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LA PESADILLA CHINA 11 de octubre de 2004

Para México, China no es sólo cada vez más una amenaza económica, sino que tiende a convertirse en agobio. No todo, sin embargo, proviene de lo que puede considerarse competencia desleal para invadir los mercados, pues existen elementos relevantes de estrategia política, organización económica, planes de desarrollo y ordenamiento institucional frente a los que hay aquí un grave rezago.

José González Méndez

Una líder empresarial mexicana entra en una oficina gubernamental en la República Popular de China:

­¿Qué trámites debo hacer para abrir una empresa? ­pregunta.

­Es al revés ­recibe por respuesta.

­Pero qué se necesita.

­Está planteando la pregunta al revés.

­¿Cómo?

­¿Qué necesita usted?

­¿Qué?

­Sí, ¿qué necesita para abrir su empresa: agua, electricidad, gas, otros servicios, infraestructura? Díganos qué necesita para que nosotros le digamos a qué parque industrial la canalizamos.

polevnsky_canacintraLa anécdota, entre sorprendida y extrañada, la cuenta Yeidckol Polevnsky, ex presidenta y ahora vicepresidenta de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), para ilustrar una de las varias ventajas que ofrece esa economía asiática a los inversionistas extranjeros.

Rechaza, sin embargo, que aquel país sea el "fantasma" que recorre el mundo y esté llamado a "destrozar" al resto de las economías emergentes, pero alerta con optimismo: "Todos los problemas son oportunidades. Todo depende de que estemos preparados: si lo estamos, China será una oportunidad, si no, será cada vez más una pesadilla".

Hasta ahora la pesadilla está dominando la relación y competencia con China, mientras se va perdiendo la posibilidad de que se convierta en una oportunidad.

De acuerdo con el análisis China: mitos y realidades, que en breve hará público el organismo empresarial, el gobierno mexicano no ha iniciado siquiera una evaluación sobre los sectores de la actividad productiva nacional que pudieran competir en el mercado mundial con la economía china.

La competencia en el mercado es la guerra, advirtió el mismo Karl Marx. Hemos culpado a China de muchos de los males recientes que nos aquejan, pero no hemos hecho nada para ponernos a la altura de la competencia. No nos hemos ocupado por verlos como clientes, como contrapartes en las inversiones y hasta comos socios, se sostiene en ese documento.

Comunismo de mercado

Aunque ideológicamente se define como comunista, desde finales de los años 70 la República Popular de China planteó su propia versión de "apertura" a Occidente. En 1980 estableció cinco zonas económicas especiales para atraer inversiones extranjeras y 10 años más tarde contaba ya con 15 zonas de libre comercio, 47 de desarrollo económico y tecnológico y 53 de desarrollo de altas y nuevas tecnologías.

El paso fundamental lo dio en 1987, cuando Pekín impulsó el primer proyecto económico de largo alcance. Se propuso duplicar el producto nacional de 1980, luego cuadruplicarlo y más tarde alcanzar el producto nacional bruto per cápita de las naciones desarrolladas. El primer objetivo se logró a finales de los 80, el segundo en 1995 y el tercero es una meta que podría alcanzarse ­según sus previsiones­ a mediados de este siglo.

madeinchina P-4"Esa es la principal ventaja que tienen los chinos sobre nosotros", afirma Polevnsky. "Tienen visión de país, visión de Estado; tienen políticas económicas e industriales bien planteadas, mientras que en México sólo hablamos de los temas y nos espanta, nos da miedo tener políticas industriales."

Cuestión de enfoques, señala. La principal ventaja de México sobre China, la vecindad con el mercado más grande del mundo, podría convertirse pronto en una clara desventaja. Paradojas de la globalización, México depende en más 90 por ciento de Estados Unidos en cuanto a su comercio y sus inversiones, mientras que China tiene mayor diversidad comercial.

