Cuando uno es entrenador defiendes tu tarea, principios y moral; eso no lo compra nadie, expresó

Vaticina Echevarría oro para Belem en Pekín 2008

ROSALIA A. VILLANUEVA

Oscar Echevarría no oculta su satisfacción de ser uno de los entrenadores cubanos que aportó a otro país una de las seis medallas olímpicas en Atenas 2004, y dice con orgullo que a él le tocó la de México con la presea de plata de la ciclista Belem Guerrero.

El especialista en pista y ruta cumplió el pasado 3 de septiembre 28 años como entrenador y, junto con Belem, se comprometió a trabajar en este ciclo para que ella gane el oro en Pekín 2008, porque está plenamente convencido que la deportista todavía no ha explotado su potencial que espera que culmine en esa cita veraniega.

Nacido en 1952 en Villa Clara, Cuba, el licenciado en cultura física y deportes se muestra agradecido de que Belem le haya solicitado trabajar con ella para la preparación a Atenas, pues durante un año planificaron y analizaron la estrategia para que la ciclista encarara con tranquilidad ese compromiso que finalmente dio fruto.

Con acento isleño, Echevarría señala que si un deportista de alto rendimiento logra alcanzar su objetivo al ganar una medalla olímpica, el entrenador tiene que estar siempre al pendiente para que el atleta no pierda piso, como suele suceder en México, donde los medallistas adquieren compromisos sociales y dejan a un lado los entrenamientos.

"Ella tiene que mantener su sencillez y humildad. El atleta cuando es natural el pueblo lo quiere más, porque si es prepotente y se cree que lo tiene todo la afición no lo mira muy bien. Trabajamos mucho en eso después del entrenamiento, porque además de ser una medallista olímpica también es un símbolo para el país, y donde quiera que se pare la van a mirar.

"No tiene que descuidar su preparación, todo tiene su momento y tratar de perjudicarle lo menos posible, porque días que se pierden son días que no se recuperan'', sostiene el preparador nominado al Premio Nacional de Deportes 2004.

Recuerda que cuando Belem subió al podio en la cita helénica, el pueblo cubano sintió como suya esa medalla al igual que las que obtuvieron sus demás compatriotas contratados en el extranjero. "A ella la quieren mucho allá, porque toda su preparación y campamentos fueron en Cuba, y eso refleja también el gran cariño que nos tenemos como pueblos hermanos'', señala Oscar, quien gracias a ese logro completó su historial con las preseas mundiales, regionales y continentales.

Echevarría tiene ocho años en México y cuando puede va a la isla a ver a su esposa y sus dos hijas. Cuenta con dos participaciones olímpicas: Atlanta 96 y Atenas 2004 con la selección de ciclismo, primero en ruta varonil y la más reciente en pista.

"Ya soy casi mexicano, conozco sus costumbres y me encanta el picante'', asegura el cubano, quien confiesa que una vez que Belem termine su participación en la Copa Mundial de Ciclismo en Moscú, la segunda semana de noviembre, la embajada de Cuba en México le brindará un reconocimiento.

-ƑAl entrenador siempre lo hacen a un lado y los atletas se llevan los reflectores?

-Nosotros trabajamos por convenios y yo tengo algo muy presente cuando llegamos a Atenas. Hubo una reunión en la que estuvo el Ministro de Deportes (Humberto Rodríguez) y el presidente del Comité Olímpico Cubano (José Ramón Fernández). Nos exhortaron a mantener la ética, la profesión, porque eso hacía al deporte de mi país más grande.

"Si nosotros teníamos una misión o una tarea debíamos darlo todo por la bandera que fuéramos a defender y si habían resultados eso engrandecería aún más el espíritu del deporte en Cuba. Eso es bonito, porque cuando uno es entrenador defiendes una tarea, un ideal, tus principios y tu moral, y eso no lo compra nadie.