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México D.F. Domingo 12 de diciembre de 2004

Antonio Gershenson

Los precios petroleros y el dólar

Los precios del petróleo han dado lugar a una polémica, no siempre expresada como tal, en nuestro país. En especial, se ha tratado de desacreditar el cambio, llevado a cabo en el Poder Legislativo, de la previsión del precio promedio de exportación de crudo enviado por la Secretaría de Hacienda en nombre del Poder Ejecutivo. Como es sabido, de 23 dólares por barril, la "previsión" fue elevada a 27 dólares. El efecto de esta medida al que más atención se prestó fue la posibilidad, con este dinero excedente tomado en cuenta, de aumentar el presupuesto en una serie de conceptos. Los tecnócratas no ocultaron su disgusto, pues son enemigos naturales de la inversión pública y de todo aumento al gasto social.

Como ya hemos visto, el Ejecutivo anunció una rebaja en el precio de la mezcla mexicana de crudos de exportación por aproximadamente tres dólares por barril, supuestamente a partir del primero de diciembre. En nada beneficia a un país el que se rebaje de esa manera el precio de su principal producto de exportación. La realidad, sin embargo, fue inclusive más nociva. La reducción empezó a darse gradualmente y casi desde el momento del anuncio. Ya en la segunda mitad de noviembre, las reducciones, frente al promedio de octubre, andaban alrededor de los tres dólares por barril. Para todos estos casos nos basamos en la diferencia de precio entre la mezcla mexicana, conforme a los reportes de la página de Internet de Petróleos Mexicanos, y el crudo de referencia West Texas Intermediate (WTI) en su precio para entrega inmediata en Estados Unidos.

El primero de diciembre hubo una nueva reducción, no anunciada como tal. La diferencia fue de casi seis dólares por barril (exactamente, 5.88). Casi el doble de lo anunciado para esa fecha. Ante las enérgicas reacciones que se dieron, inclusive por parte de quienes aún no tenían este dato, se fue retrocediendo gradualmente en el monto de la reducción. Sin embargo, el daño patrimonial persiste.

Además de la reducción inventada, en estos días hubo una disminución real en los precios, parte de un ciclo en el que los precios habían subido, sobre todo en octubre, al nivel nominal más alto en la historia. Si los precios son muy altos, esto induce, por un lado, inversiones y otros esfuerzos para aumentar aunque sea un poco la producción, con el propósito de obtener mayores recursos de su venta. Por otro lado, desalienta el uso del petróleo, y quienes pueden lo sustituyen por otros combustibles o procuran consumirlo en menor cantidad. De modo que se dio una baja, pero obviamente en el contexto de precios muy altos en comparación con los que veníamos teniendo.

Cuando el precio de los crudos de referencia, como el WTI, llegó a los 40 dólares, se abrió en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) una discusión acerca de cómo frenar la caída, y se empezaron a acordar medidas en ese sentido.

Cabe recordar que los 40 dólares, ahora vistos en la OPEP como un "piso" del que no se debía pasar, antes de mayo de este mismo año simplemente no se había dado como precio nominal, más que en la cresta de precios de la época del llamado auge petrolero, hace más de 20 años. Claro, con una visión que no va más allá de unos días, alguien puede ver esto como un desplome, sobre todo si aparentemente refuerza su "supuesto" de precios oficial. Pero si vemos el conjunto, la OPEP presupone una banda de precios que va de 40 dólares para arriba, y cuyo "techo" podría tratar de definir esa organización en su reunión de finales de enero. Este precio del crudo ligero corresponde a otros más bajos para otros más pesados y con mayor contenido de azufre, los cuales podrían estar cerca de los 30 dólares. Claro que esto no apoya la tesis de los 23 dólares.

Hay otro elemento importante en esto. El crudo se sigue, en la mayoría de los casos, comprando y vendiendo en dólares. Para México, es el caso del ciento por ciento de sus ventas. Pero el mundo está cambiando también en este sentido. Países de la OPEP han pasado de 75 a 61 por ciento de sus depósitos en dólares en la segunda mitad de 2001.

Entre los motivos se han mencionado el de protegerse contra la baja de precio del dólar, pero también, en el caso de países árabes, al temor de que los depósitos sean congelados bajo la sospecha de que puedan ser usados por terroristas.

También se han publicado insistentes versiones sobre un gradual cambio en las reservas de divisas, de dólares a otras monedas "duras", en países como China y Rusia, y sobre el uso de euros y otras monedas para el pago de gas natural y petróleo. No es casual que varios participantes en la reciente reunión de la OPEP hayan señalado como una de las justificaciones del acuerdo de reducción de la producción petrolera, la pérdida del poder de compra del dólar con el que ese energético fue pagado.

La revisión a fondo de las acciones oficiales en materia petrolera implicaría, entonces, una alternativa más amplia en el tema de política económica. Es momento de defender la economía nacional, no la de empresas de otros países.

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