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México D.F. Miércoles 20 de octubre de 2004

Cunde la telebasura en la pantalla española

Se explotan intimidades de famosos; movilizaciones para regular a las televisoras

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 19 de octubre. La escena es la misma y se repite sin cesar en todos los canales de televisión privados, incluso en algunos públicos, sin importar el horario ni los criterios básicos de la profesión periodística: un grupo de supuestos informadores se reúne en torno a una mesa y un plato para escarbar en la intimidad y en las peores miserias de presuntos personajes famosos.

Es el leitmotiv de la llamada telebasura, fenómeno cuyas cuotas de zafiedad y vulneración de principios bási- cos han provocado una movilización masiva en su contra, presidida por la determinación del Ejecutivo español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, de regular este tipo de programas.

El formato es casi idéntico en todos los programas de telebasura, surgidos a raíz del auge de la "prensa del corazón". Los asistentes habituales son periodistas, seudoperiodistas, hijos, amantes, esposas o ex esposas de "famosos", e incluso los protagonistas efímeros de programas como Gran Hermano.

La mesa está presidida en teoría por un moderador, que no modera, pero sí propone lo que llaman "temas de actualidad": desde el nuevo amante hasta la adicción a la cocaína o la bisexualidad de X o Z persona. El gancho está en que todos griten y se insulten a la vez y, mientras más despectivo el lenguaje, mejor.

Por ejemplo, en un programa emitido a media tarde, dentro de los horarios infantiles, se pueden escuchar frases como éstas: "Eres un gilipollas (imbécil) y no dices más que chorradas (estupideces)", "tú y tu madre son unas histéricas y sólo saben vivir del cuento" o "yo quiero tanto a mi esposo que me comería de él hasta sus mocos", entre otras.

La telebasura es sin lugar a dudas el producto estrella de las cadenas de televisión privadas, que sin ningún pudor emiten a todas horas programas que paulatinamente se han ido apoderando de la pequeña pantalla española bajo el argumento de que "es lo que gusta a la gente".

La guerra por las audiencias ha desatado una espiral de degradación preocupante, tanto de los contenidos como del lenguaje, máxime cuando la mayoría de los participantes son personas de formación profesional dudosa, cuando no simples mercenarios que negocian con la vida íntima de personas o la propia, destacan analistas.

La situación ha llegado a tal extremo que se ha convertido en una preocupación nacional, con debate abierto para controlar a las cadenas de televisión privadas, que defienden a ultranza su derecho a la libertad de expresión y que confiesan, sin el menor rubor, que pagan habitualmente grandes cantidades de dinero para obtener noticias o entrevistas exclusivas.

Algunas cadenas han llegado incluso a contratar a supuestos periodistas con sentencias firmes por maltrato de género, drama que indigna a la sociedad pero que no es obstáculo para que estos personajes tengan espacio en las televisoras.

Pero la telebasura y los empresarios de televisión se enfrentan ahora a la desaprobación pública de diversos sectores sociales del país: los protagonistas de esos programas, que denuncian su desprotección jurídica ante el acoso permanente de los medios rosas; las asociaciones de defensa de espectadores, preocupadas por las consecuencias pedagógicas de esos contenidos en el tejido social; empresas como Leche Pascual, que decidió retirar su publicidad de este tipo de programas; intelectuales y líderes de opinión, y el gobierno español, que anunció la creación de un Consejo Superior Audiovisual para regular los contenidos de las televisoras.

El propio presidente Rodríguez Zapatero, en entrevista publicada el pasado do-mingo en el diario El País, señaló: "Las te-levisoras privadas están obligadas a cumplir las prescripciones legales. El gobierno tiene la firma determinación de que los horarios de programación infantil tienen que ser respetados de manera escrupulosa en sus contenidos. Por cierto, ésta es la denuncia ma-yoritaria que el gobierno recibe de la ciudadanía. Esto no va a quedar así, y creo que los efectos de las cosas que están pasando son muy preocupantes para la formación de los niños y los adolescentes. Nuestra primera petición es que las televisoras sean inflexibles, porque si no lo será el gobierno".

Pero además un grupo de los llamados "personajes famosos" está recabando firmas en torno a un manifiesto de denuncia que harán público en las próximas semanas, en el que solicitarán protección al Estado.

El principal aval de esta petición se basa en una sentencia histórica del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que consideró que unas fotos tomadas a Carolina de Mónaco "violan el derecho a la vida privada y familiar", además de otra sentencia de Tribunal Supremo español que condenó a una revista a pagar multa de unos 5 mil euros por fotos publicadas sin el consentimiento de la persona fotografiada.

Pero la sociedad civil también se ha movilizado en torno a un manifiesto "contra la telebasura" que cada día recaba más firmas, en el que se afirma que "bajo una apariencia hipócrita de preocupación y denuncia, los programas de telebasura se regodean con el sufrimiento, con la muestra más sórdida de la condición humana, con la exhibición gratuita de sentimientos y comportamientos íntimos. Desencadenan una dinámica en la que el circense anuncia una espiral sin fin para sorprender al espectador".

Este documento denuncia además que los tres ejes de estos programas son "el reduccionismo", "la demagogia" y "el desprecio por derechos fundamentales como el honor, la intimidad, el respeto, la veracidad o la presunción de inocencia", por lo que solicitan a los poderes públicos su intervención inmediata para luchar contra "un cáncer cuya metástasis tiende a invadirlo todo".

La socialista Carmen Chacón, vicepresidenta del Congreso de los Diputados, una de las principales defensoras de la regulación de estos programas, señaló que "es insostenible la situación de zafiedad, mal gusto y vulneración de los derechos y valores constitucionales que se emite en las cadenas generalistas de nuestro país", al confesar su preocupación por el incremento de estos programas que no respetan las franjas horarias, sobre todo las reservadas a los menores.

El filósofo español Gustavo Bueno analizó este fenómeno en un ensayo que tituló "Telebasura y democracia", en que sostiene que "cada pueblo tiene la televisión que se merece", por lo que "la basura muchas ve-ces está en el que ve la televisión y no en el propio medio". El pensador añade que "la audiencia en la sociedad democrática es la que manda, y la televisión basura tiene que obedecer a esta demanda. Y no ya por razones éticas o morales, sino por razones de simple supervivencia democrática".

Una postura que se acerca a los argumentos de los responsables de las televisoras privadas, como Maurizio Carlotti, consejero delegado de Antena 3, quien sostiene que "un consejo audivisual es un peligro democrático infinito. Puede ser mucho peor que el mal que se pretende resolver".

Además, reconoce que "es imposible establecer una protección efectiva de los menores si no se tiene en cuenta la responsabilidad de los padres. La telebasura es un concepto metafísico sin una definición cla-ra, y yo no me considero un basurero".

El presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Ur-baneja, coincide en que una regulación de los contenidos de televisión podría afectar la libertad de expresión en España, si bien reconoce que "existe un pretendido periodismo que subvierte la tarea de informar y en el que intervienen falsos periodistas, pero fijar el límite es difícil".

Por lo anterior, esta organización instó a los responsables de las televisoras privadas "a rechazar el pago de informaciones por pretendidas exclusivas y evitar la exaltación de instintos primarios, el asalto a la intimidad y el abuso de una posición avasalladora en sus programas".

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