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México D.F. Miércoles 10 de noviembre de 2004

La Laguna: nueva guerra del agua

Por la sobrexplotación se contaminan con arsénico los mantos freáticos; la posible construcción de 2 presas agravará el problema

LUIS HERNANDEZ NAVARRO/ I

Una pesada cadena de oro cuelga del cuello del presidente del comisariado del ejido Paraíso, municipio Francisco I. Madero. Vestido con camisa campirana abierta hasta la mitad del esternón y botas vaqueras, el representante campesino asegura: "No, aquí no hay problemas con arsénico. Eso fue antes del agua potable. Aquí nadie tiene problemas".

Sin embargo, un niño junto al pozo de agua de la comunidad difiere: "Está contaminado. Mi papá dice que si seguimos tomando esta agua nos vamos a morir''.

Y una mujer de unos 50 años, al lado de él, remata: "Aquí lo que le hace daño a uno es negocio para otro".

Al doctor José Javier García Salcedo, uno de los grandes especialistas sobre el problema del hidroarsenicismo en la región, director de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Coa-huila entre 1990 y 1992, dedicado durante años a atender el padecimiento mortal, le preocupa lo que pueda ocurrir en La Laguna. "Ejidos como Finisterre, San Salvador, Los Venados, Sofía, Covadonga -explica- tienen altos contenidos de arsénico. La comunidad de Otzanduri desapareció por el problema del arsénico y la migración. El mal ha caminado. Ahora están en el centro de Francisco I. Madero. La cabecera municipal ya está contaminada."

Pero el asunto parece tener sin cuidado a José Luis Marrufo Alvarez, alcalde de Francisco I. Madero, quien hace poco tiempo se ganaba la vida vendiendo cada día un par de rejas de verduras. Ahora es dueño de hoteles, farmacias, distribuidoras de llantas y gasolineras. Quizá lo que no le gusta son los reporteros que andan preguntando sobre el asunto. Por lo menos así lo hizo saber su hijo Juan Antonio a Juan Monreal, director de la revista Demócrata: Norte de México. "He tenido muchas mujeres -le dijo-, sólo me falta un periodista."

Pero el peligro del envenenamiento del agua potable en la región existe. Su fantasma ha vuelto a revolotear a raíz de la decisión del gobierno federal de construir dos presas en el río Aguanaval, lo que afectará la recarga del acuífero principal. "Esas presas -asegura García Salcedo- son un peligro para la salud."

La razón es sencilla. El agua para consumo humano en la región es extraída de sus mantos freáticos. Cuando éstos no se recargan es necesario bombearla desde mayores profundidades. Sin embargo, cuanto más hondo se halla el líquido, mayor es la composición de sales, incluidas las de arsénico. El agua se vuelve así una fuente de envenenamiento y no de vida.

Otro médico, Arturo Gallegos, presidente de la Coparmex en La Laguna, explica los efectos de las presas en el ecosistema de la región comparándolos con un paciente diabético al que se aplican torniquetes y luego se le amputan las extremidades. "Las lagunas donde antes terminaban los ríos -dice- ahora son áreas de desastre por culpa de las presas que impiden que el agua corra. Son como los dedos de los pies gangrenados por la falta de circulación de sangre. ¿Qué sigue con ese paciente? Pues amputarle las piernas. Y las piernas somos nosotros: Torreón. Porque lo que sigue es la contaminación de nuestra agua. Y eso es lo que nos asusta: que el arsénico llegue a Torreón."

José Reyes Blanco, dirigente regional de la CROM, le da la razón: "Francisco I. Madero ya tiene arsénico, San Pedro ya tiene arsénico. Aquí ocurrirá lo mismo". La asociación civil Mujeres por Torreón lo avala en un comunicado dirigido a la opinión pública, en el que advierte: "Queremos hacer énfasis en el riesgo que significa el aumento de arsénico en el agua que consumimos".

La administración y el acceso del líquido es hoy, literalmente, un asunto de vida o muerte, de salud o enfermedad, de miseria y fortuna en la Comarca.

Cristóbal Jaime Jáquez, director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) durante la administración de Vicente Fox, es un personaje conocido en La Laguna. Nacido en Nazas, Durango, fue directivo de Coca-Cola, y durante seis años director general del Grupo Industrial Lala, coloso agroindustrial de la Comarca, integrado por plantas pasteurizadoras y de derivados lácteos.

El 6 de agosto de 2003, Cristóbal Jaime Jáquez anunció en la ciudad de Torreón, después de muchos rumores y discusiones públicas, que en no más de 60 días comenzaría la construcción de dos presas en la región: la Paso del Tigre y la de Cañón de la Cabeza. El proyecto, aseguró, resolvería no sólo la problemática de las inundaciones, sino la sobrexplotación de los mantos freáticos.

