.. | México D.F. Jueves 18 de noviembre de 2004
MEMORIAS DE LA CIUDAD /EL TERRITORIO MAS POLEMICO
DEL PAIS
El acta constitutiva fue firmada en el ex templo
de San Pedro y San Pablo
El Distrito Federal cumple hoy 180 años de haber
sido fundado
JORGE LEGORRETA ESPECIAL
Hace exactamente 180 años, el 18 de noviembre de
1824, fue firmada, en el que fuera el templo del Colegio Máximo
de San Pedro y San Pablo, el acta constitutiva del Distrito Federal (DF);
ese sería a finales de 1823 el primer recinto del Congreso, hoy
ocupado por el Museo de la Luz, de la Universidad Nacional Autónoma
de México. En la actual esquina de Carmen y San Ildefonso es visible
aún la placa alusiva a la creación de esta ciudad, uno de
los territorios del país más polémicos de la historia.
Al consumarse la Independencia y una vez extinguido el
efímero imperio de Agustín de Iturbide, el país adoptó
una estructura jurídica de carácter federal, es decir, una
federación de estados; inicialmente, uno de estos fue el de México
y su primera capital, la ciudad de México. Sin embargo, en 1824
el Congreso Constituyente creó los Supremos Poderes de la Federación
y se decidió otorgarles un territorio propio; esa sede o casa fue
denominada Distrito Federal y se le dotó de un área circular
aproximada de 8 mil 400 metros de radio (dos leguas) y como capital a la
ciudad de México. Tal medida fue similar a la adoptada en Estados
Unidos de América para el caso de Washington, con la diferencia
de que allá la superficie fue menor y la figura fue un cuadrado.
Obviamente, en nuestro país tal disposición constitucional
provocó polémicas y protestas de las entidades vecinas a
la capital de la nación, pues le restó una amplia superficie
y le suprimió su capital, obligando a trasladarla primero a Texcoco;
luego, a San Agustín de las Cuevas (hoy Tlalpan) y finalmente a
Toluca.
La superficie redonda del DF fue de aproximadamente 50
kilómetros cuadrados y su radio se medía desde la Plaza de
la Constitución; dentro de ella quedaron comprendidos pueblos y
cabeceras municipales del mismo nombre. La primera división municipal
del Distrito Federal establecida en 1828 quedó integrada por siete
demarcaciones: ciudad de México, Tacuba, Tacubaya, Azcapotzalco,
Mixcoac, Ixtacalco y Villa de Guadalupe.
La creación del DF generó dos estructuras
jurídico-administrativas en su territorio: una, de origen español,
basada en municipios con sus respectivos ayuntamientos y sus consejos llamados
cabildos, y la otra, de origen federal-anglosajona, con un gobernador designado
directamente por el Presidente de la República. Así, en cada
uno de los siete municipios antes citados, cuyas cabeceras se encontraban
en ese entonces muy distantes una de otra, siguieron existiendo ayuntamientos
y presidentes municipales, el más importante, sin duda, el de la
ciudad de México. A partir de entonces, este cargo de elección
directa rivalizaría y competiría con el gobernador designado
en la medida que la población de la ciudad de México crecía.
Así, desde su creación, el Distrito Federal no fue un estado
autónomo de la Federación; es decir, no contó con
una Cámara legislativa propia y su gobernador no fue electo de manera
directa.
Ampliación del DF y el centralismo porfirista
La pérdida de la mitad del territorio nacional
y los intentos separatistas de algunos estados, provocaron en Santa Anna,
una desmedida necesidad de agrandar en 1854 el territorio del Distrito
Federal, incorporando al norte a San Cristóbal Ecatepec; al sur
a Xochimilco y a Tlalpan; al oeste a Huixquilucan, y al este, la medianía
del lago de Texcoco. Otros pueblos comprendidos fueron Tlalnepantla, Los
Remedios, San Bartolo, Santa Fe, Mixcoac, San Angel, Coyoacán, Tepeaca,
Ixtapalapa y el Peñón Viejo. Su nueva extensión pasó
de 50 a mil 700 kilómetros cuadrados, incorporando a su alrededor
gran cantidad de sierras y montañas, lo cual se explica seguramente
por objetivos militares; hay que recordar que a la puerta estaba una guerra
civil entre conservadores y liberales.