Ventajas para la inversión

El avance económico ininterrumpido de China en los últimos 20 años propició que en 2002 ese país desplazara a México como primer proveedor del mercado estadunidense. Dos años antes, México había hecho lo mismo con Japón.

De acuerdo con el Banco Mundial (BM), la nación asiática mejoró durante ese periodo las condiciones de operación de las empresas. En China, por ejemplo, refiere el organismo, se requieren menos trámites y tiempo para abrir un negocio que en México (41 contra 58 días); el costo es menor (14.5 por ciento del ingreso per cápita anual contra 16.7 por ciento); existe menor rigidez laboral (dos a uno, de acuerdo con un índice del BM), aunque es más caro despedir trabajadores (90 salarios semanales contra 83) y existe menor transparencia en las operaciones crediticias y en los trámites burocráticos.

Asimismo, el tiempo para exigir el cumplimiento de un contrato es menor en China (241 días contra 421), aunque el costo para hacerlo efectivo es menor en México (20 por ciento de su valor contra 25 allá); la duración de insolvencia de una empresa es menor aquí (1.8 años contra 2.4), y el precio del gas es menor en China (seis dólares por millón de BTU ­unidad calorífica­ contra 2.7).

Los resultados de la restructuración económica, sin embargo, son dispares. El crecimiento se ha concentrado en zonas costeras y la brecha de bienestar se ha profundizado. Pese a todo, esta nación se ha colocado como la séptima economía mundial y genera 2.5 por ciento de la riqueza global.

En 2002 China recibió 50 mil millones de dólares de inversión extranjera directa (un incremento de 455 por ciento respecto de 1992), tres veces más que México.

En cuanto al intercambio comercial, en 2003 México colocó mercancías en China por 509 millones de dólares, pero importó productos por 9 mil 400 millones. Una proporción de 18 a uno. Un estudio de la Confederación Patronal de la República Mexicana refiere que México vende a China principalmente cerveza, dentífricos, hilados y cobre, pero importa insumos con alto valor agregado: aparatos de grabación o reproducción, partes de computadora, unidades de entrada o salida y juguetes electrónicos.

A partir de 1994, añade, el patrón de las exportaciones chinas cambió de los productos de la industria liviana (textiles, ropa, equipo de comunicación) a bienes de mayor contenido de tecnología, todo basado en su mano de obra barata y en el aumento de la productividad.

"Qué caramba es el bono demográfico"

No obstante, para la vicepresidenta de la Canacintra basar la competitividad de México en la mano de obra barata es, sencillamente, "una aberración".

"En el pasado se decía que un país era rico si tenía recursos naturales y mano de obra barata, pero ese paradigma está más que superado. Sin embargo, en México seguimos creyéndolo y queremos seguir basando la competitividad en la mano de obra barata, pero es innegable que si la gente gana poco no tendrá recursos para consumir, por tanto, no podrá reactivarse el mercado interno y no podrá elevarse el nivel de vida de la gente."

­¿Y el bono demográfico?

­Es un malentendido. Es cierto que tenemos una gran población joven, que puede trabajar y mantener a los viejos, pero no hay empleo. Entonces, ¿de qué caramba sirve el bono demográfico?

Lo cierto, afirma, es que "no nos hemos preparado para la competencia con China y nuestra actitud derrotista no nos ayuda. En este momento México tendría que estar haciendo estudios para saber en qué sectores somos competitivos y fomentarlos. En unos años China dejará de ser un país rural para convertirse en un exportador de productos de valor agregado y nosotros podríamos establecer una estrategia de comercio e inversiones, pero sigue ausente la estrategia para cada una de las ramas productivas".

"Tenemos pavor a las políticas industriales, quizá porque se piensa que se requiere mucho dinero. Pero eso también es un gran error: muchas veces se requieren sólo decisiones políticas. Cuando Japón aplicó su primera política industrial el siglo pasado estaba devastado por la guerra", recuerda.

­¿Entonces México no sabe adónde quiere ir?

­Definitivamente, no  §

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