Gustavo Gordillo

Distinguir para incidir

Cinco procesos electorales se han dado en la última semana. Son procesos únicos que obedecen a su propia lógica. Tiene pesos diferentes dependiendo del lente a través del cual se observen. En Uruguay y Estados Unidos fueron elecciones presidenciales y legislativas. En Venezuela de gobernadores. En Brasil y Chile de presidentes municipales. Dependiendo del lugar donde cada quien se coloque en el espectro político, éstas elecciones pueden ser motivo de júbilo o de pesar; un argumento para el optimismo o un referente para la depresión. En cada proceso democrático hay lecciones que se pueden extraer, signos para descifrar y mensajes que apenas se insinúan, pero que importa mucho tomar en cuenta.

No me interesa discutir tanto los resultados específicos de estas recientes experiencias democráticas, todas ellas muy importantes y relevantes para los países y los ciudadanos de esta región latinoamericana. La simultaneidad de estos procesos reafirma una vez más que la distancia entre espacio y tiempo se hace cada vez menos significativa gracias a la revolución en las comunicaciones. También nos coloca antes nuevos desafíos. Uno que no debe soslayarse es la capacidad que tenemos para procesar un monto cada vez mayor de información.

El premio Nobel en economía H. Simon recalca que, dado que los seres humanos no actúan de forma totalmente racional, tanto las percepciones como los procesos de toma de decisiones están "acotados" (bounded) y en consecuencia utilizan la intuición para resolver problemas. Según Simon la intuición es un conjunto de pautas reconocidas que nos permiten resolver un problema. Parecería ser que la mente establece "atajos" que operan cada vez que enfrenta problemas de similar complejidad. Otro autor, Eggerston llama "atajos" al uso de modelos esquemáticos que buscan representar una realidad social cuando -como es usual- los actores tienen que responder en situaciones de escasez de información y conocimientos.

Así es que con estas restricciones me gustaría adelantar al menos tres lecciones genéricas:

a) Todo los procesos sociales son crecientemente complejos: no hay explicaciones unívocas. Querer explicar los comportamientos sociales entre ellos el proceder de los electores a través de modelos simplistas oscurecen muchas razones que subyacen en las decisiones de los ciudadanos. Muchas de éstas no son necesariamente racionales, están afectadas por la pasión o la ausencia de información; pero en general sí existe un contexto que delimita las decisiones y las imbuye sino con una racionalidad sí con un determinado sentido.

b) Pueden estar en riesgo algunos valores esenciales del pensamiento liberal-democrático: tolerancia hacia las opciones privadas -el respeto a las especificidades culturales- y laicidad en los temas públicos. Los pioneros son minoritarios y los cambios culturales se miden en décadas cuando no en siglos. El pensamiento crítico es precusor, pero es difícil que se convierta en la base de entendimientos comunes. El concepto de diferencia contiene lógicamente al de vínculo, puesto que ellas sólo pueden producirse en el contexto de una relación vigente. Respetar diferencias supone la explícita renuncia a imponerlas a los demás. El ámbito de los valores morales debe tener una serie de garantías mutuas para aceptar la diferencia. pero no puede convertirse en arena pública. Cuando así ocurre se convoca a guerra culturales que siempre llevan a guerras pura y llanamente. Los efectos combinados de la inseguridad ciudadana y de la percepción de una inequidad en las decisiones públicas refuerza un sentimiento de aislacionismo y huida hacia adentro. La búsqueda de soluciones públicas en la pequeña comunidad o en la desvinculación con el mundo externo es producto no de algún supuesto atavismo cultural sino de contextos de incertidumbre que pueden ser modificados por las intervenciones públicas y que facilitarían la mayor participación en los asuntos públicos.

c) Es crucial la modulación los cambios y las reformas, sean que se realicen en los ámbitos políticos, sociales o políticos. La convergencia y la negociación política modula el cambio y lo hace menos amenazador. En todos los casos una base común de entendimiento es indispensable para operar cambios trascendentales como los ocurridos en Uruguay o Chile. Con base en ese entendimiento común, la disputa electoral puede ser muy fuerte y encarnizada, pero se tiene un buen amortiguador. Cuando este amortiguador no existe, uno está tentado a sospechar que pueden darse diversas irrupciones sociales o políticas o culturales por las mismas razones que según John Womack los campesinos mexicanos del inicio del siglo XX hicieron la revolución: "Este es un libro acerca de unos campesinos que no querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron una revolución...".

Sin duda estos recientes procesos democráticos presentan escenarios desafiantes. También ofrecen oportunidades. Para aprovecharlas es indispensable dilucidar bien las lecciones que nos brindan. Para la acción y para la reflexión. Es decir, distinguir para incidir.