cáucaso en llamas

El 5 de noviembre de 1997, la televisión rusa informó en su noticiario de las 10 de la noche que, por decreto del presidente Aslan Masjadov a partir de ese día Chechenia había cambiado su nombre: ahora se llamaba República Islámica Chechena. Ese cambio violento tenía una explicación. El gobierno se le iba de las manos a Masjadov; sus leyes estrictas contra las mafias criminales y la "degradación de las costumbres" habían fracasado. Pero esta declaración oficial alejaba todavía más a Chechenia de la Turquía secular, así como también de los pueblos del Cáucaso del Norte cuya población profesaba la religión musulmana. La transformación islámica de la ciudad de Grozny contrastaba con la austera Georgia ortodoxa; más aún, la pro occidental Azerbaiyán no podía apoyar públicamente al gobierno de Masjadov. A principios de 1998 la aislada Chechenia se convirtió en "nido del terrorismo regional", y encarnó una amenaza directa no sólo para Rusia sino también para todas las repúblicas caucásicas. Aunque no debemos confundir el rechazo político e ideológico de algunos estados con la ayuda directa de ciertos grupos privados, como por ejemplo los empresarios turcos que pagaron sumas estratosféricas para la construcción de la mezquita de Grozny.

A partir del siglo XVII, el orden tradicional de Chechenia descansaba en dos columnas: la primera era el Islam, su idea del derecho y su estricta aplicación: la sharia; la segunda, los usos y costumbres de las tribus y los clanes: el adat. El islam era la fortaleza de la sharia; el clan, la fortaleza del adat. El Islam cuidaba y protegía la vida espiritual e ideológica de sus fieles; el adat, la vida diaria y sus innumerables conflictos. Sin duda, la inteligente y sabia combinación de ambas evitó -entre 1997 y 1999- la guerra civil en Chechenia. Las fraternidades sufi, esa manifestación única del misticismo en el Islam, apoyó siempre la estricta observancia de las leyes de la sharia. A principios de 1994, Yandarbiiv, el ideólogo del régimen, hablaba ya de un Estado secular con una orientación islamica; además, se encargó de subrayar la íntima relación que debería existir entre la identidad nacional y la identidad religiosa en el caso checheno, co-mo condición necesaria del movimiento de independencia. En mayo de 1997, Aslan Masdajov llevó a cabo la completa islamización de todo el aparato jurídico del Estado. Los candidatos a la Presidencia de la República debían jurar su fidelidad ante el mufti (el sacerdote) y con la mano derecha sobre un ejemplar del Corán. Se fundó el Supremo Tribunal de la Sharia y sus diferentes juzgados en los rayons (distritos); además, se fundaron los batallones de guardias de la sharia, se les dieron amplios po-deres, se les encargó vigilar la vida diaria, y todos los chechenos se fueron sometiendo, al parecer, a la estricta observancia de las leyes del Islam.

En el Islam en Chechenia y Daguestán, el historiador inglés Bruno de Cordier asegura que la moral islámica nunca llegó a imponerse en esos pueblos, la supuesta islamización de la vida fue sólo la prueba de que el gobierno checheno de Grozny era absolutamente incapaz de encontrar vías de pacificación ante el creciente mundo criminal y la rivalidad entre los señores de la guerra de las más apartadas regiones. "La conciencia nacional se convirtió en enfermedad", escribía De Cordier, "una suerte de delirio de las masas encandiladas con su propia sobrevivencia. La victoria sobre Ru-sia (1996) -con todas sus incontables víctimas- nunca significó un alivio en la vida diaria, sino que, al contrario, impuso un totalitarismo anárquico que no reconoció más leyes, ni mucho menos normas morales". Aslan Masjadov no pudo contener la ola de crímenes y secuestros que, a principios de 1998, estremeció a Chechenia, y que desde entonces la ha convertido en el centro del crimen, como hemos afirmado en estas notas. De acuerdo con esta anarquía criminal han florecido sectas religiosas que predican un fiero radicalismo, han surgido también lo que podría llamarse "etnias por e-mail": redes internacionales de chechenos dispuestos a combatir en el Cáucaso a pesar de la diversidad y la lejanía de los lugares. Estos sentimientos de etnia, incorporados a los sitios web, o por la diaria presencia de Internet, no son sino extensiones de sociedades tradicionales cuyas culturas y adeptos, en este caso el de los chechenos, se ha-llan dispersos por todo el mundo.

El 29 de junio de 1998, la República de Chechenia solicitó su ingreso oficial en Naciones Unidas. Al día siguiente, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Moscú informó a los medios internacionales que Chechenia no podía ser miembro de la ONU porque pertenecía a la Federación Rusa. Aslan Masjadov debió haber sentido que se le caía el alma a los pies: la lucha de siete años se evaporaba en los pasillos de la burocracia y en las oficinas de los servicios de inteligencia rusos en Moscú. El fracaso de la revolución de independencia chechena era un hecho incuestionable.

