363 ° DOMINGO 5 DE DICIEMBRE DE 2004

 
Las fuerzas sociales ante la crisis de los partidos
Avances y tropezones
del diálogo nacional

Arturo Cano y Daniela Pastrana

Crisis de partidos, confrontación de poderes, ingobernabilidad y crecientes conflictos sociales. Ese es el escenario en la víspera del fin de sexenio –un fin que el propio Presidente de la República ha adelantado–, un escenario que diversas fuerzas miran como su oportunidad para influir en el rumbo del país vista la incapacidad de los partidos y sus dirigentes. ¿Podrán realmente incidir fuerzas como las capitaneadas por los sindicatos? Avanzan al plantear una agenda, pero sus pasos son todavía lentos y marcados por los diferendos internos
 
 
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Fotografía: La Jornada /
Francisco Olvera
Adiós a los partidos. Eso dicen destacados militantes de los partidos como, digamos, el diputado y médico Roberto Vega Galina, encargado de la lectura del pronunciamiento final del Diálogo Nacional en busca de una alternativa al neoliberalismo: "Los partidos políticos han sido absolutamente rebasados, ya no son promotores del cambio... son negocios familiares o de grupos".

El dirigente lee lo que quieren los sindicatos y sus variopintos aliados: "un nuevo modelo de país, sin buscar el poder por el poder".

Difícil la tienen los dirigentes que buscan una opción más allá de las franquicias electorales: el tiempo se ha agotado y, al menos para 2006, deberán jugar con las planillas disponibles, en alianza o como factores de presión, da igual, porque los partidos –al no existir candidaturas ciudadanas– son dueños de la arena electoral.

Con todo, frente al fracaso del gobierno "del cambio" en el aterrizaje de la reforma del Estado, en el fin de la transición, como se dice usualmente; frente a la crisis de partidos políticos que van de escándalo en escándalo y los signos cada vez más evidentes de confrontación e ingobernabilidad, los sindicatos independientes –por no llamarles simplemente no priístas– y sus aliados, se sienten llamados a convertirse en motor de la transición siempre inacabada y de las reformas pendientes eternamente.

El árbol nunca les deja ver el bosque. En esta coyuntura, por ejemplo, la reforma laboral –cocinada por el PRI con la bendición del secretario Carlos Abascal– se impone en su agenda y deben hacer movilizaciones, publicar desplegados y amenazar con un paro nacional. Todo ello sucede mientras hacen un esfuerzo de unidad –no exento de tropezones y viejas rencillas–, logran convocar a personalidades de la academia y la política, y tratan de mirar al 2006 y más allá.

Eso dicen. Que los partidos son de miras cortas y ellos de una visión de largo plazo, o que al menos pone sobre la mesa los verdaderos temas del país

"Nadie presenta alternativas ni propuestas y eso lo han aprovechado las fuerzas más reaccionarias del país", define uno de los principales ideólogos de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), quien pide se reserve su nombre por lo que sigue: "La idea es no votar por el PRI ni por el PAN". ¿Y entonces? Las opciones son variadas: "Andrés Manuel López Obrador, el rector (Juan Ramón de la Fuente) o un partido obrero para que Rosendo Flores (dirigente de los electricistas) sea nuestro Lula".

Las dificultades de la unidad
 
 
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Fotografía: La Jornada /José Antonio López
Inexperto o incómodo, el secretario general del sindicato del Seguro Social revela, en su lectura, los problemas de los nuevos intentos unitarios. Dice "diversas sexuales" por diversidad sexual y "altermundiales" por altermundistas. Nada le hace. Le aplauden hasta los jóvenes militantes del Partido Comunista de México (marxista-leninista), que poco antes vendían su periódico que exhalta al criminal Abimael Guzmán (encarcelado por el no menos inocente Alberto Fujimori).

Cosas de la unidad. En el segundo día de actividades del Diálogo Nacional no asisten las figuras, sino primordialmente los militantes de la treintena de organizaciones ("20 de ellas membretes", dice un sindicalista) que acompañan al Sindicato Mexicano de Electricistas en su apuesta de unidad.

