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México D.F. Domingo 5 de diciembre de 2004

Elena Poniatowska

Trabajos del reino, libro del escritor Yuri Herrera

Con Trabajos del reino, el joven escritor de 34 años Yuri Herrera entra por la puerta de oro en la literatura mexicana. Ciento una páginas bastan para consagrarlo. Los capítulos, sin numerar, son fulgurantes. Ni una palabra de más. La prosa es escueta, dura, certera y sabe a pólvora porque Yuri la dispara con precisión. Nada de andarse por las ramas; esta novela es concluyente y definitiva.

Trabajos del reino es un retrato de fondo del país y, como era de esperarse en vista de nuestras malas circunstancias, tiene mucho que ver con la novela negra, la atmósfera de linchamientos que estamos viviendo.

La belleza de lo árido

El lenguaje de Yuri es escueto. Uno de sus primeros cuentos era sobre el Valle del Mezquital. Desde el principio, Yuri trató de encontrar la belleza de lo árido. Aunque diferente, el desierto fronterizo acentúa la sensación de aridez que nos da el Mezquital, no la descripción de su vacío, sino su atmósfera, es decir, el paisaje como estado de ánimo. Al igual que la tierra yerma del Mezquital, el desierto de la frontera es también un estado de ánimo y más con las muertas de Juárez, la violencia, el espanglish, el quiero y no puedo, la desesperación del que pretende cruzar y permanece anclado del mal lado de la barrera, el nuestro, el de la miseria. La prosa de Yuri se parece a este muro que divide los dos países a lo largo de más de 2 mil kilómetros, una separación igual al río de cuchillos que pintaba José Clemente Orozco en sus murales, una herida que cala y no logra cicatrizar jamás.

Yuri se sirve de las distintas maneras de hablar que encontró de los dos lados, el gringo y el mexicano, y construye su novela no sólo con temas y personajes sino con el lenguaje.

Con una temprana sabiduría que sólo se adquiere con el dolor, Yuri Herrera expone las falacias humanas, el mundo de los arrabales, las cantinas, los prostíbulos y sus lacras, la droga, las armas, la muerte -el mundo que supongo es el de las asesinadas en Juárez-, gente de paso, maleantes, mujeres que ostentan su vulgaridad oxigenada y hombres que acostumbran degollarse con cuchillo de carnicería. Su novela es quizás una alegoría de la mala vida en la frontera, mala por perversa y mala porque en ella se reflejan los horrores de un país que expulsa a sus hombres y a sus mujeres por hambre.

Arturo Herrera

Hijo de un hombre generoso y creativo, Arturo Herrera, promotor de la cultura (a partir de la nada) en su estado, Hidalgo, tuve el privilegio de conocerlo porque nos abrió a María Luisa Mendoza, a Andrés Casillas de Alba y a mí la puerta del convento de Actopan, en el que La China y yo dimos una conferencia, si mal no recuerdo, sobre Sor Juana Inés de la Cruz.

Conocí a Yuri muy joven, casi un niño, antes de que él me conociera a mí. Después lo vi observar a los demás, supe de su viaje a París, donde durmió en una banca en un parque cercano a los Inválidos hasta que pudo encontrar un alojamiento menos desprotegido. Alguna vez íbamos atravesando juntos la avenida Insurgentes y a Yuri empezó a sangrarle la nariz. "No importa -dijo-, no importa, a cada rato me sucede", y siguió caminando hecho un santocristo. Me impresionó su manera de ser espartana. Pensé que en el pasado había sido de esos soldados a quienes les devoran las entrañas y siguen caminando. Así era su padre, Arturo Herrera, muerto en un accidente aéreo el 30 de abril de 1994.

La traición de Carlos Salinas a los jóvenes

Yuri estudió Ciencias Políticas en 1988 en la UNAM, pero sabía que quería escribir ficción. Leer sobre teoría política le dio otra óptica de lo que está sucediendo en el país, y 1988 fue para él, por un lado, luminoso, y por otro, sufriente, porque a toda una generación que comenzaba su vida política se quitó su capacidad de decidir porque Carlos Salinas de Gortari se robó las elecciones. ƑSabrá Salinas de Gortari -gran admirador de Juan Cristóbal, la novela de Romain Rolland- lo que significa traicionar a toda una generación de jóvenes? Seis años le tomó a Yuri recuperarse.

