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México D.F. Viernes 17 de septiembre de 2004

Olga Harmony

El teniente

Martín McDonagh es un dramaturgo irlandés avecindado en Inglaterra de quien ya teníamos conocimiento por La reina de Leenane, gracias a un montaje de Iona Weissberg que en su momento obtuvo algunas críticas porque la brutal historia hacía reír al público, sin que se entendiera el ácido humor crítico del autor y que este primer texto suyo, escrito a los 28 años, suscitó las mismas risas en la propia Irlanda y en todos los escenarios en que se presentó. El teniente... y lo que el gato se llevó, título con que se presenta en México en adaptación de José Caballero -y cuyo original he de confesar que desconozco- regresa a la vieja tradición de algún autor del famoso movimiento del Teatro de la Abadía, como Sean O'Casey, quien, muy lejano el romanticismo de Yeats o Lady Gregory, mostró la cara oscura del pueblo y causó verdaderos motines. Algunas escenas de la obra de McDonagh -como en la que el padre del loco Padreigs y su compinche tiñe con betún al gato- no pueden menos que remitirnos a los entrañables Barry y Darry de El fin del principio.

El teniente de Inishowre, como parece ser su nombre original, fue estrenada por la Royal Shakespeare Company en el Teatro Olimpia y recibió el premio Laurence Olivier a la mejor comedia de 2003. Su feroz crítica se encamina, tanto a los atentados del supuesto Ejército Irlandés de Liberación Nacional, que poco podría competer al público nacional, como a la fragmentación de los grupúsculos subversivos, materia de la que sí tenemos experiencia. Desde luego que la lucha del pueblo irlandés contra el dominio de Inglaterra no puede ser objeto de humor negro, como tampoco un tema tan actual como el terrorismo, pero el dramaturgo aísla a sus personajes en la pequeña isla del sur de Irlanda y hace que su psicópata protagonista combata al narcotráfico que destruye a los jóvenes. Quizás sea por las fechas de nuestra propia Independencia, a lo mejor por los terribles sucesos de ocupación de Irak o Palestina, que dan lugar a mayor violencia, pero me inclino a pensar que el dramaturgo, más que ridiculizar al IRA se propone desnudar la sesión de un pequeño grupúsculo en cédulas que se ven reducidas a una de una sola persona. También cómo un minúsculo suceso da lugar a una lucha entre los pocos y aislados miembros del inexistente Ejército Irlandés de Liberación Nacional.

José Caballero propone el fársico texto como un comic, lo que abate un tanto las sanguinarias acciones que se presencian. Ya antes, hasta donde recuerdo, este recurso había sido empleado por José Estrada en Ubú rey de Jarry y, más recientemente, por Philippe Amand en Perder la cabeza de Jaime Chabaud. Es el mismo Amand quien ahora diseñó la escenografía, consistente en tres cuadros verticales que se repiten sobre el escenario, amén de algún mobiliario, y es en estos recuadros en donde se proyectarán los videos de caricatura, responsabilidad del escenógrafo e iluminador, apoyados por la escenofonía de Rodolfo Sánchez Alvarado. Las mismas caracterizaciones, sobre todo la del padre del loco Padreigs -que tiene mucho de clownesco- muestran personajes estereotipados propios del comic. El trazo escénico, como siempre en Caballero, es muy fluido y el ritmo, aun en escenas de poca acción y mucho diálogo, es excelente.

El reparto mezcla actores de mucha trayectoria (y mucha aceptación del público) con otros más incipientes. Por desgracia, el programa de mano, que también está elaborado dentro de la convención de la historieta, no da reparto, por lo que me resulta difícil identificar a los actores más noveles y, sobre todo, dar los nombres de los personajes. Como el teniente alternan Bruno Bichir y Juan Manuel Bernal -que es quien actuaba en la función a que asistí y que tiene un buen desempeño. Como el padre del teniente, Héctor Bonilla quien, una vez que desiste de mirar al público buscando complicidades, realiza un eficaz trabajo y como su compinche Rafael Sánchez Navarro, muy gracioso también. Verónica Merchant es la única mujer de la obra y se muestra violenta y decidida en su papel. Los otros tres miembros del grupúsculo, me parece que vi a Sergio Bonilla, Ignacio Ferreira y Américo del Río (Fernando Bonilla dobla funciones con algunos de ellos, me imagino que con Américo del Río. Y sin no es así pido disculpas a los cuatros), alternan sin desdoro con los actores más conocidos.

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