"Es charro", desliza un trabajador del Seguro Social, de pasadita, mientras el diputado Roberto Vega batalla para terminar la lectura en la que despedaza a los partidos. "¡Renuncia al PRI!", le gritan desde gayola, en una ingenua demanda de congruencia.

El doctor Vega, que se pone nervioso, es caso atípico. La mayor parte de los dirigentes sindicales tienen el cuero duro y saben que en su afán de alianzas, habrán de aguantar esos gritos y más. A tono con el tamaño del reto: "En 1988 hubo un frente electoral, nosotros buscamos una agenda para la alternancia", afirma uno de los jefes de la UNT.

No de su propia alternancia, claro. Quiénes y cómo deciden la presidencia colegiada de la UNT o por qué Francisco Hernández Juárez lleva sólo 28 años al frente del sindicato de telefonistas son temas que pueden esperar a que la transición culmine exitosamente. "Que no ande de hocicón", le dijo Hernández Juárez a López Obrador cuando lo llamó salinista.

Los jaloneos

No los une el amor sino la reforma laboral. La alianza de la UNT y aliados con el SME y los propios, es un asunto de coyuntura. La desconfianza les viene de lejos.

El domingo 28 de noviembre, sólo Vega asiste a la clausura de los trabajos. Las otras figuras ya no honran con su presencia al Mexicano de Electricistas. Con todo, Rosendo Flores, el secretario general del SME, intenta el discurso unitario y llama a abandonar "el sectarismo con el que muchos de nosotros hemos caminado" y dejar atrás "las pequeñas diferencias" que han tenido.

En los pasillos, varios de los dirigentes campesinos y sindicales narran los pormenores de los jaloneos por la declaración final y los documentos básicos, por las fechas de las acciones venideras y aun por la lista de personalidades invitadas.

Varios grupos, por ejemplo, se opusieron a que el diputado Manuel Camacho Solís fuera orador. "Es un neoliberal salinista", dijeron.

"Estamos llamando a un diálogo nacional, no a uno entre nosotros", argumentaron dirigentes como Alvaro López, de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas.

Los trágicos escenarios
según la UNT

En el documento "Escenarios nacionales", presentado para su discusión en la más reciente plenaria de la UNT, se reconoce que hoy el PRI "resulta el mejor enfilado para la elección de 2006".

Crítica del gobierno foxista, la UNT despedaza lo mismo a la "partidocracia" y traza algunos escenarios de plano catastróficos para el futuro inmediato.

Justamente ahí es donde se mira a sí misma, a la cabeza de un "frente nacional de movilización de masas", que trascienda la resistencia y el peticionismo para, de plano, influir en las políticas públicas y los procesos electorales.

En su documento, la UNT dibuja un ominoso panorama económico que no contribuirá a disminuir las tensiones políticas y estima que en el último trecho del sexenio pueden profundizarse la ingobernabilidad y los riesgos de choque frontal entre las fuerzas políticas (particularmente por el intento de desafuero de López Obrador).

Ya encarrerada en su afán de influir en las grandes decisiones del país, la UNT propone los siguientes escenarios para el futuro inmediato:

1) La restauración autoritaria. Con el pastel electoral a tres tercios, el PRI gana con su voto duro (33-35%). "Regresa el autoritarismo, se fortalecen el presidencialismo, la exclusión, el corporativismo y la corrupción. El Ejército y la jerarquía de la Iglesia respaldan esa vuelta al poder. Otros factores como el crimen organizado y el narcotráfico" hacen lo propio.

"Las fuerzas sociales emergentes pierden la ofensiva y son reducidas a los espacios del corporativismo de Estado".

Las "fuerzas económicas más poderosas del país" y los sectores derechistas de Estados Unidos, Europa y Asia, avalan.

2) La restauración reformista. Gana el PRI con su voto duro. Tras seis años de ausencia en el Ejecutivo federal, el PRI busca "recuperar su hegemonía política, establece una política de negociación y firmeza con los sectores no dispuestos a aceptar el orden establecido. Con un proyecto reformista, el PRI pretende "recuperar sus anteriores bases sociales, lograr legitimidad política y gobernabilidad. Las nuevas fuerzas emergentes se pueden dividir, la autonomía alcanzada se pone en peligro".