Antes Yuri había escrito otra novela que según él tenemos la fortuna de no haber leído, pero le sirvió de catarsis como nos ayuda a quienes pretendemos llevar un diario.

Los cortesanos terminan en bufones

Trabajos del reino retrata la contienda de el Rey contra el Artista de la corte, el bufón odiado y amado al mismo tiempo. Un cortesano se vuelve eventualmente un bufón al que en México acostumbramos llamar lambiscón o culero. Federico el Grande, príncipe heredero de Prusia, tuvo a Voltaire en su corte e inició con él una correspondencia en 1735 hasta que se enteró de que el francés era un espía doble. "Esto me pasa a mí por jugar con animales que muerden la mano", dijo Federico el Grande. La actitud de los hombres de poder frente a los artistas es casi siempre paternalista y los consideran sus amanuenses, algo así como criados a su servicio.

La relación compleja entre el Rey y sus súbditos le tocó a Yuri vivirla en la frontera; el gobernador y su gabinete, el presidente municipal y sus achichincles, el procurador y sus escribanos, el capo del narcotráfico todopoderoso, que a nadie rinde cuentas ni explica el origen de su poder y se rodea de boato y candilejas. Desde luego, privilegia a una serie de seguidores que lo reverencian como sucede con algunos políticos mexicanos: Jorge Hank Rhon para no ir más lejos.

Pistoleros muy bien vestidos

Allí en el Palacio los instintos criminales cambian de indumentaria. El Rey y sus pistoleros son criminales elegantes e interesados en mantener el orden vigente. Trajeados de punta en blanco, encorbatados, actúan como finísimas personas dentro de sus grandes carrazos y del brazo de sus rubias de categoría y hasta pueden convertirse en la encarnación del bien y de la decencia.

A mí me parecería triste no darles nombre a los personajes de una novela, y recuerdo ahora mismo que en Balún Canán, novela de Rosario Castellanos, la protagonista jamás tiene nombre a lo largo de más de trescientas cincuenta páginas. En Trabajos del reino los personajes son el Rey, la Bruja, la Cualquiera, la Niña, el Periodista, el Pollero, el Heredero, el Pocho, el Gringo, porque Yuri no quiso nombrarlos. Dentro de la corte se van haciendo a sí mismos por los servicios que rinden y el oficio que ejercen y poco a poco dejan de tener nombre.

En México el poder suele ser corrupción y cohecho y es fácil perderse en él. Las relaciones de poder terminan en complicidades inconfesables y hay mucha irracionalidad en el temible edificio gubernamental. ƑCómo explicarnos, si no, el espantoso asesinato de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, Tijuana?

La cultura en Hidalgo

Ese mundo, en microcosmos, Yuri lo conoció en Pachuca a través de su padre. En su casa se habló de política, de literatura, de pintura. Sus padres, Arturo e Irma, él politólogo y ella médica, vivieron al país como cosa propia. A Yuri le tocó ver que balacearan su casa; en una ocasión contestó una llamada telefónica de amenaza de muerte a su padre. La familia vivió épocas difíciles, de afrentas, persecuciones, zozobras porque Herrera se enfrentó a temibles caciques y terratenientes. Cuando la Federación de Estudiantes, solapada por el gobierno del estado, aterrorizó a la ciudad, Arturo Herrera fue una de las dos personas, junto con Alfredo Rivera, que denunció a los porros y al gobernador Manuel Sánchez Vite. Fundador del Archivo Histórico del Estado, Arturo Herrera fue el primer director del Archivo Casasola, al que todos hemos recurrido en busca de material fotográfico. Creía firmemente en la responsabilidad del Estado de garantizar el derecho a la cultura en la que nadie creía en ese entonces y mucho menos promovía. La gente del poder nunca termina de entender la función de la cultura como no sea un adorno o entretenimiento, como lo vemos ahora con el gobierno de Fox.

