México D.F. Viernes 22 de octubre de 2004
El artista ofreció espectáculo
y curso en Zacatecas
Laclotte: el verdadero mimo sufre demasiado por las
injusticias
ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO
Zacatecas, Zac., 21 de octubre. "Un verdadero mimo,
el que se quiere llamar mimo, que es como un sacerdote, es alguien que
sufre demasiado por estar en la Tierra, de ver las injusticias, al hombre
peleándose, a la gente pobre que muere. La única arma que
tenemos para transmitir que el hombre debe tener paz y amor a su prójimo
es el arte del mimo", expresó en entrevista Laclotte, artista francés
de dicho arte y quien es considerado por la crítica como el de mayores
posibilidades para ocupar el sitio de Marcel Marceau, quien llegará
en unos días a México.
Ayer,
en la Plaza Goitia, este artista presentó una muestra de su creatividad
a través del espectáculo titulado Voyages. Cientos
de personas llegaron y descubrieron otro nivel de la mímica, en
el trabajo de un maestro de gran sensibilidad. "Le mime", así fue
presentado. Fueron cuatro viajes en cuatro variaciones.
Algunos se llevaron la mano a la altura del corazón
en esa invitación al sueño, a la belleza, a la gracia y a
la burla. "No soy un payaso", había advertido momentos antes de
la actuación, dentro del tercer Festival de Teatro de la Calle.
El público aplaudió a la pantomima blanca francesa, al mimo
payaso y a la animación. Laclotte se ha nutrido de la pantomima
clásica y de estilo japonés.
Lleva 30 años en diversos países; Perú
fue una experiencia. En plena dictadura llevó su arte a la calle.
"No me podían acusar de nada porque no había palabras, pero
yo hablaba de todo, con el trabajo de mimo". Ha realizado proyectos con
Amnístía Internacional y con la Alianza Francesa.
El mimo, un arma en sí mismo
La mañana de este jueves, Laclotte impartío
un curso donde los alumnos recibieron sobre todo una clase de relajación.
El arte de la respiración, del movimiento en cámara lenta,
del ensimismamiento, los puntos energéticos, hizo ser conscientes
sobre la necesidad de cuidar el cuerpo.
Para Laclotte, la mímica es una manera de vivir
el cotidiano, de sentir el cuerpo, en adecuación con el espacio.
Se tiene más presencia con los seres humanos. "Casi no cuidamos
nuestro cuerpo. A mí me ha ayudado a mantenerme sano, de cuerpo
y mente", dijo. "Lo más importante es saber que nuestro cuerpo existe".
Es la primera vez que da clases en México. El curso
debió comenzar a las nueve de la mañana, pero por problemas
de organización comenzó una hora después. "Doy clases
en Francia desde hace unos 20 años. En Perú fue otra cosa".
-¿Cómo trabajó este arte en medio
de la vigilancia militar en Perú?
-La pantomima funcionó bien porque no hay palabras.
Nadie podía ir a reclamarme por haber dicho algo contra el gobierno.
El mimo habla de todo, pero sin palabras. El mimo es un arma en sí
mismo. La gente me entendía cuando me refería a la falta
de comida, a la tortura, la discriminación contra los indios. Usaba
un tono burlesco.
La danza clásica francesa y la tradicional japonesa,
el arte marcial, la danza africana son parte de su influencia. "También
he aprendido de gente que enseña la vida, a veces un niño
o un anciano, y la vida misma, dan enseñanzas".
Se le observa que Marcel Marceau está en plena
gira de retiro. A la pregunta de quién ocupará el sitio del
maestro responde con un ademán que denota un yo no sé, pero
él es el candidato número uno. "Es difícil decir quién
sustituirá a Marceau porque ahora la mímica francesa ha pasado
a ser una manifestación moderna, contemporánea, en la que
se han perdido las raíces. La pantomima clásica como la de
Marceau yo también la desarrollo. Marcel y yo nos conocemos. De
él siento su presencia".
-Charles Chaplin, Marceau, usted, están por la
paz y son humanistas...
-Un verdadero mimo es alguien que sufre demasiado por
el estado de la Tierra. Hay muchas injusticias. Lo más importante
es que todo el mundo pueda ver la belleza, que la sienta. Todos tenemos
derecho a disfrutar de la belleza y del arte, no sólo los burgueses,
los que tienen mucha plata. Soñaba con estar aquí y veo que
no me equivoqué. Mi corazón no estaba equivocado.
Para él es más difícil hacer reír,
"pero no estamos aquí para reír, sino para compartir. No
soy un payaso. Un mimo no es un payaso. Lo que llevamos a la gente es algo
profundo. Yo quiero regalar belleza y emoción. Quiero que digan:
yo he visto un mimo, una vez. Eso es para mí lo más importante".
En la Plaza Goitia algunos lloraron de emoción.
|