"Parte del gran capital nacional y de los sectores medios y pequeños respaldan esta opción."

3) El choque violento de fuerzas. La guerra entre poderes y partidos, el descontento social, la corrupción y la inseguridad pública conforman un explosivo coctel: ante el abierto conflicto social el gobierno federal cierra toda negociación. La "represión ocupa el escenario".

Andrés Manuel López Obrador "decide enfrentarse con el gobierno por el desafuero y convoca a una movilización nacional, recibe apoyo del exterior y de fuerzas nacionales.

"La inconformidad por la desigualdad, la impunidad y por la falta de seguridad se mezclan con este choque.

"El gobierno es presionado para que reprima el movimiento y se muestra incapaz de dar una salida política. Estados Unidos, la Iglesia y el Ejército y los medios piden orden.

"Surge la provocación y la policía reprime una movilización con saldo de varios muertos, decenas de heridos y encarcelados".

"Se generaliza la inconformidad en contra del gobierno y se pide su renuncia.

"La ingobernabilidad trae como consecuencia el endurecimiento y la transición se cierra, el Ejército y Estados Unidos apoyan la restauración por la vía del nombramiento de un interino en la Presidencia; con el acuerdo PRI-PAN se adelantan las elecciones. Se reprime toda movilización".

Otras variantes de este escenario incluyen, según el documento de la UNT, "asesinatos selectivos", movilizaciones populares incontrolables, ingobernabilidad, "conflictos regionales sangrientos", y presiones de "los ultras de ambos campos". Todo ello crea "una situación previa a una guerra civil".
 
 

El escenario "posible y deseable"
 
 
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Flores y Vega, electricistas y Seguro Social
Fotografía: La Jornada /Jesús Villaseca
Otro escenario posible en 2006: resultados electorales "al estilo Veracruz" que entrañan dificultades de gobernabilidad; cámaras legislativas divididas sin mayoría para nadie; abstencionismo cercano al 50%: se agudizan los conflictos entre partidos.

"Por primera vez en muchos años emerge de manera independiente una fuerza social que reclama soluciones y ofrece propuestas al país. Esta fuerza es el Frente Sindical, Campesino, Social y Popular que pese a su relativa dimensión es un factor que puede incidir poderosamente en el actual cuadro político, siempre y cuando mantenga y fortalezca su unidad y sea capaz de desarrollar iniciativa estratégica propia, autónoma e independiente".

El éxito de esta fuerza se funda también en la "relativa debilidad de los partidos y la frágil situación nacional".

Para la UNT, ya no es suficiente con que los partidos cedan algunos espacios en las cámaras legislativas a las fuerzas sociales: "El escenario posible, viable y deseable es la formación de un gobierno de coparticipación nacional. Este gobierno deberá conformarse por todas las fuerzas políticas y sociales dispuestas a respaldar un programa de salvación nacional, previamente consensado entre todos los participantes."

Las fuerzas sociales, según el documento, condicionarían su apoyo electoral a aquellos partidos y candidatos que estuvieran dispuestos a negociar el gobierno de coparticipación, lo que implica acordar no sólo un programa de gobierno de "emergencia", sino incluso los perfiles y nombres de los futuros miembros del gabinete.

Una porción de los aliados, sostiene el documento, insistirán en la necesidad de impulsar no un gobierno, sino un "Nuevo Modelo de Desarrollo Nacional". A tales "radicales", se dice en el documento, habrá de convencerlos de que una "fuerza social moderna" debe ser parte del "futuro gobierno".

No se deja nada suelto. En los meses venideros, el amplio frente capitaneado por la UNT propondrá a los partidos "personas concretas" para formar un gabinete "eficiente, plural y comprometido con el programa ‘100 medidas urgentes’".

Tal es la receta uenetera para, dice el documento, "revertir el proceso de choque y disgregación en el que están metidos los partidos, y crear otro de cooperación, diálogo, y resolución de problemas urgentes que permitan la recuperación del crecimiento económico, la culminación de la transición democrática y la reforma del Estado".