Sin embargo, en Trabajos del reino, el Artista construye su obra a la sombra de su mecenas, el Rey. El es quien debe darle sentido a su gestión, hacer su biografía, aunque sepa que puede perder su conciencia. Nunca la pierde del todo, ni olvida su capacidad de criticar. Tampoco olvida que hay algo en su propia condición que debe preservar a toda costa.

Cómo independizarse del poder

La independencia frente al poder es una de las constantes en la obra de Yuri. Todos podemos ser autónomos si nos lo proponemos. Dentro del ambiente hostil, rastrero, cortesano y terriblemente cruel que es el del Palacio, el autor hace surgir una serie de valores que nos reconcilian con él y con sus personajes: la amistad, la lealtad, la posibilidad del amor, la conciencia de que puede haber otros espacios y de que nacer mexicano no es una maldición.

Aunque en México existen mecenas fuera de la estructura del poder político, es difícil encontrar quién se preocupe por financiar la cultura, porque tenemos una iniciativa privada y una clase empresarial de ignorantes.

Es responsabilidad del Estado -no exclusiva- garantizar el derecho a la cultura y son muchos ya los narradores que se obsesionan con un personaje o una situación política y la parodian. Así lo hicieron en el pasado escritores como Martín Luis Guzmán, Carlos Fuentes y, en gran medida, los autores de la novela de la Revolución Mexicana. De allí que el Artista en Trabajos del reino le componga canciones al Rey, corridos que lo complacen. A cambio, el Artista recibe la recompensa de ser miembro del reino. Al darle la vuelta al estado, ya sea Chihuahua, Culiacán, Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Monterrey o Coahuila, el Artista le da la vuelta al reino. (ƑQué otra cosa han hecho los Tigres del Norte?)

El capricho de los poderosos

En México, los creadores acuden a los fondos públicos, pero muchos de los procesos creativos no dependen del criterio o el capricho de los hombres en el poder, como demuestran las obras críticas de Gabriel Zaid, Jorge Volpi y José Agustín.

Trabajos del reino es una crítica social y su contenido resulta absolutamente político. Es una denuncia directa de la dictadura disfrazada surgida a raíz de la Revolución, que hemos padecido durante más de setenta años, la dictadura del PRI y su forma tan eficaz de consolidar la corrupción. No hay que olvidar que la Revolución produjo millonarios. Sin embargo, Yuri Herrera hizo su crítica a la manera del novelista argentino Ricardo Piglia, que no denuncia directamente. Yuri tampoco describe. El lector es el que deduce, imagina que los personajes beben cerveza Pacífico y escuchan a los Tigres del Norte, pero el autor jamás lo dice. Crea la atmósfera. Finalmente la de Piglia es una alegoría de lo que sucedió en la Argentina brutalizada por los militares. También Trabajos del reino es una acerba crítica del poder y de la forma en que relacionamos todo con el poder, la distribución y la utilización que hacemos de él. De ahí el título de la novela, Trabajos del reino, los múltiples oficios que cobran sentido en función del orden impuesto por el soberano. Cada uno se constriñe al puesto señalado y en un párrafo revelador el Periodista pide al Artista que no escriba un corrido sobre él porque si divulga que está al servicio del Rey dejará de serle útil.

La novela de Yuri Herrera es de una gran severidad, de mucho rigor, de mucha amargura y tristeza. Es terrible y aunque Yuri no se lo proponga es una condena. Su estancia en la frontera lo hizo conocer a cantantes de corrido en Ciudad Juárez aunque nunca a un capo del narco en vivo. Las mujeres en la novela actúan como si nada merecieran y para ellas el amor es algo imposible de alcanzar.

En fin, al cerrar el libro uno se queda con la certeza de que si hay escritores tan lúcidos como Yuri Herrera el orden puede volver a instaurarse, los criminales serán castigados y los palacios y sus reyes sexenales dejarán de amargarnos la vida en un próximo futuro.

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