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  13 de diciembre de 2004
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Ronald Buchanan

LA MULETA

El resbalón en los precios internacionales del petróleo causó alarma, fomentada por las críticas del presidente Vicente Fox a la "irresponsabilidad" de los legisladores en basar el presupuesto para el año que viene en un precio de 27 dólares por barril.

La preocupación del Presidente ­y no sólo de él, sino de gran número de personajes del mundo político­ es difícil de entender. Cuando hablaba, el precio de la mezcla mexicana estaba en casi 26 dólares por barril, precio todavía muy alto en términos históricos.

Y aunque se reventó una burbuja especulativa que se había formado alrededor de los precios del crudo, las perspectivas a largo plazo quedan sin cambio: habrá cada vez más demanda, especialmente de China, y cada vez menos crecimiento de la oferta. Hasta que se encuentre un sustituto efectivo del petróleo, la tendencia de los precios probablemente va a seguir hacia arriba, aunque no sin los altibajos del tipo que hemos visto en los últimos días.

Lo que sí es irresponsable es tener un presupuesto federal que todavía depende de la volatilidad del precio de exportación del crudo. El petróleo sigue siendo muleta indispensable para una economía que sin ello no camina.

Sin contar con las exportaciones petroleras, Hacienda tendría que cobrar impuestos como en cualquier país serio; los políticos tendrían que ganar la tercera parte de lo que embolsan ahora; las televisoras tendrían que prescindir del bombardeo constante de anuncios glorificando a nuestros queridos líderes y sus magníficos logros, y las escuelas y universidades tendrían que producir trabajadores, técnicos e ingenieros capaces de convertir un país productor de materias primas y mano de obra barata en generador de bienes de capital y de consumo. Nada más.

Doblemente pesado

La distancia entre los dos es cada vez más grande, es decir, entre el precio de la mezcla de exportación mexicana y el precio del crudo de referencia, West Texas Intermediate (WTI).

Hay tres tipos de crudo mexicano ­Maya (pesado), Istmo (ligero) y Olmeca (extraligero)­ que se venden por separado y con diferentes precios. La "mezcla" es, en efecto, un promedio ponderado de los precios de los tres.

Todos los crudos mexicanos tienen un alto contenido de azufre comparados con el WTI, y todos son más pesados. Cuanto más ligero un crudo, más grados tiene en la escala del American Petroleum Institute (API). El WTI es de 40 grados API, el Olmeca de unos 39, el Istmo de unos 33 y el Maya de 19 a 21 grados API.

Y no sólo es más costosa la refinación de los crudos pesados y azufrosos, sino que la mayoría de las refinerías en Estados Unidos ni los pueden manejar. Los crudos mexicanos, entonces, siempre van a ser más baratos que el WTI.

Pero ¿por qué la brecha cada vez más grande? En primer lugar porque Pemex vende cada vez menos de sus crudos ligeros como proporción del total. En octubre pasado, Pemex exportó casi 2 millones de barriles al día, de los cuales 1.7 millones, 85 por ciento, era Maya. Hace apenas cinco años, el tipo Maya representaba 59 por ciento de la "mezcla".

Últimamente la tendencia hacia una brecha mayor entre los dos tipos principales de crudo se ha reforzado con la entrada en los mercados de países atraídos por los altos precios y que han aumentado sobre todo la oferta de crudos pesados.

¿Otro error de diciembre?

¿Se equivocó Pemex, entonces, en su política comercial? Pues realmente no ha tenido alternativa. No ha habido más crudo ligero para vender. La exploración no ha revelado campos nuevos capaces de remplazar los del sureste tierra adentro ya en declive, y Pemex tiene un compromiso con el Congreso en cuanto a volumen exportado.

Ha cumplido con el compromiso, pero ha sido acusado de abaratar nuestro crudo, cuando ha ajustado los precios conforme a las tendencias del mercado.

Hacer cualquier otra cosa hubiera sido un auténtico error, sin embargo, como en 1981 cuando Jorge Díaz Serrano, entonces director general de Pemex, insistió en vender el crudo mexicano en un precio más alto que el del mercado.

Fue un gesto tan erróneo como la defensa "como un perro" del peso por el presidente López Portillo y del mismo tipo de bravuconada. Los clientes simplemente dejaron de comprar el crudo mexicano, y el colapso de las exportaciones precipitó la crisis financiera de 1981.

Tampoco nos podemos quejar de que vender crudo pesado es mal negocio. La gran mayoría se extrae con costos de producción por debajo de cinco dólares por barril. En los primeros 10 meses de este año, el precio promedio del Maya ha sido mayor de 30 dólares por barril. ¿Habrá otro negocio legal con márgenes de ganancia tan generosos?

Aún más pesado

Hablando de crudos pesados y bravuconadas, una presentación interna de Pemex acerca del pozo Nab 1, dijo que había revelado "el enorme potencial" de las aguas profundas del Golfo.

Pero Nab 1, el primer pozo de Pemex en aguas profundas produjo petróleo de nueve grados API, unos 10 grados más pesados que el Maya  §

 
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