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E C O N O M I A
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México D.F. Martes 28 de septiembre de 2004

José Antonio Almazán González

El festejo olvidado

Ayer 27 de septiembre se cumplieron 44 años de la nacionalización de la industria eléctrica en México, acto memorable que marcó un hito en la lucha del pueblo mexicano por recuperar el control y la propiedad de sus recursos naturales y las fuentes de energía básicas. En otras circunstancias, el acto nacionalizador hubiese motivado un festejo nacional, en reconocimiento al papel fundamental de la electricidad en la construcción de un México libre, justo y democrático. Sin embargo, como hemos observado en los últimos años, cada vez es más acentuado el silencio y el desprecio del gobierno para conmemorar esta fecha histórica. Para los neoliberales, la nacionalización eléctrica es un festejo olvidado, empeñados como están en privatizar la electricidad.

Vale la pena entonces recordar una serie de hechos, de los cuales el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) fue protagonista central, que explican la decisión que en 1960 tomó el gobierno del presidente Adolfo López Mateos para nacionalizar la industria eléctrica, en aquellos años en poder de dos empresas eléctricas privadas extranjeras.

Aun cuando la electricidad llegó a nuestro país desde 1879, la historia de la industria eléctrica en México se inicia con el arribo, en 1903, de la empresa canadiense The Mexican Light and Power Company Ltd., que comienza su expansión con la compra de diversas concesiones eléctricas otorgadas por el gobierno de Porfirio Díaz, cuya característica central era un régimen de excepción para el capital extranjero en la explotación de nuestros recursos naturales; por ejemplo, las concesiones eléctricas eran otorgadas casi a perpetuidad, sin restricción ni control alguno.

Bajo el amparo de este régimen de excepción de concesiones eléctricas, el sector eléctrico fue rápidamente monopolizado por dos grandes consorcios eléctricos extranjeros: la citada Mexican Light y la American Foreign Power. El funcionamiento de estos monopolios eléctricos privados se basó en la obtención de altas ganancias, al menor tiempo y costo posible. El mecanismo favorito que utilizaron esas empresas privadas extranjeras fue el manejo arbitrario y elevado del precio de la energía eléctrica y la baja calidad del servicio. Nunca planearon su desarrollo pensando en las necesidades de los mexicanos y menos aún tomaron en cuenta fortalecer el desarrollo industrial, agrícola y social de México. A tal grado que al filo de su nacionalización la electricidad apenas alcanzaba a 44 por ciento de la población mexicana.

Los apagones eran frecuentes y el malestar de los usuarios eléctricos fue creciendo, dando lugar a la formación de ligas de consumidores para defenderse de la prepotencia y abusos de la Mexican light y la Foreign Power, y a un sentimiento social generalizado, encabezado por el SME, demandando la nacionalización de la industria eléctrica.

En resumen, éstas fueron las razones que llevaron a Adolfo López Mateos a nacionalizar la industria eléctrica, mediante la compra del capital accionario de la Mexligth y la Foreign Power, durante junio y julio de 1960. Sin embargo, este proceso de nacionalización hubiese quedado inconcluso, dejando la puerta abierta para que en el futuro pudiese regresar el capital privado a la industria eléctrica. Por tal razón el 21 de octubre de ese año, López Mateos envió una iniciativa de ley al Congreso de la Unión para elevar a rango constitucional la nacionalización eléctrica, mediante una reforma al párrafo sexto del artículo 27.

La nacionalización de la industria eléctrica permitió, mediante la acción conjunta de la Comisión Federal de Electricidad y la Compañía de Luz y Fuerza, que en pocos años la electricidad llegara a todos los rincones y sentó las bases para una planeación del desarrollo industrial, agrícola y social de nuestro país. Sin embargo, parte de estos objetivos fueron desvirtuados al utilizarse a las empresas eléctricas nacionales como fuente primaria para la acumulación de capital, a través de una política de subsidios a los grandes empresarios.

Hoy, en el marco de una globalización capitalista creciente, la propiedad y el control de nuestros recursos naturales (electricidad y petróleo) constituyen una necesidad imprescindible para la construcción de un México con libertad, justicia y democracia. Permitir que nuevamente el capital extranjero se apodere de nuestros recursos naturales y de nuestras fuentes de energía básicas, ignorando las lecciones de la historia, implicaría volver a los tiempos pasados y nos ubicaría como un país semicolonial, sujeto a la voluntad y capricho de las grandes potencias imperiales.

Frente a los neoliberales que con su silencio y desprecio buscan sepultar en el olvido la nacionalización de la industria eléctrica, el SME ha convocado a diversas personalidades y fuerzas políticas, sociales, sindicales, campesinas, estudiantiles, populares, etcétera, para que en el marco de la construcción de un proyecto de nación alternativo al neoliberalismo, recordemos con ternura y patriotismo este 27 de septiembre en que se cumplieron 44 años de la nacionalización de la industria eléctrica en México.

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