Todo, al cumplirse los cuatro años de este gobierno, con todo y la declaración foxista de que estamos mejor porque dejamos atrás los regímenes que en cada relevo sexenal ponían "en riesgo la estabilidad y la paz social".

La difícil unidad
 
 
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Agustín Rodríguez, universitarios
Fotografía: La Jornada /Carlos Cisneros
El bloque encabezado por el SME y la UNT no podía ponerse de acuerdo ni siquiera en el texto de la convocatoria al Diálogo Nacional.

Cada uno se colgaba la medalla de haber propuesto la idea. El SME por sus discusiones con Paz y Democracia, el grupo que encabeza el ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova. La UNT por su iniciativa del Frente Sindical Campesino Social y Popular (FSCSP), que se remonta a fines de 2002.

Los tiempos electorales adelantados, el golpe en el IMSS y la posible reforma laboral los obligaron a apretar el paso

Después de muchos jaloneos, el 9 de noviembre quedó lista la propuesta. Sería un Diálogo de dos días a realizarse los días 27 y 28 de ese mes. Se acordó que el texto se presentaría en una conferencia de prensa el día 10. Pero a ese evento no llegaron los jefes de la UNT. Algunos de sus asesores comentaron que querían modificaciones al texto.

Rosendo Flores da la orden de que la convocatoria salga a como dé lugar. "Sólo quiero que me digan si dejo el logo de la UNT", dijo José Antonio Almazán, vocero del SME, a los asesores de la UNT. Los dirigentes se quejaron entonces y ahora de que el texto estaba mal hecho y no reflejaba el espíritu de lo discutido hasta entonces. Aun así, hicieron tres enmiendas, por teléfono. Ya desde entonces "estábamos claros de que íbamos solos", dice Almazán.

El siguiente agarrón fue por los oradores. El SME sólo quería, en un principio, a Pablo González Casanova. Ante la resistencia, la UNT propuso que fueran 10.

Esa central quería ampliar el abanico, incluso para escuchar a los empresarios: "Con todo respeto para don Pablo, ya sabíamos lo que él iba a plantear, y nos parecía importante escuchar otras voces. Nos interesa que el diálogo sea nacional, no un diálogo de la izquierda radical", dice Agustín Rodríguez, dirigente de los trabajadores de la UNAM.

Al final, se acordó que fueran cuatro, uno por convocante. La lista quedó así: González Casanova, invitado por el Frente Sindical Mexicano (entiéndase SME); Marcos Tello, por la Promotora por la Unidad Nacional contra el Neoliberalismo; Carlos Aguiar Retes, vocero de la Conferencia del Episcopado, por la UNT; y Manuel Camacho Solís, a quien invitaron las organizaciones campesinas aliadas de la UNT.

***

Después de repasar las coincidencias, el obispo Aguiar Retes se echa a la bolsa al auditorio al referirse a los condicionamientos culturales que hay que enfrentar en este proceso de diálogo: el sistema caciquil y el autoritarismo, así como el sistema de doble mensaje en el lenguaje.

"Decimos que ya somos democráticos y no lo somos. Decimos que tenemos elecciones transparentes y en nuestras organizaciones no las tenemos", dice.

Sentados en tercera fila, Agustín Rodríguez y Hernández Juárez ni siquiera pestañean. No se dan por aludidos pese a los aplausos que provocan las alusiones a las inercias y vicios de los sindicatos.

En los pasillos, permea la idea de que el éxito del frente pasa necesariamente por la capacidad que tengan las organizaciones de superar sus propias contradicciones.

Hablan también González Casanova y Camacho, que se llevan las notas de prensa para disgusto de algunos.

Buenos discursos, pocos amarres.

Antes de que termine la jornada del domingo anterior, Hernández Juárez le propone a Rosendo Flores formar una dirección colegiada para dar cuerpo a las propuestas. El electricista corta: "¿Quién nos va a dirigir si todos somos dirigentes? Así estamos bien, Francisco".