La conformación de la Constitución de 1857
reactivó la histórica polémica sobre la pérdida
de los derechos políticos en el Distrito Federal, pues con la ampliación
de su territorio creció la población que carecía de
derechos de elección. En ese entonces, la propuesta constitucional
por convertir a este espacio en un estado más de la Federación
fue derrotada, aunque se creó la figura jurídica del estado
del valle de México, para cuando por alguna razón, los poderes
federales tuvieran que salir del DF, lo que ha sucedido en algunas ocasiones.
Con la solución de los añejos conflictos
sobre los límites entre Morelos, el estado de México y el
Distrito Federal, entre 1898 y 1902 se precisó, por fin, el territorio
administrativo del DF, hasta hoy vigente, con una superficie de mil 500
kilómetros cuadrados. Asimismo, se estableció una nueva división
política constituida por la municipalidad de México; esto
es, 20 municipios al empezar el siglo y luego reducidos a 12: Guadalupe
Hidalgo, Azcapotzalco, Tacuba, Tacubaya, Mixcoac, Cuajimalpa, San Angel,
Coyoacán, Tlalpan, Xochimilco, Milpa Alta e Ixtapalapa
Para 1903, el gobierno porfirista redujo drásticamente
la autonomía municipal al someter sus atribuciones a instancias
como el Congreso y la Secretaría de Gobernación. A los ayuntamientos
se les impuso un prefecto político y un Consejo Superior de Gobierno,
en el que participaban el gobernador del DF y otros titulares de Salubridad
y Obras. Esta rígida estructura política hizo posible la
realización de los grandes proyectos de inversión privada
y extranjera con mínimos conflictos y protestas de las comunidades.
Hay que señalar, por ejemplo, el acueducto de Xochimilco, la expansión
de los tranvías y la creación de decenas de colonias y fraccionamientos.
En los escenarios posrevolucionarios
Con la Constitución de l917 se suprimió
jurídicamente el sometimiento de los ayuntamientos al gobierno federal;
desaparecieron las prefecturas, los distritos, así como todas aquellas
instancias de control y mediación entre los gobiernos federal y
municipales; se estableció la categoría de municipio libre,
lo que fue, en realidad, una determinación más formal que
real.
Aun así, la histórica polémica generada
por la competencia y existencia de las dos instancias de poder territorial,
el municipal y el federal, continuaron hacia las primeras décadas
del siglo XX. El propio presidente Venustiano Carranza no compartía
la existencia de un presidente municipal y un ayuntamiento de elección
popular en el Distrito Federal, especialmente en la ciudad de México,
por considerar que sería un cargo que competiría políticamente
con el gobernador no electo y aún con el propio Presidente de la
República; congruente con esa tesis, entre l917 y 1918 envió
al Congreso diversas iniciativas para suprimir el estado del valle de México
y las elecciones directas de sus ayuntamientos; propuso, además,
ampliar el territorio del Distrito Federal para incorporar Chalco, Amecameca,
Texcoco, Otumba, Zumpango, Cuautitlán y parte de Tlalnepantla. Ninguna
de estas iniciativas fue aprobada.
El tiempo desmostró que Venustiano Carranza tenía
razón. Con la promulgación de la Constitución se abrieron
nuevos horizontes democráticos y se crearon diversos partidos políticos,
convirtiéndose nuevamente la ciudad de México en el centro
de las disputas por el poder. El municipio de la ciudad de México
pasó a ser un escenario fundamental en la gobernabilidad y en las
relaciones con el gobierno federal. Los conflictos electorales no se hicieron
esperar, especialmente entre 1922 y 1928, este último, el año
en que desaparecieron definitivamente los municipios del Distrito Federal,
quedando únicamente al mando de lugar el Presidente de la República
y su regente designado.
Sin municipios ya, el Distrito Federal sufrió una
restructuración jurídica administrativa: la ciudad de México,
separada aun de los demás poblados, se convirtió en el Departamento
Central, y los 12 antiguos municipios se transformaron en delegaciones
políticas; en 1941 se suprimió el nombre de Departamento
Central y se adoptó nuevamente el de ciudad de México. Las
nuevas delegaciones fueron Villa Gustavo A. Madero, Azcapotzalco, Ixtacalco,
Coyoacán, Villa Alvaro Obregón, Magdalena Contreras, Cuajimalpa,
Tlalpan, Ixtapalapa, Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac.