La declaración del funcionario polarizó de inmediato a la sociedad lagunera. Desde antes se habían levantado ya voces pidiendo información sobre las obras hidráulicas. Más de dos meses antes, el 22 de mayo de 2003, la Coparmex había advertido en una carta abierta sobre los peligros de la desinformación y le dijo al director de la Conagua: "las presas ya no son la panacea como lo fueron en el pasado, los daños que éstas causan son casi siempre mayores a los beneficios que generan".

El Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada (CLIP) argumentó, el 18 de julio, sobre sus reservas a los gobernadores de Coahuila y Durango. El tema, dijeron, "toca fibras muy sensibles en el corazón de los habitantes de esta región, porque históricamente este tipo de decisiones han alterado de manera profunda e irreversible nuestro entorno."

Los empresarios hicieron un detallado recuento de daños: la presa Lázaro Cárdenas, construida en 1946, "provocó que nuestro acuífero perdiera 400 millones de metros cúbicos de agua al año de recarga." La presa Cazaderos ocasionó la desaparición de los ojos de agua y los manantiales de Viesca. La presa Francisco Zarco, originalmente reguladora, provocó el desastre de la zona riparia de la parte baja del Nazas, a partir del Cañón de Fernández, al cerrarse las compuertas y convertirse con ello en una presa retenedora. Y concluyeron advirtiendo: "resulta paradójico e incongruente el pensar en ampliar, y aún más, crear nuevos distritos de riego en detrimento de los ya existentes".

La Conagua respondió casi nueve meses después que el proyecto no pretende abrir nuevas tierras al cultivo, que no disminuirá el volumen de agua a transitar, pues únicamente se controlará la velocidad y el caudal a escurrir. Asegura que "una avenida así regulada tendrá menor velocidad, lo que redundará en que disminuya el riesgo de daños a las poblaciones y áreas aledañas, una recarga más eficiente del acuífero y un aprovechamiento más eficiente del recurso".

Pero la comisión tiene un grave déficit de credibilidad en la región. Según Fernando Royo, vicepresidente de Coparmex dedicado a manejar fondos de inversión, el proyecto ha cambiado. "Hace un año -asegura- esa presa iba a retener 20 millones de metros cúbicos. Pero ahora resulta que siempre no. Para nosotros la Conagua no tiene autoridad moral. Siempre ha estado envuelta en un mar de corrupción."

Arturo Gallegos comparte la suspicacia hacia los funcionarios: "¿Cómo poner en manos de la Conagua nuestro futuro, cuando ha demostrado ser negligente, incapaz y omisa para dar cumplimiento a la Ley de Aguas nacionales?" -se pregunta.

En sincronía con ellos, pero con más dureza, Pedro Vázquez, dirigente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón, AC (CAGTAC), afirma: "son aves de paso. Van a durar seis años y si dejaron La Laguna más seca que un esparto, a ellos les valió madres."

El pleito, pues, va en grande. Región árida, la Comarca se ubica en la zona de menor precipitación pluvial (menos de 242 mm/años) y mayor evaporación del país. Los laguneros han vencido al desierto y generado una sofisticada cultura de acceso y lucha por el agua. Han trasformado una zona árida en uno de los principales enclaves pecuarios y agrícolas de México. El manejo del recurso es central en ello.

La Laguna está formada por 10 municipios de Durango y cinco de Coahuila. Las corrientes principales de las que se abastecen de agua provienen de la cuenca cerrada que integran los ríos Nazas, nacido en Durango, y Aguanaval, originario de Zacatecas, así como ocho acuíferos subterráneos. Se trata de un sistema hídrico endorreico: el curso de esos ríos no tiene salida al mar.

Y también, de un sistema que ha sufrido múltiples modificaciones, no siempre para bien. "La historia nos explica que aquí en esta región llamada La Laguna -recuerda Antonio Juan Marcos Villarreal, presidente de la CLIP- era eso, varias lagunas que se alimentaban por dos ríos, que con sus descargas las alimentaban cargando en el camino los acuíferos que hoy nos surten de agua." Para el también empresario Fernando Royo, esos antiguos emporios son ahora un mugrero.

Las luces de alarma se han encendido. Según el doctor García Salcedo, "si encadenamos al Aguanaval como lo hicimos con el Nazas, vamos a tener menos recarga. Y desde el punto de vista de la salud, con menos recarga vamos a tener menos agua y menos calidad de ésta. Vamos a tener agua muy cara y problemas de salud importantes."

La guerra por el agua en la Comarca se ha convertido, ni más ni menos, en una cuestión de salud pública.

