México D.F. Sábado 18 de septiembre de 2004
Después de las preseas de Atenas el proyecto
se extenderá a Pekín 2008
El taekwondo, una forma de vida para la familia Salazar
Blanco
"Les decíamos que no eran niños normales,
que debían estudiar y entrenar porque se preparaban para algo muy
especial", recuerda el padre y entrenador de los medallistas Iridia y Oscar
ABRIL DEL RIO/I
Al tiempo que Reynaldo Salazar ganaba su primera medalla
de bronce en el Campeonato Mundial de Taekwondo, en Chicago 77, nacía
el primogénito de la hoy orgullosa familia Salazar Blanco, que tras
las preseas de plata y bronce de Oscar e Iridia, en Atenas 2004, se prepara
para el ciclo olímpico de Pekín 2008.
Padre afectuoso y a la vez disciplinado, Reynaldo Salazar
describe la forma en que su familia se integró al taekwondo, no
como una disciplina meramente formativa, sino como una forma de vida.
Salazar, quien se inició en el taekwondo cuando
el coreano Dae Won Moon empezó a difundirlo en México, fue
integrante del equipo que consiguió la medalla de plata en el Mundial
de Stuttgart 99, donde Oscar Mendiola se convirtió en el único
mexicano que ha ganado una medalla de oro en una justa de esa clase.
"Desde
esa competencia llevamos a Oscarito, y de ahí nos acompañó
a todos los torneos. Así se fueron sumando Rodrigo y después
Iridia. Para nosotros es en realidad una forma de vida", expresó.
Para Reynaldo Salazar los resultados de sus hijos en la
justa olímpica confirman que es un deporte apto para el mexicano.
"Es una disciplina que se adecúa a nuestro carácter,
a nuestra idiosincrasia. Somos gente muy aguerrida y creo que por eso México
ha tenido buenos resultados, siempre en los primeros lugares", refiere.
Niños especiales
Reynaldo, quien se había iniciado en el Club Deportivo
Coyuya con el maestro José Torres Navarrete, siempre compartió
el gusto del taekwondo con su esposa, Lourdes Blanco, también taekwondoísta,
aunque en el plano nacional, y para desarrollar a los hijos revela el método
que decidieron utilizar durante su crecimiento:
"Los manejábamos de una manera medio engañosa,
porque les decíamos, o ellos decían que no eran niños
normales. Que por qué tenían que ir al taekwondo, que mejor
querían jugar en la calle como todos los niños.
"Pero nosotros les dijimos que se estaban preparando para
algo muy especial, que nada más llegaran a ser cintas negras y después
podían hacer lo que quisieran, pero que en ese momento el objetivo
era estudiar y practicar taekwondo, y así lo hicieron.
"De hecho, todos sus amigos son del taekwondo. Ellos no
saben lo que es andar en la calle con amigos y esas cosas".
-¿Lo asumieron sin protestar?
-Sí, bueno, veían a los amigos de la escuela
que jugaban, que se distraían, o que se iban al cine y demás,
y ellos con su rutina de entrenar, a hacer la tarea, a dormirse temprano;
a las 8 de la noche había que estar en la cama, algo de caricaturas,
y al otro día de nuevo en la cama.
"Ya de grandes una que otra vez se van a la disco o con
los amigos, pero ya. No son gente de pachangas ni fiestas, ni nada. Y todo
eso, pues a base del deporte.
"En un tiempo hicieron futbol, pero no les llamó
la atención, en otro gimnasia y luego natación, pero tampoco."
-¿Cómo manejó la presión con
sus hijos?, porque no debe ser fácil llevar una disciplina sin el
riesgo de que se convierta en una imposición.
-Creo que se debe al hecho de que soy profesionista: ingeniero
químico industrial; entonces todas mis actividades las he hecho
con cierto orden que da la profesión.
Salazar Molina, también profesor de educación
física, pertenece a la generación quebrantada a raíz
del cuestionamiento al consorcio de Moon y el manejo de asociaciones de
taekwondo hacia mitad de los 80.