A partir de 1970, en la ciudad de México, antiguo
Departamento Central, hubo cuatro delegaciones más (Cuauhtémoc,
Venustiano Carranza, Benito Juárez y Miguel Hidalgo) que sumadas
a las 12 son las actuales 16, cada una a cargo de una persona nombrada
directamente por el regente. A partir de ese cambio, el nombre ciudad de
México se adopta oficialmente para todo el Distrito Federal. Este
panorama cambió a finales del siglo XX.
Ultimos cambios, nuevos escenarios
Con las reformas políticas, a partir de l990 se
dio paso al histórico proceso de recuperación de derechos
políticos de sus habitantes y a la definición de las premisas
para fortalecer el carácter autónomo de su gobierno territorial,
pero se creó una "estructura híbrida" de gobierno. En 1993
fue creado un órgano legislativo con funciones limitadas, denominado
Asamblea Legislativa; en 1997 se suprimió la designación
que desde 1824 se hacía del gobernador o jefe del Departamento de
Distrito Federal y se pasó a elegir el cargo directamente por sus
habitantes con el nombre de jefe del Gobierno del DF. Además, se
suprimieron las designaciones de los delegados políticos, primero
por delegados aprobados por la Asamblea Legislativa, y a partir de 2000
por elección directa de los habitantes, denominándolos jefes
delegacionales. Es decir, se eligieron diputados sin plena autonomía,
dado que el DF aún dependía de las decisiones del Congreso
Nacional. Con respecto del gobierno, los cargos del gobernador y delegados
políticos se convirtieron en "municipales" de elección directa,
pero sin sus concejos o ayuntamientos respectivos que podrían funcionar,
como en otras partes del país, como contrapeso político del
poder local. Por ello, es tiempo de hacer un balance crítico sobre
dichos cambios y valorar el actual estatus del Distrito Federal que, en
180 años, pasó de 130 mil a 10 millones de habitantes.
Durante estos primeros años del siglo XXI, al Distrito
Federal se le han acercado sus vecinos, antiguamente distantes; es decir,
que en el contexto de los acelerados procesos de expansión metropolitana,
dejó de ser un espacio y un gobierno exclusivo del área geográfica
de la cuenca, donde se ubica y empieza a formar parte de un gigantesco
conglomerado metropolitano, en el que participan y confluyen otros gobiernos
estatales y municipales, como el estado de México, Hidalgo, Morelos
y, en menor medida, Puebla, Tlaxcala y Querétaro.
Por tal motivo, en los próximos años se
requerirán, cada vez más, decisiones compartidas entre todos
esos gobiernos para edificar y operar las obras de abastecimiento y distribución
de agua, plantas y depósitos de basura, redes suburbanas de transporte
eléctrico, ejes viales, carreteras metropolitanas y nuevos conductos
para ampliar la capacidad del drenaje.
Sin duda alguna, el Distrito Federal se hará cada
vez más dependiente de los territorios que lo rodean y, por tanto,
el diseño y la aplicación de las políticas públicas
alrededor de todos estos servicios requerirán entramados políticos
de mayor consenso entre los distintos actores políticos de la región
metropolitana. Escenarios de confrontación ideológica o inclusive
electoral, sólo aumentarían la ingobernabilidad y reducirían
los equilibrios necesarios para seguir gobernando democráticamente
el Distrito Federal.
El área circular del Distrito Federal definida
en 1824. Dentro quedó comprendida la ciudad de México, sede
de los Supremos Poderes de la Federación y otros pueblos,
como Tacuba, Tacubaya, Azcapotzalco, Mixcoac y la Villa de Guadalupe FOTO
TOMADA DE LA MAPOTECA OROZCO Y BERRA
El Distrito Federal en los primeros años del siglo
XX. Su extensión se amplió a mil 500 kilómetros cuadrados,
incorporando a Xochimilco, Ixtapalapa y Tlalpan FOTO TOMADA DE CIEN
PLANOS DE LA CIUDAD DE MEXICO GDF, 2000
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