Según reportajes de la revista londinense Military Balance, de agosto de 2003 a mayo de 2004 las tropas rusas perdieron 4 mil 749 soldados en combates contra los rebeldes chechenos, un promedio de 13 muertos por día. Así las cosas, la república de Chechenia es, quizá junto con Irak y Palestina, la fuente más sangrienta del terror mundial. Sin embargo, la situación en el norte del Cáucaso es mucho más complicada que lo que los dirigentes rusos imaginan. El conflicto comenzó como una lucha por la independencia; en esos años el Islam no tocaba sus tambores de guerra santa, apenas tenía alguna importancia. Pero el registro del terror checheno ocupa ya una larga lista, que empezó desde los primeros combates. El 14 de junio de 1995 es un parteaguas en la historia de la Rusia contemporánea. En la pequeña ciudad de Budjonovsk, en territorio ruso, los guerrilleros chechenos ocuparon un cuartel de la policía y, unas horas después, tomaron a mil 100 rehenes en un hospital. Shamil Basaiev, uno de los señores de la guerra, fue la cabeza del asalto al hospital. Basaiev, por ese entonces un joven de 30 años, encarna a la perfección al nacionalista fanático que no conoce la compasión ante los rusos, ni tampoco ante civiles chechenos. El estudiante de agronomía que participó, en mayo de 1991, en el se-cuestro de un avión de Aeroflot en Estambul, Turquía "para vencer a los conquistadores rusos racistas", como él mismo dijo, reaparece en la guerra entre Georgia y Abjasia, combate al lado de los separatistas en Tiflis con un grupo de mercenarios, secuestra un autobús, toma de rehenes a los ancianos del asilo de Pjatigorsk y los cambia después por un helicóptero.

Otra ironía de la historia del Cáucaso. Las tropas de elite rusas entrenaron a Shamil Basaiev y sus guerreros durante la guerra de Georgia, así como los estadunidenses entrenaron a Osama Bin Laden en su lucha contra los invasores soviéticos en Afganistán.

Enero de 1996. Salman Raduiev, ex funcionario de las organizaciones juveniles del Partido Comunista Soviético, se lanza con 65 guerrilleros a ocupar el Hospital Central de la ciudad de Kisljar, en Daguestán, y captura a 2 mil rehenes entre enfermos y enfermeros, mujeres a punto de dar a luz y bebés en los cuneros, personal administrativo y visitantes. Raduiev se lleva a 165 rehenes y hace el camino rumbo a Chechenia. En el pueblo de Pervomaiskii, las tropas rusas intentan detener a los chechenos, pero los guerrilleros abren fuego y 400 combatientes mueren en el ataque, los rehenes también. A Pervomaiskii lo borraron literalmente del mapa. El gobierno ruso, como si fuera una virtud incomprensible, se enreda en sus propias contradicciones, ejerce la censura del modo más absurdo. El ministro del Interior afirmaba que se dio un intento de fuga de los chechenos, luego el gobierno admitió que no se habían enviado tropas suficientes para detener a Raduiev; algunos soldados rusos aceptaron que sus helicópteros habían bombardeado a sus propias tropas durante el primer día de la batalla. El vocero del Kremlin confundió las cifras. Al principio sostuvo que habían muerto 80 rehenes, unas horas más tarde sólo 24 enfermeros del hospital. Según fuentes confiables del Ministerio de Defensa, murieron 120 chechenos y 82 soldados rusos. El Kremlin alimentaba la esperanza de que Raduiev hubiera sido li-quidado; sin embargo, había sobrevivido. Así como Basaiev, Raduiev justificó en-tonces su locura: "Chechenia prácticamente ha desaparecido. No nos queda sino ejercer la venganza, destruir las ciudades rusas y matar a su gente".

Boris Yeltsin, preocupado con su relección, pacta en 1996 con el gobierno checheno una paz efímera. Pero en septiembre de 1999, durante la segunda guerra de Chechenia, Vladimir Putin entra en acción, promete liquidar a los terroristas y con esa promesa en gran parte llega a la presidencia de la república. Ahora envía 145 mil soldados a Chechenia, como si fuesen a invadir Japón o Corea. Basaiev se interna en el Daguestán, punto estratégico importantísimo, la cara de Rusia al mar Caspio, para fundar ahí la ciudad de Dios. La guerra de guerrillas se extiende al país vecino.

Mientras tanto, en la prensa de Rusia "checheno" significa "criminal", "terrorista" o "bandido". Cuando en septiembre de 1999 tres multifamiliares se vinieron abajo con explosiones de bombas en el barrio de Volgodonsk, de Moscú, y mueren 270 personas, nadie duda ya que los terroristas son chechenos dispuestos a todo.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm

Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Coordinación de Publicidad
Tels: (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00 Exts: 4900 y 4104

Email
Coordinación de Sistemas
Teléfonos (55) 91 83 03 11 y 91 83 03 77

Email

  © Derechos Reservados 2003 DEMOS, Desarrollo de Medios, S.A. de C.V.
Todos los Derechos Reservados. Derechos de Autor 04-2003-08131804000-203.
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido sin autorización expresa del titular.
El título y contenido se encuentran protegidos por la legislación de la materia en la República Mexicana.