-¿Cómo enfrentó todos estos cambios?
-Nosotros pertenecíamos a Moo Duk Kwan, pero después
hubo problemas internos en la asociación y vino el rompimiento.
Yo no veía que se cumplieran mis expectativas y decidimos formar
una nueva asociación, entre Oscar, Iridia, Rodrigo y yo.
Surge Talentos Marciales
Es Talentos Marciales la asociación que representa
la familia Salazar Blanco, que agrupa a unos 5 mil practicantes en el país.
"En realidad siempre hubo consenso de hacer algo para
nosotros, de formar algo diferente, donde nos dedicáramos a la promoción
y difusión del taekwondo, y a la fecha se ha cumplido bien.
Salazar Blanco explica: "Nosotros estamos en la escuela
central, en Iztapalapa, y nuestros alumnos tienen otros planteles en distintos
puntos de la ciudad y en el interior del país.
"Nosotros los impulsamos a que lleguen y se promocionen
dentro de la disciplina. Ya cuando tienen la preparación para competir
en eventos selectivos oficiales también los impulsamos y si clasifican
a algún selectivo hasta ahí termina nuestra labor, porque
empieza la función de la federación (Mexicana de Taekwondo).
-A raíz de las medallas de sus hijos este deporte
ganará adeptos, ¿qué recomendaría para que
los practicantes no caigan en la improvisación?
-Pues que hay que ser responsables, porque el taekwondo
es un arte marcial que si no se lleva de una manera adecuada puede ocasionar
problemas muy graves en el desarrollo de los niños.
Raynaldo Salazar había conducido a sus hijos a
niveles competitivos, aunque los dejó libres en la parte técnica
cuando empezaron a ocupar puestos de selección nacional, pero retomó
la preparación en la etapa previa a Atenas.
"El hecho viene a ser un parteaguas cuando no clasifican
de forma directa en el Preolímpico de París, como se esperaba.
"Antes de esa competencia fui con ellos al Mundial de
Alemania y le hice algunas observaciones al presidente de la federación
(Roberto Beltrán Ramonetti), pues en mi concepto, la forma como
estaban entrenando ellos tenían pocas posibilidades de clasificar,
porque los demás equipos se preparaban de una forma distinta, mientras
nosotros seguíamos con la misma rutina."
Aunque compartió su inquietud con Oscar Mendiola,
su amigo y jefe de entrenadores nacionales, fue al regreso de París
cuando creció el deseo de cambiar el sistema de preparación,
de ampliar la plantilla de trabajo a la que se unieron médicos,
sicólogos y el metodólogo Humberto Inguatzu, quien, reconoció,
"fue quien integró el plan maestro de preparación técnico-táctica".
Trabajará con la selección olímpica
En un hecho excepcional en el deporte mexicano Reynaldo
Salazar se integró como entrenador de sus hijos, mientras el otro
taekwondoísta clasificado, Víctor Estrada, se quedó
con el coreano Young In Bang, cuya preparación final se realizó
en Corea, plan que los Salazar declinaron y optaron por el Centro Deportivo
Olímpico Mexicano (CDOM).
Los resultados, define Salazar, fueron acordes con la
preparación. El objetivo se cumplió en Atenas, pero ya empiezan
a gestarse las nuevas metas rumbo al nuevo ciclo olímpico y en ellas
están involucrados sus tres hijos, pues además de que Oscar
e Iridia se extenderían al menos cuatro años más,
se sumaría el mediano, Rodrigo, a quien una lesión le impidió
clasificar a la justa griega.
Salazar define sus planes como técnico: "Trabajar
con una base de cuando menos tres atletas por cada división. O sea,
yo no me quiero hacer cargo de la selección mayor, sino que yo voy
a trabajar con la selección olímpica".
-¿Qué considera que le ha dado el taekwondo
a su familia?
-Principalmente unión, porque compartimos los mismos
gustos. Estamos vinculados por completo al deporte; no nos aburre ir a
los torneos. Ese ha sido el factor principal y es muy gratificante.
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