***

En la ruta del "diálogo nacional", la UNT ha trabajado un proyecto de ley laboral con el PRD y un Consejo Económico y Social que se transfiguró en el Senado.

Eso se llama, dice Agustín Rodríguez, "trabajar con lo que tenemos". El bloque encabezado por el SME, por su lado, insiste más en temas como la resistencia de los trabajadores y la restauración de la legalidad constitucional. Este bloque se resiste a ubicar el 2006 como su puerto de llegada (por eso rechaza que pretenda formar un partido de perfil obrero).

Para la UNT, en cambio, el 2006 es el punto de referencia obligado.

¿Qué caso tiene construir un proyecto alternativo de nación si no se puede incidir en el 2006? Otra cosa son abstracciones", dice Rodríguez.

Rosendo Flores rechaza la idea de que ellos no ven el 2006.

"Si la disputa por el 2006 está contaminada, el año que entra va a ser peor, ¿y en qué parte de esta disputa entran las necesidades de los de abajo?"

Por eso, pese a todas las diferencias, considera posible abandonar el "sectarismo que a nadie le sirve".

Coincide Rodríguez: "Hay mucha disposición de todos. Estamos en un proceso de reconstrucción unitaria y eso pasa por respetarnos, porque en el modelo neoliberal las organizaciones sindicales estorban".



 
Las opciones de 2006

 
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Hernández Juárez, telefonistas
Fotografía: La Jornada /Luis Humberto González
"Compañeros, mi función como relator es informar todo lo que se planteó en la mesa, aunque sean puntos en los que no hubo consenso", dijo el hombre de barba que leyó la relatoría de la mesa seis.

En el auditorio del SNTSS se oyeron los chiflidos ante la mención de tres de las cuatro opciones para participar en el 2006:

• Mantener al frente lejos del juego de los partidos políticos.

• Sumarse al PRD.

• Sumarse al PRD con López Obrador como candidato.

• Llamar a la conformación de un partido de los trabajadores alterno.

Lo único claro, dicen en la UNT, es que "no se puede votar por nadie que represente un proyecto neoliberal". En la baraja caben López Obrador, el rector Juan Ramón de la Fuente y el autodescartado Rosendo Flores. líder del SME.

El encuentro rebasó las expectativas de los convocantes: mil 700 participantes de 160 variopintas organizaciones lograron ponerse de acuerdo en una agenda de trabajo más o menos definida, de aquí al 1º de mayo. Ese día, se pretende hacer una gran movilización social, que rebase el ámbito obrero y se convierta en una manifestación de mexicanos en contra del modelo neoliberal.

Para llegar a ese punto se trabajará en tres líneas:

1. Un documento consensado de proyecto alternativo de país bajo tres ejes temáticos: soberanía, democracia y justicia social.

2. Una política de alianzas para incidir de manera propositiva en la transición.

3. Movilizaciones sociales. Iniciar una nueva jornada nacional en contra del neoliberalismo a partir de enero de 2005 y convocar a una convención de frentes estatales en cinco regiones, con miras a la realización de un segundo Diálogo Nacional el 5 de febrero, en Querétaro.

En lo inmediato, unir fuerzas para rechazar la reforma laboral que el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional intentan imponer en estos días.



 
Política de alianzas

"¿Qué podemos esperar de una política de alianzas de la dimensión que estamos proponiendo?"

El documento del Frente Sindical, Campesino, Social y Popular (FSCSP) que circuló el fin de semana, delinea tres rutas:

• Darle sentido, perspectiva y unidad a la actual dispersión y fragmentación de las multifacéticas luchas de resistencia.

• Insertar al FSCSP en un proceso de crecimiento y fortalecimiento a través de la incorporación de nuevas y variadas expresiones de lucha y resistencia y no sólo circunscrito al ámbito de su propia influencia.

• Convertir el proceso organizativo de Dialogo Nacional en un referente programático, ideológico, político y social obligado, frente al propio desarrollo de la sociedad mexicana, el gobierno, los partidos políticos y el curso que siga la crisis del modelo neoliberal.