El negocio

¿Quién solicitó la construcción de las presas? ¿Cómo justificar una inversión de 150 millones de pesos? Según la Conagua fueron los gobiernos de Coahuila, Torreón y Matamoros. Pero los dos primeros han desmentido está petición. "¿El municipio de Torreón solicitó una obra que lo perjudica?", preguntó irónicamente su responsable de Ecología a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Además de las autoridades federales de la Conagua, dos son los principales impulsores de las presas. Uno es el diputado del PRI por Durango, Ulises Adame de León, antiguo secretario de Desarrollo Rural de su estado en el gobierno de Angel Sergio Guerrero Mier. El otro es el empresario Carlos Delgado, originario de San Juan de Guadalupe, en el municipio de Matamoros, dueño del parque industrial Las Américas, que provee infraestructura para instalar plantas maquiladoras. Ambos han promovido la organización Laguneros por el Agua.

Ulises Adame de León es médico veterinario egresado de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro. Protegido y auspiciado por Heladio Ramírez, el dirigente nacional de la Confederación Nacional Campesina (CNC), forma parte de una familia de caciques que, según el periodista Juan Monreal, controlan el comercio y la tierra de San Juan de Guadalupe y Simón Bolivar.

Quienes están en favor de la construcción de las presas argumentan que las obras van a beneficiar a campesinos de Durango y que se van a evitar las inundaciones de Matamoros. Pero, de acuerdo con el ganadero Pedro Vázquez, "la presa del Tigre es un juguete de Carlos Delgado. Este señor quiere hacer allí un parque acuícola turístico. Dice que quiere ayudar así a su gente. Pero el lugar es pobre agrícolamente. Es un pueblo abandonado. La mayoría de los jóvenes están en Estados Unidos".

Según Juan Monreal, quienes auspician el proyecto tienen interés en quedarse con el agua para inundar la parte baja, sobre todo en el aspecto de los lecheros. "Hay, además -afirma-, un viejo proyecto de llevar agua a Saltillo, que no tiene. Derivar por gravedad hasta La Rosa y luego subirla hasta la capital del estado. El proyecto está detenido. El gobernador tiene ranchos muy cerca de La Rosa, en una comunidad conocida como El Mesteño."

La Conagua "niega categóricamente cualquier intención de llevar agua de los ríos Nazas y Aguanaval a la ciudad de Saltillo, Coahuila". Rechaza, también, que el objetivo de la obra sea almacenar agua. Asegura que no habrán vasos contenedores, que las presas que se construirán serán rompepicos y no contenedoras.

Pero Rodolfo Walss Aureoles, director general del Medio Ambiente del ayuntamiento de Torreón, tiene sus dudas. "El temor de muchos habitantes de la Comarca Lagunera -dice- es que al estar la mayor parte del vaso de la presa del Cañón de la Cabeza en el lado de Durango, nada impedirá que durante el tiempo que el agua se encuentre almacenada en el vaso, ésta se extraiga." Y para fundamentar sus dudas explica: "En una parte del estudio de impacto ambiental se dice que la presa va a permitir una disponibilidad de agua para riego. ¿Por qué dice eso? ¡Se supone que el objetivo de la presa no es el riego! Aquí está claro que sí hay una posibilidad para riego".

Magdalena Briones Navarro dirige el grupo de estudios Biodesert, formado hace más de tres años. En 2003 obtuvo el premio Milenium Internacional y ha sido merecedora de la distinción La Paca de Oro, que otorga el ayuntamiento de Torreón a sus ciudadanos distinguidos. Ella se interroga: ¿por qué las presas? Y se responde: "como la industria más grande aquí es la producción de leche y sus derivados (cosa que yo apruebo), y aquí los mantos freáticos están sobrexplotados, si sucediera que el acuífero que se va a recargar con mayor cuantía es el de Oriente Aguanaval, que es el de arriba, entonces ocurriría que los ganaderos no tendrían que pelear las vedas de abajo porque se irían a sembrar arriba sin problemas."

"¿Por qué la presa? -se pregunta el doctor García Salcedo?- Y contesta indignado: "¡hay unos méndigos que quieren aprovechar la humedad de la parte más alta! Es un negocio de unos cuantos."

Directo, el ganadero Pedro Vázquez afirma: "quieren insistir por capricho o por interés económico. Al no tener la presa no hay interés económico. Debe haber gente que ha comprado tierras alrededor. Sin agua la tierra vale apenas nada. Con agua puede valer hasta 300 mil pesos la hectárea. No es tierra para temporal ni para agostadero. No hay la lluvia para mantenerla."

Suspicaz, también, haciendo un juego de palabras con la forma en la que popularmente se nombra a la Comisión Nacional del Agua -Conagua-, Fernando Royo pregunta: ¿"cuánto vale un metro cuadrado de tierra sin agua? Nada. ¿Cuánto vale Con-agua?

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