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P O L I T I C A
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México D.F. Lunes 15 de noviembre de 2004

Ana María Aragonés

ƑAhora sí?

De acuerdo con las palabras del presidente Vicente Fox parece que ahora sí no hay ningún obstáculo para que el malogrado intento de un acuerdo migratorio con Estados Unidos pueda ponerse en la mesa, "no hay que descubrir la rueda..., pues los temas e iniciativas han sido ya, en buena medida, discutidos, analizados y consensuados" (La Jornada, 6/11/04). Y si bien Fox fue cauto en relación con el cuándo y qué tan amplio sea el acuerdo migratorio, preocupa que hable de que ya han sido "consensuados", pues lo que cabría esperar es que a partir de ahora se estableciera una verdadera discusión bilateral acerca de la migración y no un simple acatamiento de los deseos de la potencia del norte.

Hay temas en los que el gobierno mexicano no debe quitar el dedo del renglón. Por ejemplo, una cosa es el tratamiento que pueda darse a los posibles futuros trabajadores migratorios, para los cuales por supuesto habrá que pactar condiciones favorables en todos sentidos, incluida la posibilidad de residencia permanente, y otra cosa son los migrantes indocumentados que se encuentran en Estados Unidos desde hace muchos años y cuya negociación pasa necesariamente por la amnistía.

Los argumentos antinmigrantes ya los conocemos, uno reiterado es el que señala que no puede premiarse a aquellos que han violado la ley. Sin embargo, es fácil contra argumentar, ya que, como señaló el propio Bush en su momento, los trabajadores no tienen una forma legal para entrar a Estados Unidos dado que la capacidad legal es totalmente insuficiente. Por otro lado, no podemos dejar de enfatizar el hecho de que si estos migrantes han permanecido tanto tiempo en el país vecino, más tiempo del que ellos mismos hubieran deseado, se debe justamente a que las autoridades de Estados Unidos han intentado sellar la frontera provocando lo que ya para todos es un hecho conocido, aunque no suficientemente reclamado: muertes y tragedias.

Y si bien es cierto que estamos ante un nuevo momento histórico, también es verdad que hay gran cantidad de signos ominosos que hacen pensar que la negociación, si se produce, será más que difícil. Por una parte, hay gran insistencia de muchos de los correligionarios de Bush que le señalan que "es mejor que guarde su capital político ganado en las elecciones para temas como la seguridad social y la reforma impositiva, y no desgastarse en una medida que le sería contraproducente políticamente".

Por otra parte, se acaba de votar y aprobar en Arizona la propuesta 200, que quita a los indocumentados cualquier posible beneficio público y obliga a todos aquellos que ofrezcan estos servicios y a los empleadores locales a convertirse en un apéndice de la Patrulla Fronteriza. Por supuesto que no tendrá ningún impacto en la reducción de la migración y, como señalan algunos analistas, se trata de un voto simbólico que encontrará el mismo obstáculo que la propuesta 187 en Cali-fornia. Pero se trata de enviar un mensaje a las autoridades y pone de manifiesto que se ha desatado un fanatismo antinmigrante que perjudica a todos los hispanos, pues simplemente por el color de la piel se les podrá exigir que muestren los papeles de residencia.

Y, sin embargo, los beneficios que generan los trabajadores indocumentados siguen poniéndose en cifras. De acuerdo con S. Camarota, uno de los investigadores más conservadores y contrarios a la migración, los indocumentados inyectan un beneficio neto de 7 mil millones de dólares a los fondos de la seguridad social y al Medicare, y los papeles falsos que utilizan los indocumentados son una bendición para el gobierno federal, pues estos trabajadores nunca podrán obtener el programa federal de retiro. Es decir, se trata de un extraordinario y lucrativo fraude. Y con cierto cinismo se dice que esto es "como la multa que los indocumentados pagan por violar la ley".

Es posible que ahora sí se entre a la discusión sobre los trabajadores migratorios, pero la enorme cantidad de variados intereses que se juegan, distintos al fenómeno laboral, explica por qué la permanencia de condiciones nada favorables para estos trabajadores. Este es el círculo perverso que hay que romper.

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