ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Broche de oropel

CERRAR CON BROCHE de oro es hablar de un final brillante, memorable, feliz, y cerrar con broche de oropel es terminación que aparenta valor sin tenerlo, ostentación sin bases, presunción enana. Como ocurrió en la última novillada en la Plaza México, con cuatro triunfadores a los que se "premió" con una mansada de Javier Garfias, tan amigo de la empresa como ganadero a la baja.

UNA VEZ MAS el autorregulado de Mixcoac se rió del público, de las autoridades, de la tradición taurina de México y de la fiesta de los toros al concluir otra de las temporadas chicas o de novilladas que se saca de la manga al cuarto para las doce -septiembre y octubre-, sin planeación, sin rigor de resultados, sin la más remota idea de mercadotecnia, sin intención de promover el espectáculo y sin ningún criterio taurino de selección y combinación de participantes.

LOS RESULTADOS, EN lo económico y en lo artístico, ya se sabe que no le preocupan. Es la ventaja de manejar dinero ajeno de oscuros orígenes y de entender la promoción de la fiesta como terapia ocupacional de señoritos feudales, y volverse emperadores por un día por lo menos cada 5 de febrero.

AQUI BORRAMOS EL pasado taurino del país con la fuerza de nuestra adinerada frivolidad, reitera el autorregulado ante la indiferencia del público, el sometimiento de los taurinos y la cautela de las autoridades -el petate de Televisa-, en tanto que un voluntarismo inepto hace y deshace, exactamente desde el 23 de mayo de 1993, infortunada fecha en que se estrenaron como empresarios taurinos de la Plaza México Miguel Alemán Magnani y su operador Herrerías.

DISPERSA MAS QUE dispuesta, en 11 años y cinco meses la empresa sigue sin ver el caso de fomentar e incrementar la afición a las novilladas de un público no por alelado menos dispuesto a pagar por emocionarse, siempre y cuando se le ofrezcan funciones atractivas a base de alternantes con un claro sentido de la competencia, y bravura en el ganado que enfrenten.

NO IMPORTA QUE a un coso donde caben 42 mil espectadores en ocho festejos metieran mil o dos mil cada domingo, gracias a las desalmadas combinaciones de desconocidos, mamarrachos y uno que otro garbanzo de a libra. El futuro de la fiesta -vuelven a decir estos antiempresarios- no nos interesa y háganle como quieran que nosotros volvemos a importar a Hermoso, Ponce y El Juli para que con sus procedimientos predecibles y ante novillones de la ilusión le llenen de arte la pupila a la gente bonitonta de las corridas inaugural y de aniversario. Esos son logros, el resto es amargura.

ADEMAS DE SUCESIVOS petardos a cargo de los que premió el empresario por ir a hacer el ridículo al Zócalo, destacaron Ismael Rodríguez, quien tras cortar oreja en su debut ya no volvió, y el mexiquense Paul Cortés, que en dos actuaciones obtuvo dos orejas; así como la toledana Raquel Sánchez, con técnica pero fría; la moreliana Hilda Tenorio, que supo hacerse de un manso de Garfias, y sobre todo la capitalina Elizabeth Moreno, que deslumbró al público con su muleta portentosa. Son los más recientes resultados de una empresa con recursos inagotables pero sin idea, tras 11 años de ensayo y error y sin instancia legal que la acote.