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México D.F. Miércoles 20 de octubre de 2004

Conservadores, en abierta rebeldía hacia su política exterior y la guerra en Irak

Figuras sagradas del Partido Republicano cuestionan a Bush

Acusan a la Casa Blanca de privilegiar a un círculo de asesores "exclusivo y excluyente"

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 19 de octubre. Prominentes figuras de la cúpula tradicional del Partido Republicano están empezando a criticar la política exterior de George W. Bush, y en particular la guerra en Irak, como un fracaso que pone en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos y crea un mundo más peligroso.

En estos últimos días, un ex jefe del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, directores de los centros de análisis político conservadores más importantes del país y el fundador de la revista conservadora más influyente han criticado públicamente la política exterior de Bush.

Brent Scowcroft, asesor de Seguridad Nacional del presidente George Bush padre, sorprendió a Washington hace unos días cuando el Financial Times de Londres publicó su franca evaluación de que la guerra en Irak es "una aventura que está fracasando", y que la política unilateral de este gobierno ha dañado relaciones estadunidenses con Europa.

En particular Scowcroft criticó severamente la íntima relación entre Bush y el primer ministro israelí. "(Ariel) Sharon lo tiene atado a sus dedos", declaró al diario Financial Times. "Creo que el presidente está hipnotizado" con Sharon, dijo.

Scowcroft, a quien frecuentemente se ubica como el mentor de Condoleezza Rice, la actual asesora de Seguridad Nacional, añadió que Bush continúa aceptando el argumento de Sharon de que está en las primeras filas de la guerra contra el terrorismo.

Las declaraciones de Scowcroft, considerado uno de los principales expertos de política exterior dentro del Partido Republicano, son parte de un creciente coro crítico de figuras republicanas de alto perfil que han expresado su alarma por el rumbo de la política exterior, y la creciente influencia de los llamados neoconservadores en el gobierno de Bush.

Las declaraciones en sí no son sorpresivas -Scowcroft estaba claramente ausente en la Convención Republicana este año y no es la primera vez que critica la política exterior de la Casa Blanca. Pero hacer públicos estos cuestionamientos, particularmente a unos cuantos días de las reñidas elecciones, es por lo menos un reconocimiento por Scowcroft y sus aliados de que no esperan tener gran influencia mientras Bush siga en el poder.

Y Scowcroft no está solo. Christopher DeMuth, presidente del conservador y muy influyente American Enterprise Institute (AEI), dijo al New York Times que el presidente ya no solicita consejo fuera de un pequeño y cerrado círculo íntimo de asesores el cual, dijo, es "tanto exclusivo como excluyente".

DeMuth, quien está al frente del think tank donde antes trabajaba la esposa del vicepresidente, agregó que es "un proceso de toma de decisiones muy estrechamente manejado. Cuando ocurre, un número muy reducido de gente está en el cuarto, y tiene el efecto de limitar el rango de alternativas ofrecidas".

Mientras tanto, algunas voces en la Heritage Foundation, la otra institución conservadora más importante en Washington, también se suman a esta rebelión de los conservadores contra el presidente. En una columna titulada "Por qué los conservadores no deberán votar por Bush", Doug Bandow, funcionario de la Casa Blanca en el gobierno de Ronald Reagan, sostiene: "la política exterior de este gobierno está desgarrada, con Irak en llamas y Estados Unidos cada vez más denigrado por amigos y enemigos".

PJR20-150702-pihOtras figuras sagradas del Partido Republicano también están en abierta rebeldía. William F. Buckley, el hombre considerado fundador del movimiento conservador moderno de este país, está alarmado por las políticas de Bush en Irak. "Si yo hubiera sabido entonces lo que ahora sé sobre el tipo de situación en la cual nos encontraríamos, me hubiera opuesto a la guerra", escribió Buckley recientemente. El columnista conservador Robert Novak comentó recientemente que "los republicanos no están muy entusiasmados" con Bush.

Estas críticas provienen de dos sectores republicanos diferentes. El primero es el de los "realistas" como Scowcroft, que creen que toda la oratoria sobre la construcción de la democracia mina la seguridad, acceso al petróleo y otros intereses empresariales de largo plazo en regiones como Medio Oriente.

La Casa Blanca ha marginado casi por completo a figuras como Scowcroft y sus colegas, y ha privilegiado a un círculo cerrado de neoconservadores y empresas del sector energético cercanas al vicepresidente Dick Cheney.

Pero a pesar de sus preocupaciones expresadas en la entrevista con el Financial Times, Scowcroft ha dicho que votará por Bush. Sin embargo, otros como Buckley, Novak y Bandow están hablando abiertamente de negarle sus votos a Bush y sufragar por uno de los candidatos de uno de los poco significativos terceros partidos.

Estos conservadores creen que Bush ha violado los principios fundamentales del movimiento conservador como un gobierno limitado y reducido, la libertad individual y el uso de la fuerza en el ámbito internacional sólo cuando estén en juego intereses estadunidenses vitales.

Como escribió Bandow del Heritage Foundation en la revista cibernética Salón: "los conservadores serios deben temer por el país si gana Bush. ¿Qué tan probable es que Kerry iniciará más guerras innecesarias, amenazará más las libertades civiles y desperdiciará más dólares de impuestos?"

Agregó que "los conservadores serios deberían de negarle sus votos a Bush. 'Cuando se trata de escoger un presidente, los resultados importan', dice el presidente. Muy cierto. Un triunfo de Kerry probablemente sería malo para la causa de la libertad individual y un gobierno limitado. Pero basado en los resultados de su presidencia, un triunfo de Bush sería catastrófico. Los conservadores deberían de optar por principios sobre poder".

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