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P O L I T I C A
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México D.F. Martes 5 de octubre de 2004

Marco Rascón

El proyecto de la derecha

La derecha, su proyecto y presencia política es algo más complejo que la idea caricaturizada de "fuerzas oscuras", contubernios Salinas-Fernández de Cevallos-Cisen-Fox y Martita. El pensamiento y la política conservadores no sólo en México, sino en el mundo, tienen objetivos precisos, pues no sólo se han apoderado de las reglas económicas, sino también del concepto de "democracia", "cambio", mediante exacerbaciones patrióticas en lucha contra grandes enemigos y amenazas por miedo.

Para George W. Bush y sus halcones el ejercicio de la política es, como diría Charcot, "la bella serenidad del histérico", que hace de las urnas un chantaje: o votas por mí o te mueres. En esta globalidad de formas de hacer política de la derecha, el 2006 mexicano va a depender en gran medida del noviembre de 2004 estadunidense.

La globalización del discurso político mediocre, maniqueo, sin matices ni explicaciones, profundamente pragmático, antintelectual y cultural, se ha legitimado en México y, peor aún, se legitimó entre los aparatos de la izquierda partidaria, que para adoptar la mediocridad tuvo que recurrir al cinismo.

Si Fox se impuso al PAN por la fuerza de las masas y las encuestas, en el PRD pasa lo mismo: los que salieron a defender al jefe de Gobierno contra el desafuero, sin discusión, tienen ahora candidato y programa.

La izquierda mexicana frente a la derecha fue dejando partes esenciales de sus herramientas, como la lucha por el cambio y la transformación, para adoptar como eje de su práctica política "la resistencia" frente a los neoliberales revolucionarios que plantean cambios en todas las esferas de la sociedad y la economía.

Entregó también la idea de la legalidad, la democracia y la congruencia, bajo la idea de que los años de lucha y los sacrificios de toda la izquierda que ellos dicen representar en las urnas pueden solventar las vulgaridades políticas y las desvergüenzas de voceros inescrupulosos.

El método discursivo, como el debate y la generación de conceptos, estrategias discutidas y aprobadas por colectivos de base y dirección legitimados en las decisiones y la organización, se cambiaron por formas en las que queda prohíbido discutir o poner en duda decisiones personalistas. La "fe y la esperanza", conceptos identificados con el dogma religioso del que espera ser salvado no por sus actos humanos, sino por una voluntad divina.

El proyecto actual de la derecha y el conservadurismo es legitimarse no en la dictadura, sino en "la democracia", pues esto es mejor negocio. Para ello no se trata de destruir a la izquierda, sino de mantenerla como un referente funcional para que dé esperanza a los pobres y éstos no tengan intención de romper con el esquema. La derecha aprendió a que con la izquierda es posible hacer lo mismo que ella hace, sólo que ahora con la impunidad del consenso de que ningún mundo es posible, salvo el de los negocios.

Para ello la derecha legitima a un tipo de izquierda maniquea, patrimonialista de toda la izquierda, mediante la creación de interlocutores mediáticos que representan a las comunidades progresistas, bajo sus condiciones. Por eso el PRD desmanteló sus aparatos de propaganda y paga millones en radio y televisión para ajustarse a este funcionalismo que tiene como condición la declaración oficial y el verticalismo.

En sustitución del discurso y las definiciones incómodas lo mejor es que la izquierda luche contra conjuras y enemigos, que por una parte pueden ser reales, pero que, al convertirlos en eje del discurso, se impide todo desarrollo conceptual, político, organizativo, para proponer y no sólo resistir.

No hay en el mundo posibilidades de un programa político triunfante, fundamentado en el engaño. Los programas son para crear fuerzas y definir propósitos y no para mandar mensajes cifrados a los adversarios de que sus intereses serán protegidos.

El proyecto de la derecha contempla una izquierda debilitada al extremo, seguidista, oportunista, pragmática, corruptible, desvinculada, mediática, hecha al esquema de la derecha, que colabore como gritona, pero ineficaz para organizar fuerzas políticas y sociales.

ƑBajo qué circunstancias la izquierda mexicana en su conjunto apoyaría a un candidato que se dice que "no es de izquierda", sino humanista? ƑEn que coincide o difiere la izquierda con ese humanismo indefinido? ƑNo hay nada que agregar ni decir?

ƑCómo puede haber credibilidad en la representación del PRD tras la decisión del Consejo Nacional espurio sobre Tlaxcala? ƑQué determinó esta decisión? ƑLa sensatez, o la posible pérdida de prerrogativas?

No se puede llegar al poder sobre un conjunto donde nadie piensa y sólo queda la alternativa de creer o no creer, tener esperanza o no.

El PRD conduce a una profunda derrota, no sólo electoral, sino ética, programática y de principios, pues ese referente le pidió prestados los cimientos a la derecha que hoy permea todo el espectro político partidario del país.

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